Financial Times

Maduro está en guerra con su propio pueblo

El país sudamericano está en peligro de sufrir un violento colapso generalizado.

Nicolás Maduro ha resistido, por ahora, el reto más osado del líder opositor Juan Guaidó y sus partidarios, pero su control sobre el poder se está debilitando. Las deserciones militares están aumentando; incluso el exjefe de la policía secreta escribió una carta el martes pidiendo un cambio. A los venezolanos les indigna la pobreza en la que el presidente y su antecesor, Hugo Chávez, los han sumido. Es hora de que Maduro acepte el exilio que le han ofrecido, o que dimita y celebre elecciones libres para que su régimen no termine en violencia y derramamiento de sangre.

El líder del Partido Socialista Unido de Venezuela y presidente nominal está en guerra con su propio pueblo. Venezuela, que alguna vez fue uno de los países más ricos de América Latina, todavía posee las reservas de petróleo probadas más grandes del mundo. Sin embargo, está sufriendo hiperinflación, apagones y escasez de alimentos y medicamentos. Más de 3 millones de personas — o el 10 por ciento de la población — han huido al extranjero. Hay una represión general de los opositores del gobierno.

Además, Maduro es un líder ilegítimo. La mayor parte del mundo — excepto Rusia, China o Turquía — ha denunciado como fraudulentas las elecciones del año pasado en las que Maduro fue reelegido para un segundo mandato de seis años. En cambio, desde enero más de 50 países han reconocido a Guaidó como presidente interino. Su legitimidad se basa en su presidencia de la Asamblea Nacional, la única institución política reconocida por la mayor parte de la comunidad internacional, que fue elegida en 2015 con una mayoría de dos tercios de la oposición.

Guaidó ha maniobrado hábilmente, pues ha mantenido su capacidad de circular por todo el país durante cuatro meses, a pesar de que representa una amenaza directa para Maduro. En un mensaje de video sorpresa el martes, se presentó con el personal militar que había cambiado de bando. A su lado estaba Leopoldo López, un líder de la oposición quien había estado bajo arresto domiciliario durante dos años, pero que aparentemente fue liberado por militares desertores. Para asegurar la estabilidad de Venezuela, es vital evitar que el ejército se divida en dos bandos. Los líderes de las fuerzas armadas que no han cambiado de bando deben darse cuenta de que los días de Maduro están contados, y priorizar los intereses de sus conciudadanos.

La comunidad internacional debe mantener el apoyo político y moral a Guaidó y endurecer las sanciones que están ejerciendo presión sobre el régimen de Maduro y sus funcionarios. Quizás el círculo de allegados de Maduro y sus pocos aliados internacionales puedan persuadirlo para que reconozca la realidad de su situación.

Al igual que en Siria, Vladimir Putin, el presidente de Rusia, está decidido a oponerse a la percibida política estadounidense de intentar un cambio de régimen donde quiera que no le guste un líder. Pero, a pesar de las negaciones del Kremlin, hay indicios de que Moscú ha estado en conversaciones con Washington sobre un acuerdo para darle una salida a Maduro, quizás a Cuba. El hecho de que esto no haya ocurrido puede representar un desaire deliberado por parte de Putin, o un rechazo de los términos estadounidenses. Pero la Casa Blanca tiene más opciones, en cuanto a las posibles nuevas sanciones sobre Rusia que hasta ahora no ha aplicado. Mientras tanto, un consejo en el oído de Maduro por parte de Beijing podría convencerlo de que se le acabó el tiempo, mientras que a la vez realzaría la afirmación de China de que es una potencia responsable.

Menos mal que hasta ahora se han evitado graves actos de violencia. Pero todas las partes deben reconocer los inmensos riesgos que la situación actual, fluida e impredecible, tiene para Venezuela y para la región en general. El peligro no es tanto de una guerra civil entre grandes grupos armados y definidos, sino de un colapso hacia un caos general y violento. Como las encuestas locales indican que el 80 por ciento de los venezolanos quieren que Maduro se vaya, el riesgo de semejante colapso ahora puede ser mayor si se queda que si se va.

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