Economía

Las tres tendencias que definieron la economía global están a punto de cambiar

Charles Goodhart, profesor de la London School of Economics y asesor económico de Morgan Stanley, asegura que la demografía explica en gran medida las tres principales tendencias que han configurado los entornos socioeconómicos y políticos de las economías desarrolladas en las últimas décadas. ¿Cuáles son estas tres tendencias?

La demografía puede explicar dos tercios de todo, expresó de forma célebre el profesor David K. Foot de la Universidad de Toronto.

Y de acuerdo con Charles Goodhart, profesor de la London School of Economics y asesor económico de Morgan Stanley, la demografía explica en gran medida las tres principales tendencias que han configurado los entornos socioeconómicos y políticos de las economías desarrolladas en las últimas décadas.

Esas tres tendencias serían el descenso de las tasas de interés real, la reducción de los salarios reales y el aumento de la desigualdad.

Las afirmaciones de Goodhart no son necesariamente nuevas, ya habían sido articuladas con variantes por Toby Nangle, jefe de gestión de activos múltiples en Columbia Threadneedle Investments, y habían sido expuestas con un enfoque estadounidense por Matt Busigin y Guillermo Roditi Domínguez, directores de cartera en New River Investments.

Pero el trabajo de Goodhart es un diagnóstico especialmente riguroso y contundente.

Las condiciones que alimentaron estas tres tendencias interconectadas son casi obsoletas, asegura el antiguo miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra junto con otros analistas de Morgan Stanley, y esto tiene profundas implicaciones para el marco de la economía mundial en las próximas décadas.

Goodhart argumenta que desde 1970 el mundo ha disfrutado de un bono demográfico caracterizado por una reducción de la tasa de dependencia, es decir, hay una alta proporción de población en edad de trabajar en relación con la población total. Al mismo tiempo, la globalización ofreció a las empresas multinacionales la posibilidad de aprovechar esta nueva reserva de mano de obra. Esta oferta de mano de obra tuvo un impacto negativo en los trabajadores ya establecidos, obligando a bajar los salarios a medida que el capital fluía a esas regiones.

"Naturalmente, Occidente aportó gran parte de los directivos; mientras que el Este aportó la mano de obra", escribió Goodhart.

La tercerización de la mano de obra a lugares menos costosos impidió que los salarios británicos subieran demasiado rápido. Esto, a su vez, ocasionó que las presiones inflacionarias fueran bajas, un escenario descrito por el concepto de la "Gran Moderación", o la idea de que los bancos centrales pudieron estabilizar el ciclo económico.

Este entorno que animaba a las empresas a aumentar la capacidad con trabajadores en lugar de hacerlo con bienes de capital, presionó a la baja el costo de estos últimos.

"El acceso a un nuevo ejército mundial de mano de obra barata gracias a la globalización ha animado a las empresas a invertir en esa fuerza de trabajo en lugar de invertir en capital en su país de origen. Un fabricante de ropa, por ejemplo, podía elegir hacer una importante inversión de capital y construir una fábrica altamente automatizada en Estados Unidos, o construir una fábrica de baja tecnología pero con mucha mano de obra en el Extremo Oriente", escribió Toby Nangle, quien publicó en mayo una columna sobre la conexión entre la fuerza laboral y las tasas de interés. "Durante años, las empresas han elegido la última opción, lo que reduce la exigencia de capital en Occidente, reduciendo en consecuencia el precio de ese capital."

La inflación moderada - atribuible a la capacidad de acceder a trabajadores más baratos fuera de las fronteras nacionales - también aseguró que la política monetaria no se volviera demasiado restrictiva. Esto propició la apreciación del precio de los activos. El segmento más rico de la población posee la gran mayoría de los activos financieros, y vio crecer el valor de sus carteras a un ritmo mucho más rápido que los salarios en el extremo más bajo de la escala. Esto exacerbó la desigualdad del ingreso y la riqueza dentro de las economías desarrolladas.


¿QUÉ PASA CON CHINA?
Y si la demografía puede explicar dos tercios de estos fenómenos, las políticas adoptadas por las autoridades de China sin duda explican el resto.

"Los mercados económicos de China se unieron a la economía global, pero sus mercados financieros no", escribe Goodhart. "Cuando la fuerza laboral de China se sumó a la economía mundial con una ratio capital-mano de obra que estaba muy por debajo de los estándares mundiales, sus mercados financieros relativamente cerrados permitieron que la tasa de interés real interna de China se mantuviera muy baja con el fin de impulsar la acumulación de capital en el país."

El consiguiente excedente de ahorros en China se transformó en bonos del Tesoro estadounidense, presionando a la baja las tasas de interés reales. Así, la abundancia de mano de obra barata fue sólo una forma en la que la segunda mayor economía del mundo contribuyó a estas tendencias mundiales.

¿Qué ocurrirá ahora que están desapareciendo las condiciones que fomentaron esas tendencias marcadas por la demografía?
A medida que las tasas de dependencia aumenten, con una mayor proporción de población dependiente en relación con la población activa, "las tres tendencias podrían revertirse", sostiene Goodhart.
Una consecuencia, expuesta por David Keohane de FT Alphaville es la aparición de las guerras intergeneracionales en lugar de la lucha de clases.

¿Y qué pasará con Thomas Piketty? Bueno, su tesis puede haber alcanzado su fecha de caducidad, si es que alguna vez fue acertada.

"Creemos que las tendencias demográficas fueron una de las principales causas del aumento (dentro de Estados Unidos) de la desigualdad en las últimas décadas; y no tuvo nada que ver con una ineludible tendencia de la tasa de retorno del capital a superar la tasa de crecimiento", escribió el equipo de Goodhart desafiando directamente el libro del economista francés, "El capital en el siglo XXI".

La desigualdad de los ingresos en las últimas décadas ha ido en aumento dentro de los países, y ha disminuido entre los países. Goodhart cree que en ambos casos la desigualdad de ingresos disminuirá en el futuro.

Una menor población activa en relación con la población dependiente en las economías desarrolladas trabajará para sofocar la desigualdad de ingresos dentro de los países, y al mismo tiempo un mayor crecimiento de las economías emergentes frente al mundo occidental seguirá ayudando a aumentar la igualdad de ingresos entre las naciones.

Tal vez lo más importante, los postulados de Goodhart y de sus predecesores ofrecen una refutación convincente a la teoría del estancamiento secular - en esencia, que necesitaremos tasas de interés reales negativas para lograr un crecimiento mediocre y pleno empleo.

"La rebate, y la rebate remitiéndose a los datos" juzgó Toby Nangle de Threadneedle. "Podemos comenzar a pensar qué datos deberíamos buscar para probar esto, y ahora mismo estamos observando el hecho de que las tasas de dependencia de los mercados desarrollados y de algunos mercados emergentes ya han alcanzado puntos de inflexión."
Así que la "niponización" de las economías desarrolladas está lejos de ser un hecho inevitable.

A diferencia de otros economistas, Goodhart no cree que el contexto demográfico de un envejecimiento poblacional sea inherentemente deflacionario. La reserva mundial de mano de obra que mantuvo bajos los salarios británicos casi se ha agotado; Japón, en otras palabras, fue una víctima de las circunstancias. De manera más general, con el fin de cumplir con las obligaciones del Estado, la menguante población trabajadora se verá obligada a pagar impuestos más altos, al mismo tiempo que estará en condiciones de negociar mejores salarios.

"Esta es una receta para un recrudecimiento de las presiones inflacionarias", escribió Goodhart. "Las actuales preocupaciones sobre la deflación son pasajeras y temporales; durarán poco."
Y aunque esta teoría alternativa sobre los factores que impulsan las tasas de interés y la desigualdad está ganando tracción, no es la dominante.

"Los responsables de la política monetaria, sobre todo en Estados Unidos, aún no ven la economía bajo este prisma," dijo Matt Busigin de New River, que escribió en noviembre de 2013 el artículo A Non-Monetary Explanation for Inflation, esto es, una explicación no monetaria de la inflación. "Es muy probable que en los próximos cinco a diez años predominen los errores de política mientras se ajustan a ese factor dictado por la demografía."

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