Economía

4 preguntas para entender el plan de reforma financiera de Trump

Donald Trump comenzará su periodo presidencial el próximo 20 de enero y también empezará a desarrollar su programa financiero y esto es lo que debes de saber al respecto.

El 20 de enero, el presidente electode Estados Unidos, Donald Trump, comenzará a desarrollar su programa. ¿Espera convertir sus promesas en política? ¿Tienen sentido sus planes? Si no lo tienen, ¿qué debería hacer? Por último, dadas las realidades políticas en Washington, ¿qué es lo más probable que vaya a ocurrir?

Lo que dice que hará: los planes de Trump para el sistema financiero no resultan fáciles de adivinar. En sus declaraciones públicas, ha prometido tanto la desregulación como una nueva regulación.

Ha dicho que derogará la ley Dodd-Frank y restituirá la separación entre la banca comercial y los bancos de inversión del período posterior a la Gran Depresión, un "Glass-Steagall del siglo XXI", como él lo denomina. Pese a estos mensajes contrapuestos, una idea parece clara: Trump pretende deshacerse del complejo sistema actual y reemplazarlo por algo más sencillo.

¿Tiene esto sentido? En parte lo tiene. Un sistema más sencillo sería mejor, y la Ley Dodd-Frank es excesivamente complicada. Sin embargo, la implementación de un nuevo Glass-Steagall no sería mucho más simple. Una regulación compleja y onerosa es necesaria cuando la normativa financiera carece de un elemento fundamental: capital propio, el dinero que las instituciones financieras obtienen de sus accionistas.

A diferencia de la deuda, el capital accionario absorbe las pérdidas automáticamente, un aspecto que puede conferir fortaleza a todo el sistema financiero. Una mejor capitalización de los bancos habría ayudado a evitar la crisis financiera.

Lo que debería hacer. Desregular, pero sólo después de exigir a las instituciones que se autofinancien con mayor capital. Supongamos que los bancos tienen al menos 20 dólares en capital por cada 100 dólares en activos. Los accionistas tendrían un mayor aliciente para controlar los riesgos, la posibilidad de una crisis sería menor y la economía saldría ganando.

Las instituciones financieras quedarían libres de una serie de regulaciones onerosas, como las pruebas de solvencia anuales o los testamentos vitales.

Resultado más probable: es difícil saberlo. Si Trump ofreciese esta posibilidad, los bancos probablemente se resistirían: las entidades prefieren utilizar más deuda porque viene acompañada de subsidios respaldados por los contribuyentes (como las garantías de seguros) y puede impulsar las medidas de rentabilidad, como el retorno sobre el capital invertido. Dicho esto, la idea de centrarse en el capital está ganando adeptos, como ha quedado reflejado en un plan difundido el miércoles por la Reserva Federal de Mineápolis, así como en el defectuoso proyecto republicano Financial Choice Act. Mucho dependerá de la elección de Trump para el cargo de secretario del Departamento del Tesoro, pero no apueste por una desregulación acertada en un futuro próximo.

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