Una enorme grúa descarga planchas de acero gigantes, destinadas para fábricas en México, de un barco procedente de Rusia. Los camiones en cola -algunos de los 800 que diariamente cruzan la frontera- se llenan de productos derivados del petróleo. Bobinas de acero, alimentos para animales, azúcar y colosales turbinas eólicas se encuentran en almacenes o en lotes en espera de su viaje hacia el sur.
Éste es el Puerto de Brownsville en Texas, la mayor entrada del acero a México, un gran 'conducto' para los productos petrolíferos estadounidenses que cruzan la frontera y el frente en la creciente guerra comercial de Washington contra su vecino y socio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). EU aumentó las tensiones este mes al presentar quejas contra México y contra otros países ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Sin embargo, hasta ahora los aranceles estadounidenses y mexicanos no han logrado afectar el comercio transfronterizo en este puerto, y el auge del comercio bilateral no muestra signos de desaceleración. El comercio entre EU y México aumentó 10 por ciento durante los primeros cinco meses de este año a 249 mil millones de dólares, en comparación con el mismo periodo en 2017 cuando comenzó la presidencia de Donald Trump. Mientras tanto, el déficit comercial estadounidense aumentó dos por ciento a 30.6 mil millones durante el mismo periodo, según cifras estadounidenses.
"No hemos experimentado ningún impacto todavía. Estamos esperando a ver qué va a pasar, pero nuestros clientes no parecen estar demasiado preocupados", comentó Eduardo Campirano, el director ejecutivo del puerto.
Con el 95 por ciento de sus cargas dirigidas a México, Brownsville ha aumentado los volúmenes de comercio en un 50 por ciento, casi ha duplicado los ingresos desde 2008 y, en 5.3 mil millones de dólares, la zona de comercio exterior que administra es la segunda más grande de EU medida en valores de exportación e importación. Pase lo que pase con los aranceles, "el comercio no se detendrá ", dijo Shannon O'Neil del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés).
El 1 de junio, Trump utilizó argumentos relacionados con la seguridad nacional para imponer aranceles al acero y al aluminio, incluso provenientes de México, conforme los países experimentaban dificultadas en progresar después de casi un año de conversaciones para mejorar el TLCAN. La represalia mexicana surgió rápidamente, en forma de aranceles de represalia sobre el acero y sobre una variedad de exportaciones estadounidenses, desde queso y carne de cerdo hasta manzanas y bourbon estadounidense, que EU objetó este mes ante la OMC.
"Es difícil imaginar un puerto tan optimista acerca del impacto de los aranceles", expresó Antonio Garza, el exembajador de EU en México y nativo de Brownsville. "En última instancia, son corrosivos y restrictivos del comercio, no expansivos".
"Brownsville será capaz de capear la tormenta arancelaria", aseguró Chris Wilson del Centro Wilson. "Con la economía estadounidense creciendo a un ritmo saludable, la demanda de acero continuará siendo alta, lo cual significa que los volúmenes de importación se mantendrán fuertes. Los precios subirán, por supuesto, pero serán distribuidos a través de toda la cadena de suministro tanto como sea posible".
Parte de la razón por la cual Brownsville ha demostrado ser resiliente es su ubicación. "Es una muy buena entrada a México… No encontrarás tan fácilmente otro puerto para reemplazarlo", apuntó Bill Ralph, un economista especializado en asuntos marinos de la consultora RK Johns & Associates.
Al mismo tiempo, dado que el puerto maneja principalmente acero en tránsito hacia México, es poco probable que se vea perjudicado por los aranceles al acero sobre las importaciones estadounidenses de la misma manera que otros puertos, dijo Ralph.