Enfoques

Adiós a los “dólares cubanos”

Aquellos que están sólo en la economía del peso son completamente dependientes del gobierno, que controla más de 85 por ciento del total de la economía, dijo John Kavulich, presidente del Consejo Económico y de Intercambio Estados Unidos-Cuba, de Nueva York.

La crisis de la moneda cubana comienza a unos 75 metros que uno entra a la isla. Aterrizo en la tarde, y tras pasar por la aduana, entro en la terminal de llegadas del aeropuerto de La Habana y pido ayuda. Le pregunto a una mujer en un uniforme gris tipo militar dónde puedo cambiar dinero. "Sígueme", dice.

Pero ella no gira a la izquierda, hacia el centro cambiario del aeropuerto. Estas casas de cambio del gobierno (conocidas como Cadecas) son la única manera legal, junto con los bancos, para intercambiar moneda foránea por pesos cubanos convertibles (CUC), la divisa diseñada los turistas que visitan el país caribeño.

Mi guía gira a la derecha y sólo me habla cuando llegamos a una zona tranquila en la parte superior de una escalera mecánica. "El tipo de cambio oficial es de 87 por 100", susurra, esto es, CUCs a dólares. "Te voy a dar 90. Así que es un buen negocio para ti".

Quiero cambiar 500 dólares, y sin pestañear me indica "Ve al baño de hombres y cuenta tu dinero, yo haré lo mismo en el baño de mujeres." Me encierro en uno de los baños y trato de contar hasta 25 poniendo billetes de 20 dólares en mis rodillas. Tocan a la puerta con urgencia, y por debajo de la puerta veo zapatos de mujer. "Todavía estoy contando", le digo.

Ella vuelve a los dos minutos y entra al cubículo del baño. Intercambiamos fajos, contamos, y el encuentro termina. Por mis 500 dólares recibo 450 CUCs, la moneda que se necesita para comprar casi cualquier cosa importante en Cuba desde 1994.

A los cubanos no se les paga en CUCs, los isleños reciben sus salarios en una moneda diferente, el peso nacional que lleva el rostro del Che Guevara, entre otros, pero que vale una veinticincoava parte de un CUC. Este peso convertible, el CUC dolarizado pensado para los turistas, ha sido durante 21 años la clave para una vida mejor en la isla, así como un doloroso recordatorio de la diferencia entre quienes tienen y quienes no. Pero eso está por cambiar: Cuba desaparecerá el CUC. Descrito como una cuestión de justicia por el presidente Raúl Castro, el fin del sistema de dos monedas es también clave para reformar la máquina singularmente incompetente y caótica que es la economía cubana.

Incluso en Cuba hay mercados, y los efectos del anuncio hecho por Castro en octubre de un plan de cinco pasos para la eliminación gradual del CUC ya se están sintiendo en cada cartera del país. El gobierno ha emitido notificaciones y tablas de conversión de precios e introdujo nuevos billetes, de mayor denominación, para complementar el bajo valor del peso nacional. El próximo año el CUC dejará de circular -lo que los economistas cubanos llaman el Día Cero- y luego, en los pasos cuatro y cinco, el peso cubano podrá cambiarse y se medirá frente a una canasta de cinco divisas: el yuan, el euro, el dólar y otras dos que serán determinadas después.

La apuesta de Raúl Castro es que puede soltar algo de control sobre la economía a cambio de crecimiento, garantizando así la supervivencia del régimen. La realidad, sin embargo, puede ser más desconcertante. Durante mi visita, fui testigo de la acumulación de dólares, un inestable mercado negro y una profunda desconfianza de las especulaciones financieras del gobierno.

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En enero de 1961, un buque atracó en el puerto de Santiago de Cuba con una carga de dinero recién acuñado. El peso cubano prerevolucionario se había mantenido estable y valioso durante décadas, una fuente de orgullo patriótico. Durante la noche, la revolución cubana invalidó el viejo peso y lo reemplazó con nuevos billetes, firmados por el Che Guevara y que valían lo que el gobierno dijo que valían. El gesto marginó a los opositores, redujo la independencia de las clases medias y profesionales, y se apoderó de la riqueza restante de la isla en un solo gesto. En 1967, cuando murió el Che, su rostro se imprimió en la divisa, adornando memorablemente un billete de 3 pesos con el que podías comprar un almuerzo y una bebida; hoy ese mismo billete vale 12 centavos.

El fin de los subsidios soviéticos en 1991 trajo una verdadera desesperación económica para Cuba. En 1994, en un esfuerzo para controlar los mercados negros y apoderarse una vez más de los recursos de la isla, el gobierno introdujo el CUC. Inicialmente era una moneda estrictamente para los turistas, la única moneda de curso legal para todos esos mojitos y langostinos. El CUC se fijó en 1:1 con el dólar estadounidense, y sólo las comisiones cobradas para cambiarlo (hasta de un 20 por ciento) le dejaban miles de millones al gobierno cubano cada año.

El CUC convirtió al turismo en un lucrativo salvavidas durante la década de 1990, y al principio sólo un puñado de importaciones básicas como zapatos, jabón o neumáticos, se vendían a los cubanos en CUCs y en pocas tiendas fuertemente custodiadas. Hoy por hoy esas mal llamadas "tiendas en dólares" existen en cada barrio, y el CUC, cuyo propósito original era aislar a los cubanos del capitalismo, es la única manera de comprar la mayoría de los bienes de consumo.

Este es el dilema cubano: Los salarios se pagan en pesos cubanos ordinarios, el salario medio es de unos 20 dólares al mes, a pesar de que el costo de sobrevivir asciende a unos 50 dólares al mes. Aunque el vigente sistema de dos monedas parezca ridículamente ineficiente, ha permitido al gobierno mantener el dominio casi total de la economía. La revolución cubana siempre ha visto el dinero como un problema, no una solución. "Es parte del ADN que Fidel imprimió en la revolución", señala Ted Henken, sociólogo de Baruch College experto en la isla.

Lo que el gobierno por fin ha comprendido es que el sistema de dos divisas se ha vuelto insostenible económica y políticamente. Para sortearlo, los cubanos roban los recursos del Estado, trabajan en el mercado negro e incluso aprovechan la diferencia de precios entre los mangos en los extremos opuestos del país.

El cambio de moneda ya está ocurriendo, señala Omar Everleny, principal economista del Center for the Study of the Cuban Economy. El primer paso era anunciarlo a la población, a fin de prepararla psicológicamente para la venidera transición. El segundo, que comenzó una semana antes de mi llegada en febrero, fue emitir nuevos billetes en pesos de alta denominación, así la gente puede pagar precios más altos sin necesidad de llevar una mochila llena de dinero (los antiguos billetes son de denominación tan baja que hay que llevar muchos para comprar algo).

El calendario para los tres pasos restantes es impreciso, a la manera cubana. Raúl dijo en su discurso que las dos monedas tenían que unificarse antes del próximo congreso del Partido Comunista, programado para el 16 de abril de 2016. Lo único que se sabe es que el Día Cero ocurrirá antes de esa fecha.

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