Monterrey

Luz Araceli González: La educación en tiempos de pandemia

Sólo 1% de los estudiantes mexicanos mostró un nivel de desempeño que los ubica en los niveles de competencia más elevados.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es un organismo que busca coordinar políticas económicas y sociales que “favorezcan la prosperidad, la igualdad, las oportunidades y el bienestar para todas las personas de los países que la integran”.

Esta instancia de cooperación internacional integra a 38 Estados cuyo PIB mundial nominal supera el 62%, por lo que se le conoce como “el club de los países más ricos del mundo”. A este club pertenece México desde mayo de 1994, y pese a los rezagos en materia económica y social de los últimos años, seguimos estando dentro de los 20 países más ricos del mundo con base en el PIB nominal tal y como se lee en el informe de enero del 2021 del Fondo Monetario Internacional en el que nuestro país ocupa el lugar 16.

La OCDE cuenta, entre sus múltiples actividades e iniciativas, con el Programa para le evaluación internacional de estudiantes a través de la llamada prueba PISA, la cual mide “la capacidad de los jóvenes de 15 años para usar sus conocimientos y habilidades en lectura, matemáticas y ciencias para enfrentar desafíos de la vida real”. Esta evaluación se lleva a cabo cada tres años.

Los resultados publicados por la propia OCDE y presentados en el sitio del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) no son nada alentadores. Los datos que van del 2000 al 2018, año en que se aplicó la última prueba PISA, muestran un marcado deterioro en el desempeño de los jóvenes mexicanos. Como muestra baste citar que “sólo 1% de los estudiantes (mexicanos) mostró un nivel de desempeño que los ubica en los niveles de competencia más elevados en al menos una de las áreas de conocimiento y 35% no tuvo un nivel mínimo de competencia adecuado en las tres áreas de conocimiento”, es decir en los tres rubros que evalúa la prueba, México figura entre los últimos 5 países.

Estos resultados son francamente preocupantes, ponen en evidencia el rezago estructural de la educación en nuestro país y peor aún no se han visto acciones efectivas en materia de políticas públicas en el sector educativo que revirtieran estos resultados en las dos últimas décadas y por el contrario los resultados han ido a la baja, cabe destacar que esto ocurrió previo a la actual pandemia.

Hoy después de más de un año en que los niños y jóvenes de nuestro país han abandonado los planteles educativos como resultado de la pandemia por el COVID-19 y las alternativas de educación a distancia han sido totalmente disímbolas entre la educación pública y privada, es alarmante corroborar el aún más marcado rezago en la educación de la niñez mexicana.

Nos encontramos ante instalaciones abandonadas cuyo deterioro es evidente, una reforma educativa abortada, graves problemas magisteriales, sindicales y de capacitación de los docentes, aunado todo esto a profundas diferencias socioeconómicas que se profundizan entre los sectores urbanos y rurales. Muchos han señalado que la educación era un mecanismo de movilidad social, generaciones de mexicanos así lo constatamos… hoy eso parece ser una falacia.

La promesa de un regreso presencial a los planteles educativos enfrenta serias contradicciones. En tanto que el presidente de México afirma que en agosto se volverá a las aulas, surgen más y más cuestionamientos a la efectividad de la vacuna CanSino la cual fue aplicada al sector magisterial del país.

Gobernadores recientemente electos como el de Nuevo León, entre otros, prometen un pronto regreso presencial a clases, mientras que las autoridades de salud federal aseveran que nos encontramos ante una tercera ola de la pandemia aún más riesgosa por las 24 variantes del COVID-19 presentes en nuestro país de acuerdo con la información de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) entre las que destacan la Delta, Alpha y Gamma.

A la crisis económica, el desempleo y las severas repercusiones en todos los sectores debido a la pandemia se suma una crisis aún mayor, la del sector educativo nacional que pone en riesgo a toda una generación de jóvenes mexicanos y con ellos al país en su conjunto.

Urge generar un proyecto nacional de rescate para el sector educativo, es tiempo de actuar poniendo en el centro de las preocupaciones nacionales a esta generación de jóvenes y niños y dejar para más tarde las aspiraciones a la presidencia que hoy por hoy parecen sumamente anticipadas.

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.

COLUMNAS ANTERIORES

Auna inaugura tecnología de vanguardia para tratamiento del cáncer en Mty
Suben 1.2% flujo y 0.8% utilidad de AC

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.