Financial Times

Tres razones por las que los ejecutivos no salen 'del clóset'

Lord Browne, expresidente ejecutivo de BP, mantuvo durante años en secreto su orientación sexual, y cuando la reveló fue para evitar que un diario diera la ‘exclusiva’; hasta en Silicon Valley, los directivos gays son cautelosos.

Orgullosos, pero todavía cautelosos. En los últimos años, uno de los inversores más exitosos de Silicon Valley ha vivido una doble vida. Sus amigos y la mayoría de sus colegas saben que es gay y no podría importarles menos. Pero este hombre, a quien llamaré Bob, nunca ha "salido del clóset".

Él no habla de temas gay en público ni lleva a su pareja a eventos sociales. "Silicon Valley es un club de hombres", explica un amigo de mucho tiempo; aparentemente Bob teme que si revela su orientación sexual, sufrirá una desventaja en la carrera para recaudar fondos.

Ésa es una paradoja de la vida empresarial estadounidense y una que necesita cambiarse ya. En junio, Estados Unidos celebra oficialmente el mes del orgullo lésbico, gay, bisexual y transexual (LGBT). Washington y Wall Street se esfuerzan por demostrar que son políticamente correctos al apoyar la "diversidad" y la causa LGBT.


El presidente Barack Obama anunció esta semana, por ejemplo, que el gobierno federal ya no tratará con contratistas que discriminen a personas debido a su orientación sexual. El mismo día, Credit Suisse organizó un desayuno de alto perfil para Lord Browne, expresidente ejecutivo de BP, donde habló sobre por qué tuvo que ocultar durante años el hecho de ser gay.

El mes pasado, en otro acto conmovedor, tres de los financieros más conocidos de Nueva York –Paul Singer, John Mack y Dan O'Connell, juntos en un escenario con sus hijos gay– mostraron su apoyo a la causa LGBT. Todos admitieron haber tenido cierta cautela con el tema, pero dijeron que cambiaron de opinión cuando sus propios hijos revelaron su sexualidad.

Sin embargo, aun en medio de estas manifestaciones conmovedoras de apoyo corporativo, Lord Browne, expresidente ejecutivo de BP, señala que "en el FTSE 100 y, creo, en el S&P 500, no hay un CEO que 'haya salido'".

Ésa es la situación a pesar de que varios líderes empresariales gay figuran en las juntas corporativas norteamericanas. Uno de ellos es el director ejecutivo de una empresa cuya industria se enorgullece por su progresividad, y cuya sede se encuentra en un bastión del pensamiento liberal. Pero como dice Lord Browne, hay una escasez de líderes de negocios que se presentan a sí mismos como gays. ¿Por qué? No se puede culpar a la discriminación formal; la mayoría de las grandes empresas tienen políticas que prohíben la discriminación contra el personal LGBT.

Tampoco puede realmente atribuirse a temores de que los accionistas abandonarán aquellas empresas con ejecutivos que salgan 'del clóset'. El año pasado, Credit Suisse estableció un índice de LGBT, que rastrea 230 empresas con historiales ejemplares. Este índice ha superado ligeramente al S&P 500 durante los últimos nueve meses, y es un poco menos volátil.

En cambio, la cautela refleja al menos tres temas. Uno es el miedo a las formas sutiles de prejuicio, lo que podría inclinar la balanza en contra de ser promovido, particularmente en el punto donde la pirámide corporativa se estrecha. Lord Browne, por ejemplo, no reveló su sexualidad por su propia elección; se vio obligado a hacerlo ante los planes de un periódico que revelaría su orientación.

Existe el temor de que las personas homosexuales, como las mujeres, suban hasta llegar a la llamada "capa de mazapán" de los ejecutivos que laboran un nivel por debajo de la junta directiva, pero que no logran penetrarla. O así dicen las malas lenguas.

En segundo lugar, algunos líderes empresariales homosexuales odian, lógicamente, la idea de que se les considere como una "minoría" de cualquier tipo. Lord Browne, por ejemplo, señala que una de las razones por las que se mantuvo en silencio durante tantos años fue porque que su madre, una superviviente de Auschwitz, le enseñó que era peligroso sobresalir. Esta señora sabía cuán fácil es destruir la tolerancia. Historias similares han sido una influencia en la herencia familiar de otros líderes empresariales gay.

Un tercer problema es que, incluso cuando las empresas adoptan una postura pro-LGBT, sus proveedores, clientes o inversores no lo han hecho. De ahí la preocupación por el "club de los hombres" de Silicon Valley. Así como los fondos de capital de riesgo encabezados por mujeres tienen más dificultades en obtener capital, existe el temor de que los líderes de inversión abiertamente homosexuales también puedan enfrentar obstáculos.

Es difícil saber si estos temores son justificados. De hecho, es imposible, y lo seguirá siendo a menos que alguien intente probarlo. Pero creo que –por lo menos, espero– que esos temores se disipen con el tiempo.

Después de todo, la extraordinaria rapidez con la que las actitudes públicas más generales en Estados Unidos con respecto al matrimonio gay han cambiado en la última década demuestran que las normas sociales pueden evolucionar rápidamente. Y personas como Lord Browne están trabajando duro para cambiar actitudes de una manera que habría sido inimaginable hace una década. Él insta a otros ejecutivos homosexuales a hablar con franqueza acerca de su sexualidad, insistiendo en que "es mejor para los negocios".

Mientras tanto, Bob seguirá guardando sus secretos, junto con muchos otros ejecutivos gay. Ellos no están solos: muchos directores ejecutivos heterosexuales prefieren mantener los aspectos de su vida personal fuera del ojo público. Aun así, la presión para permanecer en silencio es un anacronismo y una ironía en industrias, como la de la tecnología, que se jactan de estar por delante de la curva. Esa actitud debe, sin duda alguna, terminar.

También lee: