Monterrey

Zidane Zeraoui: México, entre la soberanía y el alineamiento

Debemos tener una política exterior coherente, clara, basada en principios muy sólidos y no tomar posición en función de lo que nos dicta el vecino del norte o los caprichos de la 4T

El 18 de noviembre pasado, en Washington, durante la reunión de los tres líderes de Norteamérica, Trudeau de Canadá, Biden de los Estados Unidos de América y López-Obrador de México, el tema de China estuvo en el centro de los debates entre los países que integran el T-MEC. De hecho, la posición de México fue muy clara al respecto de la potencia asiática.

Después de mostrar con números que Beijing ha rebasado a las tres economías de Norteamérica en su conjunto en el mercado mundial (14.4% contra 13%) y pronosticar que para el 2051, la potencia asiática dominará el 42% mientras que los miembros del T-Mec bajarían en su conjunto para alcanzar apenas el 12%, el presidente de México enfatizó que esta situación “además de ser una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo cual nos pondría en peligro a todos.”

Señalar a China como un peligro evidenció un claro alineamiento de nuestro país con la posición tradicional de los Estados Unidos en relación con China lo que implica varios elementos: estamos dejando nuestra soberanía de lado para “subirnos al tren” norteamericano con lo que nos estamos enfrentando a nuestro segundo socio comercial.

Si bien en el caso de China, la posición de México se centró en la amenaza económica que representa el gigante asiático, ¿qué pasará con la nueva crisis entre Estados Unidos y Rusia? ¿Cuál será el posicionamiento de México? Mantendremos nuestra tradicional doctrina pacifista y de no intervención en los asuntos de otros estados, o nos sumaremos una vez más a la lógica norteamericana.

Desde hace varias semanas, la tensión entre el Occidente y la otrora potencia comunista se ha ido incrementando por las recientes declaraciones de Putin sobre la necesidad de revisar el avance de la Alianza Atlántica en Europa oriental. La posición del líder ruso fue muy clara: no se aceptaría de ninguna manera la adhesión ni de Ucrania, ni de Georgia a la OTAN, aunque esto implique un enfrentamiento directo con las potencias occidentales, más claramente con Estados Unidos.

La invasión a Kazajistán el pasado jueves 5 de enero por las fuerzas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, heredera del Pacto de Varsovia) integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Rusia, es una clara señal que la ex potencia soviética busca lanzar al mundo occidental para mostrar su determinación. Putin definió claramente el cinturón de seguridad para la protección de su país que comienza en el Báltico, llegando a los mares Negro y el Caspio, y se extiende hasta Asia central, y la región limítrofe con China, Afganistán e Irán. En este espacio, Rusia busca mantener su poder y a sus aliados a cualquier precio, como se demostró con Tokayev, el presidente actual de Kazajistán.

Si bien el tema de Asia Central nos puede parecer muy lejano, las implicaciones del conflicto entre Rusia y la OTAN, y en particular el recién alineamiento de México con las decisiones norteamericanas respeto de China, nos puede conllevar a respaldar las posiciones de Washington en otras crisis, como la que se tiene con Rusia.

Si bien es claro que nuestros intereses económicos están vinculados con el T-Mec, no podemos perder de vista que después del desaire con China, tomar una actitud agresiva con Rusia, nos irá aislando más en el escenario internacional, sobre todo por el discurso de izquierda promovido por el liderazgo de la 4T.

¿Cómo podríamos defender nuestra postura ideológica cuando el representante de México en la toma de posesión del presidente Daniel Ortega, el pasado lunes 10 de enero, coincidió con los representantes de China, Rusia, Venezuela, entre los países que asistieron al evento sandinista? ¿Dónde queda nuestra postura pro norteamericana?

Debemos tener una política exterior coherente, clara, basada en principios muy sólidos y no tomar posición en función de lo que nos dicta el vecino del norte o los caprichos de la 4T, incluso el diseño de la Política Exterior mexicana debe considerar los intereses de los estados que integran la federación ya que cualquier acción que se tome afectará a todas las entidades mexicanas, a unas más que a otras, en particular a los estados colindantes con la gran potencia del norte dada la estrecha vinculación transfronteriza.

El autor es Doctor en Ciencia Política, especialista en política internacional y asuntos regionales. Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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