Durante el primer trimestre de este año, México colocó deuda en el extranjero a un nivel máximo desde que se tiene registro de 12 mil 462 millones de dólares, de acuerdo con datos del Banco de México (Banxico), cuya serie inicia en 1995.
El aumento dichos flujos derivó en términos brutos –sin considerar amortizaciones- de la venta de bonos soberanos del Gobierno Federal por un monto de cinco mil 98 millones de dólares, a lo que se sumó el papel de deuda de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por mil 570.7 y el de Petróleos Mexicanos (Pemex) por siete mil 712.4 millones.
Las fuertes colocaciones observadas en el primer trimestre tuvieron como propósito ampliar la base de inversionistas y fortalecer la curva de rendimiento, señaló la Secretaría de Hacienda (SHCP) tras una de las emisiones realizadas.
El incremento en la colocación de valores ocurrió también bajo un contexto en el que se preveían condiciones menos favorables para la obtención de recursos del exterior.
La mayor obtención de recursos por parte del gobierno a través de la venta de bonos contrasta con la reducción en el financiamiento solicitado al sector bancario, pues éste se redujo en 96.3 millones de dólares durante el periodo.
En total, considerando la colocación de valores en el exterior y el financiamiento bancario, el endeudamiento exterior del sector público sumó 12 mil 366 millones de dólares.
En la otra cara de la moneda, el financiamiento dirigido al sector privado se elevó a cinco mil 97 millones de dólares en el primer trimestre del 2016, mientras que un año antes el indicador fue negativo por siete mil 594 millones de dólares.
DEUDA AUMENTA Y CAMBIA SU COMPOSICIÓN
De manera general, el endeudamiento de México con el exterior subió 265 por ciento al ascender a 17 mil 462 millones de dólares durante el primer trimestre, el mayor desde el segundo trimestre de 2014, de acuerdo con cálculos elaborados con cifras del Banxico.
La mezcla del financiamiento externo se modificó para depender en mayor medida de recursos que son más volátiles, como la colocación de valores en el exterior, debido a una postura cautelosa por parte de la banca internacional en el otorgamiento de nuevos créditos.
La posibilidad de que la Fed profundice su política restriccionista en materia de tasas podría encarecer y dificultar el acceso al financiamiento externo, tanto para el gobierno como para las empresas del sector privado.
