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¿Qué tan seguro es hacer turismo a 6 meses de la llegada del COVID-19 a México?

Capas de gel, sana distancia, sanitización de habitaciones, medición de la temperatura y cubrebocas en medio de un calor sofocante, así son las reglas de la ‘nueva normalidad’.

Filtros sanitarios, mensajes de alertas sobre posibles síntomas, sana distancia e incluso la celebración de un examen para descartar que tienes COVID, son comunes en la 'nueva normalidad' de los viajes en México, una experiencia que vivieron dos reporteros de El Financiero en Los Cabos y la Riviera Nayarit, a poco más de seis meses del primer caso del virus en México.

El turismo fue uno de los sectores más afectados por el COVID en México, con una caída de 57.5 por ciento en la llegada de visitantes internacionales de enero a julio de 2020, luego de que el país dejó de recibir 6.7 millones de viajeros foráneos.

Hoy en día, para los que quieren y pueden viajar, el camino está lleno de gel antibacterial, cubrebocas, termómetros electrónicos, sanitización de cuartos y escaso contacto, pero la pregunta que ronda en el aire sigue siendo ¿qué tan seguro es hacer turismo en México ahora?

Apenas poner el pie en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), es obligatorio el cubrebocas y considerar al menos dos filtros sanitarios, antes de abordar.

En el AICM, como en el super y el banco, hay quienes no saben descifrar las marcas en el suelo para sugerir distanciamiento social, pero también los que portan con fervor mascarillas o quienes se quitan el protector facial ¡para estornudar!

Previo al embarque se avisa que la unidad fue sanitizada, se ofrece gel antibacterial al abordar y durante el vuelo suenan grabaciones que solicitan hacer saber a la tripulación si se tienen síntomas de coronavirus

El cubrebocas es obligatorio durante todo el vuelo, y sólo se puede quitar para comer o beber.

El avión que viajó de CDMX a Los Cabos está lleno, lo mismo el que va de CDMX a la Riviera de Nayarit, afortunadamente, dicen los sobrecargos, 'casi no hay contagios aquí".

El Covid-19 propició, paradójicamente, algo que todas las aerolíneas anhelaban: un desembarque ordenado y escalonado, donde se van nombrando las filas que pueden levantarse, sin embargo, el precio pagado ha sido la peor crisis en la historia de la aviación comercial.

En toda América Latina y el Caribe la demanda de pasajeros por kilómetro transportados disminuyó 87.5 por ciento en julio de 2020 en términos interanuales, de acuerdo con la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).

"En muchos países de América Latina y el Caribe nos acercamos ahora al medio año de suspensión de las operaciones, algo nunca visto en la historia. No generar ingresos y tener que seguir cubriendo los costos durante un período de tiempo tan largo es una lucha por sobrevivir para cualquier industria", afirmó Peter Cerda, Vicepresidente Regional para las Américas de IATA.

En los hoteles, un nuevo filtro para ingresar. En un kiosco o con una pistola térmica se mide la temperatura y otra vez gel antibacterial y sanitización de maletas en el check in y por supuesto los viajeros deben cargar su propio equipaje al cuarto.

Ya instalados, la ocupación hotelera no supera el 30 o 40 por ciento, lo que permite, a diferencia de los aviones, intercalar habitaciones entre ocupadas y vacantes.

Otra novedad, al kit de vanidad las cadenas hoteleras le sumaron gel sanitizante y el bufet dejó de ser self service y ahora es dispensado por personal del hotel que se protege detrás de acrílicos o con cubrebocas.

En los hoteles donde suele perderse el cuidado es en las albercas, el lugar preferido por los huéspedes para romper el protocolo de la sana distancia, además de que es de los pocos espacios comunes en los que no se cuida que el aforo sea menor al 30 o 40 por ciento.

Sin embargo, para los que prefieren extremar los cuidados siempre estará la playa, que, al ser un espacio abierto y menos limitado, puede convertirse en el lugar perfecto para tomar un chapuzón.

¡Spoiler Alert! En la mayoría de los hoteles all inclusive la barra libre de bebidas alcohólicas sigue y aunque los vasos y platos son higienizados, no falta quien opta por llevar su propio termo o vaso para hacer refil a la segura.

Mientras que, en los spas, el personal ofrece sus servicios de masajes y tratamientos, siempre con cubrebocas y aunque el contacto con el turista es inevitable, notoriamente es dónde siempre cuentan con un protocolo de limpieza y orden, que evita aglomeraciones entre visitantes al espaciar las citas.

Del gimnasio, si eres de los que no falla ni de vacaciones, en algunos centros de hospedaje hay que reservar para limitar el aforo, mientras que en otros hoteles de plano ese servicio todavía no se abre, para evitar propagar en zonas cerradas el Covid-19.

El sol, a todo lo que da en Los Cabos y la Riviera de Nayarit, no sabe de virus, ni de lo sofocante que es portar cubrebocas en áreas comunes, pero así es la 'nueva normalidad' del turismo, donde los empleados se esfuerzan por brindar una experiencia placentera y segura, aunque la verdad es que protegerse y cuidar a los demás también es responsabilidad de los viajeros.

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