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Mitsubishi Motors, el 'accidente' que no resultó inesperado

La atribulada automotriz japonesa no aprendió del pasado y está envuelta en un nuevo escándalo, el cual le abrió la puerta a Nissan para comprar un tercio, y quien con su cultura corporativa podrá rescatar a la firma.

El conocido ritual corporativo japonés de culpabilidad: una profunda reverencia frente a las cámaras para purgar una mala acción.

Y en el arte del mea culpa en público, pocas empresas pueden superar a Mitsubish Motors, una compañía propensa a los escándalos.

Este miércoles, el presidente Tetsuro Aikawa anunció su renuncia, que será efectiva el 24 de junio, luego de asumir toda la responsabilidad, en nombre del fabricante de autos, por haber alterado los datos de consumo de combustible de sus autos subcompactos y haber realizado incorrectamente las pruebas en otros modelos desde 1991.

Las revelaciones han costado a la empresa 303 mil millones de yenes (equivalente a dos mil 800 millones de dólares), en valor de mercado.

En otro golpe a la reputación de los fabricantes de autos japoneses, Suzuki Motor dijo que utilizó métodos de medición que no cumplen con las regulaciones japonesas después de que el ministerio de Transporte ordenó a otros fabricantes de autos que investigaran sus prácticas.

El escándalo perjudicó a la marca Mitsubishi Motors y abrió el camino para que Nissan Motor comprará más de un tercio de la empresa con un fuerte descuento, lo cual le otorga poder de veto para las decisiones estratégicas de la empresa.

El presidente Osamu Masuko dijo que Nissan enviará a sus propios ingenieros para enderezar la unidad de Mitsubishi responsable de falsear los datos de kilometraje.

Ceder el control efectivo a su rival fue el último episodio en una década de hechos vergonzosos en Mitsubishi Motors, una empresa con muchos problemas, que se considera en el 'segundo escalón' entre los fabricantes de autos japoneses y apenas con un décimo de las ventas de Toyota Motor.

También representa una caída sorprendente para una empresa que está en el centro de una de las constelaciones corporativas más poderosas de Japón, el Grupo Mitsubishi, con casi 150 años de antigüedad, fabricante del famoso avión de combate Zero de la Segunda Guerra Mundial y primer avión de pasajeros del país.

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CULTURA CORPORATIVA CERRADA


La propensión de Mitsubishi Motors a los problemas, según dicen empleados actuales y que ya salieron de la empresa, es resultado de una poco común cultura corporativa que nunca aprendió, totalmente, las lecciones de su último gran escándalo a comienzos de los años 2000.

La compañía encubrió problemas de seguridad e ignoró las quejas de los clientes, lo cual derivó en que vehículos inseguros siguieran circulando para evitar la vergüenza y los costos de los llamados a revisión (recalls).

"Creíamos contar con una plena investigación después del anterior caso de engaño en 2003, pero no bastó", dijo Masuko en Tokio la semana pasada, donde pasó tres horas respondiendo preguntas de los periodistas inquiriendo cómo pudo producirse semejante fraude generalizado sobre la eficiencia en el consumo de combustible. "El problema tiene raíces profundas", dijo.

La inyección de capital de Nissan dará tiempo y recursos a Mitsubishi Motors para investigar un escándalo que Aikawa, de 62 años, dijo el mes pasado que podría llegar a amenazar su existencia propiamente dicha.

El ministerio de Transporte de Japón rechazó dos veces las explicaciones que dio la empresa sobre su mala conducta por considerarlas insuficientes.

Sin embargo, evitar otro escándalo como éste, requiere de profundos cambios en las prácticas corporativas y de gobierno, dijeron los entrevistados que pidieron que no ser nombrados por dar a conocer asuntos internos de la empresa. También comentaron que se va a requerir una mayor vigilancia externa, la cual ha sido deficiente.

De los 13 miembros del consejo de administración de la automotriz, tres directores están afiliados a otras de las empresas de Mitsubishi.

Los empleados describieron un ambiente de trabajo en el que, hasta hace poco, el personal tendía a permanecer dentro del mismo equipo durante una década o más, y se les prohibía hablar con los ejecutivos de otros departamentos.

Uno de esos casos ocurrió en los últimos 12 meses, confirmó uno de los empleados, cuando Mitsubishi Motors estaba trabajando en la actualización de la RVR, una línea de vehículos deportivos utilitarios pequeños.

Ingenieros engañaron a sus superiores sobre la exactitud de los datos relacionados con la eficiencia del combustible, dijo el empleado y la compañía lo ha confirmado.

El nuevo modelo de la RVR, que se suponía sería introducido este año, ahora se ha postergado su lanzamiento indefinidamente.

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EL DESAFIO DE GHOSN

Reformar la cultura de Mitsubishi ahora recaerá, principalmente, en Nissan y Carlos Ghosn, su CEO nacido en Brasil, que ya había levantado a una problemática Nissan a principios de 1999.

Bajo el acuerdo alcanzado, Nissan tiene el derecho de nombrar a cuatro miembros del consejo de Mitsubishi Motors y observar de cerca las operaciones de la automotriz.

Una alianza exitosa puede impulsar sus ventas por casi 10 millones de vehículos, aunque se mantendrá muy distante de los volúmenes que venden gigantes como Toyota y Volkswagen, los líderes globales.

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