Financial Times

El diplomático gay que separa a Francia y El Vaticano

Laurent Stefanini, un diplomático francés abiertamente gay, fue designado por el gobierno de François Hollande como embajador de Francia ante la Santa Sede, pero ésta da largas a su nombramiento presuntamente por su orientación sexual.

"¿Quién soy yo para juzgar?", respondió el Papa Francisco hace dos años, cuando se le preguntó sobre un presunto grupo de presión gay en El Vaticano. Fue un comentario de tono humilde que sin embargo aumentó las esperanzas de un cambio histórico en la actitud de la Iglesia Católica hacia la homosexualidad.

Pero con El Vaticano dándole largas a la aprobación de un diplomático francés gay, el pontífice argentino de 78 años de edad ahora encara las preguntas acerca de su compromiso de liberalizar las enseñanzas de la Iglesia.

Los críticos consideran que el retraso en la aprobación de Laurent Stefanini como embajador de Francia ante la Santa Sede evidencia la persistente discriminación contra los homosexuales, aunque el Papa continúe implementando otras reformas.

Stefanini, quien ya había trabajado en la embajada de Francia ante la Santa Sede entre 2001 y 2005, fue elegido por presidente François Hollande para el cargo más alto en enero y durante los últimos tres meses su nominación ha languidecido.

"Todavía estamos esperando una respuesta del Vaticano", declaró la semana pasada un funcionario del gobierno cercano a Hollande. "Hemos hecho este nombramiento porque Stefanini es uno de los mejores diplomáticos franceses".

El Vaticano no ha divulgado cuál es la razón de la demora y el Papa Francisco no ha hecho declaraciones públicamente sobre el tema. Pero ciertas fuentes con información privilegiada creen que la orientación sexual de Stefanini es el factor crucial y que algunos funcionarios de la Iglesia consideraron su nombramiento como una provocación por parte de Hollande para impulsar su posición política en Francia.

Al aparato diplomático del Vaticano generalmente no le gusta aprobar embajadores que promuevan posiciones que van en contra de las enseñanzas de la Iglesia.

En 2007, el Vaticano, bajo el pontificado del Papa Benedicto XVI, obligó la retirada de otra nominación francesa para la Villa Bonaparte, donde se encuentra la embajada de Francia ante la Santa Sede en Roma, que también era de una persona abiertamente gay.

Los funcionarios de la Iglesia están lejos de estar unidos en esta ocasión, con André Vingt-Trois, arzobispo de París, supuestamente enviando una carta al Papa Francisco en defensa de Stefanini.

Sin embargo, el enfrentamiento se está convirtiendo en una significativa disputa diplomática entre Francia y el Vaticano que inevitablemente atraerá atención hacia el Papa, ya que no hay señal alguna de una resolución fácil.

También está proporcionando una imagen más definida de un Papa quien ha sido elogiado por su entusiasmo reformador. El Papa Francisco ha avanzado rápidamente en sus intentos de reformar las finanzas vaticanas, sacudir su pomposa institución y ser más asertivo a nivel mundial, incluyendo enfurecer a Turquía durante este mes al referirse a la masacre de armenios de 1915 como "genocidio". Sin embargoél todavía actúa cautelosamente cuando se trata de temas sociales polémicos.

Michael Brinkschroeder, teólogo católico y copresidente del foro europeo de los grupos LGBT cristianos, declaró que la "falta de reacción" del Vaticano ante la nominación de Stefanini asestó un "golpe" a la intención del Papa Francisco "de permitirle a la Iglesia ser más misericordiosa y pastoral".

"Creo que una facción conservadora dentro de la Iglesia Católica está ejerciendo su poder al bloquearlo", expresó Brinkschroeder, quien reside en Múnich.

Aparte del asunto de Stefanini, el Papa también se encuentra a la defensiva al otro lado del Océano Atlántico, donde los católicos chilenos protestan contra el nombramiento de Juan Barros como obispo de Osorno, en el sur del país latinoamericano.

Se alega que el obispo Barros ha encubierto los abusos sexuales por parte de su mentor, pero el Vaticano lo ha defendido y el caso se ha convertido en una prueba para el compromiso del Papa de enfrentar el abuso sexual por parte de miembros del clero.

Las víctimas de abusos sexuales que son miembros de un panel creado por el Papa Francisco para abordar el problema exigieron una reunión de emergencia con el líder de la comisión, el cardenal Sean O'Malley de Boston, para exigir que el obispo Barros sea despojado de su nombramiento.

Pero es poco probable que el Papa Francisco ceda y, por lo menos uno de los defensores de las víctimas, Peter Saunders, ha amenazado con dimitir de la comisión debido a esta controversia.

"Eso sería muy perjudicial para el Papa", expresa Austen Ivereigh, quien recientemente publicó 'El gran reformador', una biografía del Papa Francisco. "Es una situación muy dolorosa y problemática, y no veo cómo puede tener una conclusión positiva".

Con París, también parece haber poco margen para un compromiso que no implique desprestigio, ya sea del Papa o de Hollande.

El Papa Francisco ya experimentó reacciones negativas al apoyar una actitud más abierta hacia los homosexuales el año pasado durante una reunión especial de obispos católicos después de que los cardenales conservadores lanzaron una intensa oposición a cualquier cambio.

Quizá temiendo una nueva reacción negativa, el pontífice argentino parece estar manteniéndose firme en cuanto a la oposición a Stefanini, incluso si esto significa que la Villa Bonaparte permanezca vacía.

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