Financial Times

Trump, ¿a punto de iniciar una nueva 'guerra' comercial equivocada?

Existe la oportunidad para que una nueva alianza transatlántica beneficie tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea.

Donald Trump puede estar a punto de iniciar una guerra comercial equivocada... otra vez. Aunque el presidente estadounidense afirma estar logrando verdaderos avances en las negociaciones comerciales con China, el Departamento de Comercio está a punto de proponerle recomendaciones sobre sus investigaciones acerca de las importaciones automotrices de la Sección 232, lo cual podría permitirle utilizar la seguridad nacional como excusa para aplicar nuevos aranceles a vehículos extranjeros. Trump tiene 90 días para implementarlos, pero muchos expertos creen que existe una buena posibilidad de que tomará acción antes y que aplicará los aranceles a los coches europeos y japoneses.

Es difícil exagerar el daño que esto provocaría. Trump pregona los "avances" en las negociaciones comerciales con China porque quiere que lo vean como un "gran negociador". Pero esta finta no convence a nadie; las tensiones entre EU y China son grandes, son existenciales y durarán décadas. Hay buenas razones para darles un respiro económico a ambos países: la desaceleración de China ha afectado a compañías estadounidenses, entre ellas Apple.

Mientras tanto, Trump podría estar a punto de usar el acero y los coches como una manera torpe de meterse en una negociación de libre comercio con Europa, posiblemente para tratar de deshacerse de viejos problemas comerciales transatlánticos, como los subsidios agrícolas de la UE, que él considera "injustos".

Aunque nunca es un buen momento para una guerra comercial con aliados, este momento es especialmente malo. Europa tiene sus subsidios y sus favoritos industriales, al igual que EU. Pero en este momento existe una gran oportunidad para una nueva alianza transatlántica en varias áreas que beneficiaría tanto a EU como a la UE, particularmente en relación con China, que es la verdadera amenaza existencial para el sistema de comercio mundial.

Tomemos, por ejemplo, la industria automotriz del futuro. Aunque Trump quiere imponer aranceles a los coches y camiones tradicionales, esa industria tanto en EU como en Europa está desesperada por crear estándares comunes 5G para los coches inteligentes, y una industria automotriz autónoma que pueda competir con los esfuerzos de Google o de Waymo.

Eso casi seguramente requerirá que se establezca una asociación global en toda la industria entre EU, la UE y Japón, pues ningún productor puede lograrlo por sí solo. Mientras Trump dificulta más la creación de esta alianza, China avanza en la carrera por imponer estándares.

Luego están los intereses comunes en cuanto a las grandes compañías tecnológicas. Existen muchas evidencias de que los intereses privados y públicos a ambos lados del Atlántico están ansiosos por crear regulaciones claras y comunes. Esto incluye el dictamen en Alemania sobre Facebook que vincula la privacidad y la competencia de maneras que son del interés de los reguladores estadounidenses, y las solicitudes del estado de California de "dividendos de datos" según las cuales las grandes compañías tecnológicas les pagarían a las personas por sus datos personales.

Una normativa común sería una gran bendición para la industria en ambas regiones. Aunque el comercio de bienes y servicios tradicionales se ha mantenido estable durante varios años, los flujos de datos transfronterizos se multiplicaron en 148 veces desde 2005 hasta 2017, según un nuevo análisis del McKinsey Global Institute. Sorprendentemente, las únicas regulaciones de la Organización Mundial del Comercio que rigen los flujos de datos se aplican a los servicios financieros.

Por supuesto, hay legítimos puntos de tensión comercial entre EU y Europa. Pero hay muchos más intereses comunes, particularmente cuando se compara con China.

Hace poco hablé con un diplomático francés que estaba preparando una lista de los enfoques en los que sentía que EU y Europa coincidían.

Esto era parte de un esfuerzo para convencer tanto a su propio gobierno como a la burocracia de la UE en Bruselas de que deberían ignorar las groserías de Trump y abrirse a los beneficios de unir fuerzas con EU para controlar los mercados de alto crecimiento del futuro antes de que China los ocupe.

A pesar de cuán polarizados parecen estar EU y Europa, se podría alegar que éste es realmente el mejor momento que hemos tenido en años para forjar una nueva alianza transatlántica.

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