Financial Times

Brasil se mostrará ante el mundo como país vanguardista

La apuesta de la nación carioca será por la tecnología, ya que un paciente parapléjico usará un traje robótico controlado por la mente, para levantarse de la silla de ruedas y patear el balón, antes del partido inaugural.

SAO PAULO. En un mes, Brasil, el país más grande de Latinoamérica, será la sede del evento que lo definirá como un país preparado para el futuro

Pero la persona que hará la primera jugada de la Copa Mundial 2014 en el reluciente nuevo estado Itaquerao en Sao Paulo no será un futbolista.

Rindiendo tributo a la innovación y compasión brasileña, esa jugada será el privilegio de un paciente parapléjico en un traje robótico controlado por la mente, tecnología de vanguardia desarrollada por un neurocientífico brasileño, Miguel Nicolelis.

El paciente, quien aún no ha sido escogido, usará un exoesqueleto robótico experimental que reacciona a señales del cerebro para levantarse de la silla de ruedas y patear la pelota antes de que comience el juego entre Brasil y Croacia en el partido inaugural del torneo.

"Estamos navegando territorio que ha sido completamente inexplorado", dice Nicolelis de la tecnología utilizada en su proyecto "Caminar de Nuevo".

Lo mismo se podría decir de Brasil. El mundo vendrá al torneo esperando el mismo país de siempre: de fútbol, carnaval y samba. Pero los más observadores percibirán que detrás de la atmósfera festiva están tomando lugar cambios profundos.

Después de más de una década de estabilidad económica acompañada por el rápido crecimiento de una nueva clase media-baja, Brasil ya no se puede resumir con un manojo de clichés.

El país controla su propio destino en términos de economía, política, relaciones internacionales, cultura o ciencia.

La transformación de Brasil se remonta a 1994 y los comienzos del Plan Real, cuando el país comenzó a atajar la inflación galopante.

Comenzando en el 2003, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente en ese momento, estabilizó el sentimiento del mercado a través de una política monetaria y fiscal responsable. Abordó la desigualdad aumentando los programas de transferencia condicional, como Bolsa Familia, el cual ofrece un estipendio mensual a familias de bajos ingresos a cambio de enviar sus hijos a la escuela.

Esto, combinado con un mayor acceso al crédito y la caída del desempleo, comenzó un auge del consumo. Mientras tanto, ganancias inesperadas de la exportación de productos básicos a China permitieron que el país acumulara una de las mayores reservas de divisas del mundo.

La larga expansión económica ha creado un Brasil casi irreconocible del que Lula da Silva, antiguo radical sindicalista, heredó de Fernando Henrique Cardoso, su predecesor centro-derechista.

Brasil es el cuarto mercado de automóviles del mundo, habiendo sobrepasado a Alemania, según Anfavea, el grupo nacional de fabricantes de automóviles. Los cuatro grandes –Fiat, Volkswagen, General Motors y Ford– dominan el mercado, pero recién llegados como Chery de China están incrementando su presencia. La clase media-baja de Brasil, hasta hace poco una masa casi invisible preocupada por la supervivencia de cada día, está surgiendo como fuerza social, política y cultural.

En la escena internacional, Brasil cada vez se vuelve más perentorio. Participa con regularidad en las misiones internacionales de mantenimiento de la paz.

Aunque es una diplomática más reticente que su predecesor, la Presidenta Rousseff tomó la ofensiva el año pasado sobre las revelaciones de Edward Snowden, el ex asesor de la Agencia de Seguridad Nacional, que Washington había espiado sus comunicaciones, cancelando una visita oficial a EU.

Y los votantes brasileños, hasta ahora considerados dóciles, hasta sumisos, han hallado una voz.

El año pasado, durante la Copa Confederaciones –el ensayo general para la Copa Mundial de este año– se lanzaron a las calles en números sin precedentes para expresar su preocupación sobre la corrupción y la ineptitud política. Un grupo radical piensa montar protestas durante la Copa Mundial.

Nadie está seguro si estas protestas –o el resultado de la Copa Mundial– afectarán las elecciones presidenciales en octubre.

Rousseff se enfrenta a un reto cada vez mayor en su candidatura a un segundo mandato contra los candidatos de la oposición: Aécio Nieves del PSDB de centro-derecha de Cardoso; y Eduardo Campos, del PSB, ex gobernador del estado de Pernambuco en el noreste, quien está cortejando a los inversionistas. Si Brasil va a continuar su rápida evolución, el próximo presidente tendrá que tomar decisiones económicas difíciles.

El aumento de la deuda de los hogares, la necesidad de inversión en la infraestructura y los cambios en el ambiente global han agotado el modelo de Lula dirigido por los consumidores.

Jean-Marc Etlin, jefe ejecutivo del Banco de Inversión Itaú BBA, dice: "Nos encontramos en una situación, después de 15 ó 20 años, donde se necesita ir al próximo nivel. Ir al próximo nivel no quiere decir solamente repetir las mismas cosas."

Brasil necesita priorizar la productividad de corto a mediano plazo a través de inversión en la infraestructura, y a largo plazo mejorando la educación, él dice. "Si no, no gozaremos del mismo ritmo de crecimiento."

Los cuatro años del primer mandado de Rousseff han sido un testamento de las dificultades en hacer tales cambios.

Una tecnócrata, ella llegó al cargo con la esperanza de aumentar la inversión. En vez, siguió políticas poco convencionales enfocadas en la manipulación de los índices económicos, como controlar las tasas de interés, los precios y la moneda.

Jan Dehn, director de investigación de Ashmore Investment Management, dice que a menos que el próximo presidente pueda poner en marcha un equipo económico creíble, restaurar la responsabilidad fiscal, liberar la política monetaria y la moneda, y liberalizar los controles de los precios, Brasil seguirá a tropezones con bajo crecimiento y alta inflación.

Las cosas no tienen que ser así

Desde el momento en que el paciente de Nicolelis patee la pelota en Itaquerao, no sólo comenzará la Copa Mundial sino el futuro del mismo Brasil con la campaña electoral que comenzará inmediatamente después del torneo.

Es un futuro que parece increíblemente brillante, siempre y cuando quien gane la elección tenga la valentía para hacer los cambios necesarios.

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