Financial Times

Deutsche Bank ofrece una lección en materia de riesgo

En materia financiera, hay bancos más débiles que otros, como el caso de Deutsche Bank, institución que ha sido demandada por el gobierno de EU por sus presuntas violaciones en las ventas de valores respaldados por hipotecas.

Todos los bancos son débiles, pero algunos bancos son más débiles que otros.

Ésta es la principal lección de las turbulencias del mercado que rodean al Deutsche Bank. Sin embargo, también existe una multitud de lecciones adicionales: el enfoque adoptado para castigar a los bancos por sus fracasos es más como disparar un trabuco que un rifle; y todavía es difícil recapitalizar a los bancos sin dinero público. Pero, sobre todo, más de nueve años después del inicio de la crisis financiera global, las preocupaciones sobre la salud del sistema financiero siguen siendo significativas, especialmente en Europa. Esto no debería ser sorprendente. Pero sí debería ser preocupante.

La causa inmediata de la debilidad de Deutsche Bank ha sido la demanda por parte del Departamento de Justicia de EU por 14 mil millones de dólares en el caso contra el banco sobre sus presuntas violaciones en las ventas de valores respaldados por hipotecas en EU.

Pero el banco es estructuralmente débil. Su nombre también es engañoso: careciendo de una sólida base minorista en el extremadamente fragmentado sistema bancario de Alemania, se trata principalmente de un banco de inversión global y muy similar a Goldman Sachs. En un esfuerzo por mantener una alta rentabilidad, Deutsche Bank está altamente apalancado por los estándares de sus colegas. Aproximadamente la mitad de sus 1.8 billones de euros en activos están vinculados a sus actividades comerciales, con una proporción significativa de estos activos, 28.8 mil millones de euros, sin precios de mercado. Incluso para los estándares de sus colegas, es un banco altamente apalancado con un dudoso negocio y turbios activos.

Entonces, ¿qué nos enseña toda esta agitación?

Una primera lección es que los bancos siguen siendo negocios significativamente frágiles. Por su naturaleza, los bancos son entidades extremadamente apalancadas con pasivos ultralíquidos y activos todavía más ilíquidos. Los balances de muchos bancos también son enormes.

Los clientes consideran los pasivos líquidos de los bancos como repositorios de valor y medios de pago totalmente fiables. Los bancos también están extremadamente interconectados, directamente, a través de sus transacciones con otros e, indirectamente, a través de la euforia y el pánico.

Una segunda lección es que la manera en la que todos los reguladores han lidiado con el castigo de los bancos por sus numerosos delitos no es satisfactoria. Es razonable castigar a los accionistas por las felonías de los bancos cuyas acciones poseen. Sin embargo, debemos cuestionar si tiene sentido imponer una sanción tan grande que perjudique la supervivencia de una institución. Y, de mucha mayor importancia, la idea de que los accionistas controlan los bancos es un mito. Es la directiva la que es responsable. Lo que sigue siendo desalentador es que se ha castigado a los accionistas y a unos cuantos empleados de bajo rango, pero los encargados de dirigir estas instituciones han escapado más o menos indemnes. De hecho, ésa es una explicación del ascenso de Donald Trump.

Una tercera lección es que los bancos todavía están descapitalizados, en relación con la escala de sus balances. De manera más inmediata, carecemos de medios fiables para rectificar esta situación. Por lo tanto, mientras que los gobiernos insisten en que los rescates se han descartado, pocos lo creen, sobre todo en el caso de un banco de la importancia de Deutsche. El Banco Central Europeo (BCE) ha propuesto rescates temporales como una opción. Pero es difícil creer que este tipo de rescates se revertirían en el futuro. En la práctica, los acreedores privados se darían a la fuga y el gobierno terminaría siendo el propietario del banco en cuestión.

Hace poco la atención se concentró en los bancos italianos. En la actualidad, está concentrada en el Deutsche Bank. Muy probablemente, éste último no dará lugar a una gran crisis. Pero los riesgos en la banca siguen estando presentes. La solución es asegurarse de que haya capital adecuado en todo momento y, en su ausencia, una deuda que sea suficiente para sustentar la recapitalización interna. Y, en la ausencia de ambos, la banca continuará representando una bomba de tiempo.

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