Monterrey

Thomas Michael Hogg: La falta de una buena estrategia sale muy cara

La falta de un buen diagnóstico con una planificación acertada tiene un alto costo de oportunidad

Inestabilidad geopolítica, desabasto de insumos, aumento en precios, incremento de la huella de carbono, disrupción digital y economías volátiles. Parece que la complejidad en la toma de decisión nunca ha sido mayor en los ámbitos políticos y empresariales. La falta de un buen diagnóstico con una planificación acertada tiene un alto costo de oportunidad. Me asusta ver día a día el desperdicio de recursos y la falta de desarrollo de empresas, instituciones y gobiernos. Muchos directivos no están en el 80/20.

En un estudio que realizamos en TMH Consulting & Investment Group, hemos observado que más del 50 por ciento de las empresas e instituciones no cuentan con un robusto proceso de planificación para su crecimiento y desarrollo. A nivel gubernamental y estatal, hemos observado también una falta de planeación estratégica. Saber mover las palancas de crecimiento tiene su complejidad, donde la improvisación es el mayor enemigo de una estrategia exitosa.

¿Cuáles son las causas raíces en la falla de no planear bien un futuro exitoso?

Ausencia de una visión, carencia de enfoque, síndrome de procrastinación, ignorancia e incapacidad son ejemplos del porqué el crecimiento de un país, un estado o una organización no se da. Un estudio de River Group (Inglaterra) sobre Directores Generales en el mundo, revela que los “first-time CEOs” que fallan carecen primordialmente de preparación para el cargo. En realidad, muchos nuevos directores ejecutivos, empresarios/as o políticos aún no poseen todas las habilidades ni la experiencia de liderazgo necesaria. Parece muchas veces una capacitación en el trabajo (training on the job), mientras que los miembros del consejo, los empleados, los clientes y los socios comerciales juzgan cada paso del camino. ¿Les suena haber visto esto en la política o hasta en su empresa también? Si como máximo tomador de decisión sobre una operación no tienes un plan de generar valor para tu cliente, tu organización, el planeta y tus empleados/as, la realidad de malos resultados te alcanzará muy rápido.

Liderar un país, una empresa o un equipo de trabajo no sólo se hace echando ganas o con buenos deseos. Liderar se lleva a cabo con un buen análisis, síntesis, preparación, toma de decisión acertada, determinación, colaboración y ejecución en forma y tiempo. Todos estos elementos deben ser parte de un buen plan. Según Michael Porter hay conceptualmente dos vías estratégicas de competir, o por “Valor Agregado” o con un modelo de “Costos Bajos”. En fin, no importa la estrategia que defines por un cierto período, lo importante es llegar a la frontera óptima de productividad y rentabilidad. Los CEOs de Alemania y Estados Unidos han optado con éxito por modelos de negocio de valor agregado, invirtiendo en Investigación y Desarrollo en múltiples sectores estratégicos. Así han logrado aumentar su productividad laboral, es decir el PIB por hora trabajada. Por otro lado, China ha transformado su modelo de maquila en un modelo de manufactura avanzada donde en su TOP5 de categorías de exportación aparecen productos “High Tech” en el segundo lugar y equipos/componentes de automatización en el tercer lugar. Además, China entendió que no puede solamente depender del consumo externo como motor del crecimiento y desarrolló sus mercados de consumo interno, orientando su producción hacia ellos. El Gobierno chino ha impulsado e incentivado el sector de las PyMEs como también ha creado condiciones para desarrollar empresas líderes. Lo que llama la atención definitivamente es la agilidad y rapidez en la cual avanzan empresas multinacionales como ICBC, Ping An, Huawei, WeChat, China Mobile, Tencent, Taobao, Hisense, Tmall y el segmento de PyMEs en China. China ha mejorado su competitividad en muchos aspectos y se proyecta que en unos tres a cuatro años pudiera ser la economía más grande del mundo.

Esto es un llamado para México a mejorar su planeación, su competitividad y su productividad laboral para recuperar el crecimiento y desarrollo. Según el ranking global de la competitividad del ‘IMD World Competitiveness Yearbook’ (WCY), México estaba en el lugar 48 en 2017; hoy en día el país está en el lugar 55 midiendo los rubros de desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia empresarial e infraestructura. En mi opinión, México debe seguir apostando al T-MEC, desarrollando capacidades en la industria 4.0, empujando proyectos de sustentabilidad y conectando las PyMEs con las cadenas globales de valor. Hay que mejorar las prácticas de comercialización y exportación. La inversión en I+D y la certificación de las pequeñas y medianas compañías todavía avanzan con un ritmo lento. Además, la recuperación de la confianza para la inversión extranjera directa y la confianza de la ‘IP’ nacional para con su propio país es clave.

Algo que las economías más exitosas en el mundo como EUA, Alemania y China tienen en común son: competitividad, desarrollo de PyMEs y el acceso a inversión y crédito. Esto necesita México también. Lo que queda más que claro es que el tema de la competitividad a nivel político y empresarial se pone cada vez más crucial. La capacidad de planear e implementar estrategias acertadas definirá más que nunca un futuro éxito o fracaso.

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