Financial Times

Escocia seguirá siendo Escocia, pero Reino Unido cambiará

Los escoceses están divididos por el referéndum que definirá su independencia, pero al final, Reino Unido es el que no podrá quedar igual.

Afuera de su casa de piedra oscura, Roger White pide disculpas por sus lágrimas, mientras explica que el referéndum sobre la independencia "me ha arrancado a mi familia". Como una de sus tres hijas, el ex funcionario público votará por el "No", pero su pareja y sus otras dos hijas van por el "Sí". Al otro lado de la ciudad, Alison Alphonse, gerente de ventas, se queja de insomnio. "Me siento enferma. No puedo dormir. Sólo quiero saber la respuesta".

Todo lo que sabe ahora es la pregunta: ¿debe Escocia ser un país independiente? Cuatro millones de escoceses darán hoy su veredicto luego de dos tensos años desde que los gobiernos del Reino Unido y Escocia acordaron los términos del referéndum. Poco a poco, primero, y luego de repente, la idea de la secesión ha rodeado a los escoceses como la niebla.

Escocia se ha sorprendido sí misma, así como al resto del mundo. Banderas y carteles de la campaña son la nueva parafernalia del espacio público. Cientos de miles han dado su opinión en las redes sociales y en los ayuntamientos. El murmullo del referéndum -¿por qué no quieres ser libre? ¿Qué moneda usaríamos?- resuena como un ruido de fondo. El 97 por ciento del electorado está registrado para votar.


Cuando hay belleza en la historia de Escocia, el terror nunca está lejos, dijo en 1999 Donald Dewar, laborista escocés y uno de los principales impulsores del parlamento descentralizado y quien murió en 2000 por un accidente. Lo ajustado de las encuestas ha asustado a quienes creen en el poder de 307 años de la unión. "Nadie en su imaginación más salvaje habría pensado que esto pasaría", dice un ingeniero petrolero. Se unió a la campaña del "No" después de que una encuesta pusiera el "Sí" por delante.

En el siglo XX, el eje económico de Escocia se desplazó desde el oeste industrial al este financiero de Edimburgo y a los hidrocarburos del Mar del Norte. La visión del Partido Nacional de Escocia apuesta por un futuro basado en los ingresos petroleros. Como la mayoría de los analistas independientes, los petroleros de Aberdeen se muestran escépticos sobre estas expectativas. "Mi vida ha sido en petróleo", señaló el ingeniero petrolero Bill Sinclair, dueño de un pequeño negocio. "Yo no soy economista, pero sé que dos más dos nunca es igual cinco".

Una encuesta publicada el martes por Opinium encontró que la mitad de los escoceses cree que el referéndum ha sido motivo de división. Los voluntarios en Aberdeen están convencidos de que la única forma de tener una sociedad más justa es a través de la independencia. "El cambio nunca puede venir de Westminster", dice uno. Ellos desconfían de los políticos y los medios de comunicación, un sentimiento latente que a veces se ha desbordado.

Otros, en particular los simpatizantes del "No", sienten que quedarán heridas que curar. Ellos ven un "Sí" liderado por un mentiroso Alex Salmond, no un movimiento. "Todo comenzó por la separación del Reino Unido", dice Jodie Buchan, "y ha terminado por dividir escoceses". Este gerente de ventas agrega: "Cada parte de mi vida - trabajo, escuela, parque, familia- ha sido marcada por la referéndum".

La catarsis está a horas de distancia, pero es el Reino Unido, no Escocia, el que está al borde de la ruptura. Escocia era una nación antes de la unión y será una nación después de que los votos sean contados. Desde el siglo 10, cuando el grito de "¡Albanaich!" (¡Escoceses!) se oyó en el campo de batalla, hasta el 21, cuando los poemas de Robert Burns se recitan cada enero, la identidad escocesa no ha requerido un estado. Los escoceses están enfrentados unos contra otros, pero siempre serán escoceses.

Toda una exhausta nación sabe que el Reino Unido va a cambiar a partir de hoy. Los líderes de los mayores partidos de Westminster han prometido más de descentralización. Los riesgos son tan altos que quienes respaldan la unión han aceptado la derrota para tratar de rescatar la victoria.

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