Monterrey

Jorge O. Moreno: Escasez de agua y exceso de inflación - nuestra cuesta de enero

¿Hay manera de vincular ambos problemas desde la perspectiva económica?

Sin duda, los dos temas socioeconómicos más relevantes en la agenda de este inicio de año están representados en el encabezado de la presente entrega. Por una parte, tenemos los alarmantes niveles en los que se encuentran las presas que abastecen de agua la Zona Metropolitana de Monterrey, y, por otra, los altos niveles de inflación que derivaron en el incremento en 50 puntos base de la tasa de interés de referencia por parte del Banco de México el día de ayer jueves 10 de febrero.

¿Hay manera de vincular ambos problemas desde la perspectiva económica? La respuesta es, principio sí, ya que tanto inflación como escasez representan un problema de precios.

Mientras que la escasez de agua podría reflejar que su precio, subsidiado y sin fluctuaciones desde hace décadas, no representa su verdadero valor social, y que su uso no está correctamente asignado entre su consumo industrial y de vivienda, en el caso de la inflación, es un problema de precios en el sentido de que las expectativas de la inflación y el componente subyacente a la misma no ceden a las presiones alcistas, y continúan ubicando los niveles de esta variable por encima de sus expectativas, y muy por arriba de los objetivos de política monetaria a los que estábamos acostumbrados hasta hace relativamente poco tiempo.

La pregunta que surge de nuestras reflexiones anteriores es, naturalmente, si un mecanismo de precios basado en el mercado puede corregir o atenuar, tanto la escasez de agua como recuperar la tendencia inflacionaria en los niveles objetivo por parte del Banco de México, esto es, alrededor del 3.5%.

Hagamos una breve reflexión al respecto. El problema del agua en la ZMM no es nuevo, sino que se remonta a la década de los 70s y 80s cuando el crecimiento abrupto en la población hizo necesario campañas de concientización del uso, así como restricciones al consumo con horarios predeterminados y cortes programados. Año tras año, los niveles de agua de las presas están sujetos a las contingencias climáticas: abundante en tiempos de ciclones y tormentas (al punto de tener que abrir compuertas para evitar el colapso de las presas), y escaza en épocas de sequías (como lo ha sido la contingencia climática de 2020 a la fecha).

Si el agua fuera una mercancía como cualquier otra, el precio de su consumo debería ajustarse a la oferta disponible, pero también a los ciclos y tipos de demanda. Dado que el conocimiento (ya no digamos el control) de la precipitación pluvial es todavía una herramienta tecnológica inalcanzable, su conservación depende fundamentalmente del almacenamiento y distribución, definidos por la capacidad de aprovechamiento de cada lluvia, y de la organización y reducción de desperdicio por parte de usuarios y redes de distribución del recurso. Esta naturaleza de su uso y regulación, dan origen al monopolio que existe en su acumulación y distribución, el precio no se ajusta a factores como escasez relativa, ocasionando que, sin necesariamente hablar de desperdicio, su consumo continue de forma que la Presa Rodrigo Gómez ya se ubica en un alarmante 22% de su capacidad, el más bajo en más de 60 años.

Por otra parte, las presiones inflacionarias no ceden y han ocasionado que la recién nombrada Gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez de la mano de la Junta de Gobierno y por voto dividido, hayan concertado un incremento de 50 puntos base a la tasa de referencia, siendo este el primer incremento de los varios que la comunidad financiera espera se realice para contener la amenaza inflacionaria.

Volviendo a la pregunta original de esta entrega: ¿puede un mecanismo de precios corregir la escasez de agua y las presiones inflacionarias? La respuesta es “depende”.

El mecanismo de precios es la forma más eficiente de asignar consumo y producción siempre y cuando existan condiciones garantizadas como el estado de derecho, la libertad, la transparencia y la equidad. Cuando una de estas condiciones falla, se generan asimetrías que ponen en riesgo la eficacia del mecanismo de precios como la mejor alternativa, pudiendo dar origen a otras soluciones como son las subastas o los monopolios regulados.

Con respecto al consumo de agua ¿cómo coordinar efectivamente la escasez actual con los incentivos a su uso y la búsqueda del aprovechamiento y el castigo al desperdicio? Considerando que un mecanismo puro de precios regido por oferta y demanda es políticamente inviable (esto es, que el precio se ajuste de manera automática para reflejar al consumidor el costo de almacenaje, distribución y su escasez) resulta fundamental informar de manera oportuna y transparente los niveles de almacenamiento de las presas, buscando concientizar a la sociedad de su uso, y en caso necesario, aplicar multas estrictas a su desperdicio.

Por otra parte, para la inflación, la transparencia en el manejo de la política monetaria, así como la garantía de autonomía de Banxico son dos pilares fundamentales para controlar las expectativas inflacionarias, particularmente en un entorno de tanta incertidumbre como lo es la aun vigente pandemia por COVID-19.

Mientras eso pasa en los ámbitos macro, nosotros en lo micro de a pie solo nos corresponde cuidar nuestro consumo, ya sea de agua, o de mercancías, pues la cuesta de enero de este 2022 no ha resultado de más fácil tránsito relativamente a las anteriores, y dista mucho de resolverse pronto.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Autor de diversos libros y artículos académicos. Ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo académico y de investigación. Actualmente es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía UANL. Web: www.jorgeomoreno.org.

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