Economía

¿Por qué enero fue un mes excepcional para los mercados?

Los mercados financieros registraron episodios de alta volatilidad durante enero, esto reflejo de la divergencia de varios países con sus desempeños económicos y perspectivas relativas a la política monetaria.

Enero fue un mes excepcional y emocionante para los mercados financieros.

Volvió la volatilidad a los mercados de valores. Para utilizar un indicador no demasiado sofisticado, casi tres cuartas partes de los días de operaciones exhibieron movimientos de más de 100 puntos en el Promedio Industrial Dow Jones. Los rendimientos de los bonos públicos de calidad más alta se desplomaron; los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años terminaron el mes en 1.64 por ciento y la tasa a 10 años de Alemania tocó un mínimo récord de 0.29 por ciento.

Por su parte, los mercados cambiarios se caracterizaron no sólo por las fluctuaciones notables en los valores de las divisas sino también por las modificaciones en los sistemas cambiarios para países obsesionados por la estabilidad como Singapur y Suiza.

Muchos de estos sucesos reflejan el efecto de la "divergencia" –es decir, desviaciones grandes y persistentes entre países sistémicamente importantes en lo que se refiere al desempeño económico y las perspectivas relativas a la política monetaria. 


A falta de respuestas integrales en materia de política y de limitaciones a los diferenciales de las tasas de interés, esta variación siguió imponiendo una carga enorme a las monedas, obligándolas a convertirse esencialmente en los principales amortiguadores de shocks.

Y, tal como la historia nos ha demostrado, los movimientos en los mercados de divisas –especialmente los grandes- tienen consecuencias para otros mercados.

Los sucesos en los mercados cambiarios ya tuvieron repercusiones. En la última temporada de declaración de ganancias, varias empresas mencionaron los movimientos cambiarios como fuerzas negativas poderosas. Mientras tanto, dado que muchos inversores internacionales en el mercado de acciones dejaron desprotegidas sus exposiciones cambiarias, era inevitable que las pérdidas cambiarias se tradujeran en evoluciones negativas en los fondos de inversión.

El contagio adverso también fue generado por el movimiento abrupto en los precios del petróleo, conforme el mercado seguía adaptándose a un cambio fundamental en las condiciones del suministro (es decir, el retiro de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo –y de Arabia Saudita en particular- como productor de equilibrio). Los precios en baja obligaron a las empresas de energía a apresurarse a reducir los gastos en capital. Países productores de petróleo mal administrados como Rusia y Venezuela experimentaron un deterioro de la calidad crediticia y un fuerte aumento simultáneo de las diversificaciones de riesgo.

La sensación intensificada de inestabilidad se vio agravada por sucesos políticos y geopolíticos. Elegido una semana atrás con un mandato imperativo, el nuevo gobierno de Syriza en Grecia no ha tardado en señalar que está decidido a buscar una manera alternativa de manejar la deuda del país –un hecho que dista de tranquilizar a sus vecinos europeos, al Banco Central, al Fondo Monetario Internacional, así como también a los depositantes en bancos de Grecia y los tenedores privados extranjeros de bonos soberanos.

Por su parte, la implosión económica y financiera de Rusia ha sido acompañada por una escalada de violencia en Ucrania y agravada por las tensiones políticas entre el presidente Vladimir Putin y Occidente.

A mayor inestabilidad, mayor es el peligro para los entornos económico y de mercado de baja volatilidad diseñados por los bancos centrales, que desempeñaron un papel importante impulsando los precios de los activos, acelerando la recuperación financiera y ganando tiempo para que los políticos se organizaran y pensaran enfoques de política integrales y duraderos.

Los picos reiterados en la volatilidad del mercado tienden a marginar a los inversores minoristas. En algunos casos, las posiciones se cerrarán si la volatilidad intrínseca de un activo supera los umbrales predeterminados. Aun los inversores más sofisticados se inclinan a reducir proporcionalmente su posicionamiento en el contexto de una volatilidad multifacética más elevada.

Las consecuencias más amplias de enero serán determinadas por los diseñadores de las políticas en el mundo avanzado. Si continúan postergando el avance hacia un enfoque de política más integral, el mundo experimentará un aumento del riesgo de inestabilidad financiera que socavaría luego el desempeño económico y tornaría más complejo aún el manejo de las políticas. Eso, a su vez, dificultaría aún más la consecuente recuperación.

Los diseñadores de la política no disponen de mucho tiempo para garantizar que los traspiés de enero no se conviertan en presagios de lo que se avecina para los mercados y la economía global.

También lee: