Financial Times

OPEP se hunde en una avalancha de crudo barato

Varios de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleos enfrentan problemas que debilitan al cartel en conjunto, en un escenario de exceso de producción que ha derrumbado los precios del crudo.

Sheikh Ahmed Zaki Yamani, ministro del Petróleo de Arabia Saudí y la figura más prominente de la OPEP entre 1962 y 1986, dijo en la década de los 70, según reportes, que tenía "al mundo pendiendo de un hilo". Hoy, es el cartel petrolero el que está en suspenso.

Si la OPEP todavía fuera la fuerza global que llegó a ser, en la reunión de ministros petroleros de este jueves en Viena se habría acordado un recorte en la producción para estabilizar el mercado. La producción de Estados Unidos se está elevando, la demanda mundial se está reduciendo y los precios del crudo han caído en más de 30 por ciento desde junio.

Representantes de países miembros, como Venezuela y Angola, dijeron que querían ver de nuevo un precio de 100 dólares por barril, comparado con el promedio de 75 dólares de hoy en día.


Sin embargo, la reunión concluyó este jueves con una decisión de dejar sin cambios el rango de producción del cartel, preparando el escenario para una creciente sobreoferta y un continuo declinamiento en los precios el próximo año.

La falta de cohesión en un grupo que con frecuencia ha causado terror en los corazones de los consumidores de petróleo alrededor del mundo será muy bien recibida y con razón. Los débiles precios del crudo son un impulso que le urge a la decaída economía mundial.

No obstante, las razones por las que la OPEP ha fallado en alcanzar acuerdos no son para celebrar. Aunque el mundo no necesite un cartel petrolero fuerte, sí requiere de naciones productoras fortalecidas, y la falta de disciplina de la organización refleja la debilidad de muchos de sus miembros.

Los países más fuertes de la OPEP -Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait- pudieron ver que si ellos cortaban su producción, no muchos de sus compañeros miembros del cartel eran propensos a seguir su ejemplo.

Iran y Libia ya han sufrido fuertes caídas en su producción: el primero, como resultado de las sanciones internacionales, que durarán al menos otros siete meses con la última extensión de las negociaciones nucleares entre Teherán y Occidente.

Libia continúa sufriendo por el conflicto entre facciones que esta semana ha mostrado señales de escalamiento. En tanto, en Venezuela y Nigeria, gobiernos electos democráticamente enfrentan crisis financieras. Irak, que no está cubierto por el sistema de cuotas de la OPEP, ha mostrado intenciones de reintegrarse cuando la producción llegué a los 4 o 5 millones de barriles al día, lo que espera que ocurra este mismo año. Sin embargo, sigue produciendo únicamente unos 3.1 millones de barriles diarios.

Con tantos miembros de la OPEP en dificultades, Estados Unidos ha sido capaz de cumplir con la creciente demanda global de petróleo, gracias a la revolución del shale.

Eventualmente, el boom estadounidense del shale disminuirá, quizá tan pronto como al fin de la presente década. La demanda en las economías emergentes, en tanto, sólo podrá ir hacia arriba debido al avance de la industrialización.

Cerca de un tercio del incremento de la demanda petrolera en los próximos 25 años será para el combustible de camiones en Asia, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, y será muy complicado frenar o sustituir tal demanda.

Los miembros de la OPEP controlan cuatro quintas partes de las reservas probadas del mundo y, si muchos continúan en situaciones de inestabilidad como hoy en día, será muy difícil desarrollar dichas reservas para alcanzar todo su potencial.

Tanto los países consumidores como los productores necesitan hacer más para respaldar la futura producción de petróleo, lo que significa invertir hoy en capacidad adicional. El mundo entero tiene interés en evitar una escasez que podría golpear los precios del crudo y enviar de vuelta la economía global en una recesión.

El más grave error, y el más común, en el mercado de los commoditties es actuar como si cualquier conjunto de circunstancias fuera a durar para siempre.

Los consumidores pueden disfrutar la abundancia mientras dure, pero deberían también estar planeando rumbo a un futuro en el que los productores tengan de nuevo el control de los hilos.

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