Economía

¿El T-MEC será (ahora sí) el acuerdo que impulse un aumento en los salarios en México?

Trabajadores mexicanos tienen dudas sobre si el renovado acuerdo comercial, cuyo protocolo modificatorio se firmó la semana pasada, tendrá un impacto en sus honorarios.

En el papel, los trabajadores mexicanos deberían ser los grandes ganadores del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Sin embargo, no derrochan entusiasmo.

Sindicatos más fuertes y salarios más altos al sur de la frontera de EU son una parte clave del renovado acuerdo comercial, que la Cámara de Representantes de Estados Unidos votará este jueves. Se supone que las medidas también traerán beneficios adicionales para EU y Canadá, al reducir la brecha salarial que atraía a las fábricas y los empleos.

La preocupación es que cualquier norma nueva en México permanecerá, en gran medida, en el papel. Los propios trabajadores mexicanos, que vieron caer sus salarios aún más después de un cuarto de siglo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dicen que hay razones para dudar si su sucesor será muy diferente.

"No creo que haya ningún cambio", comentó Ludwing, un guardia de seguridad en una planta de General Motors en el centro industrial de Toluca que solicitó ser identificado solo por su primer nombre. "He visto a mis amigos ser despedidos cuando cierran las plantas".

La vocera de GM México, Teresa Cid, enfatizó que la compañía respetará los cambios a las normas laborales de México a medida que se implementen.

El renovado acuerdo comercial requiere que entre el 40 y el 45 por ciento del volumen de automóviles sea fabricado por quienes ganen al menos 16 dólares por hora (alrededor de 300 pesos), una medida destinada a reducir la ventaja de los bajos salarios de México en la región. También garantiza el derecho de los mexicanos a elegir sus sindicatos y contratos.

El problema es que los sindicatos de México tienen un historial de quedar bien con los jefes en lugar de luchar por los trabajadores que se supone que representan, una 'cultura' que las nuevas normas laborales no pueden cambiar de la noche a la mañana. Los sindicatos luchan vigorosamente contra las nuevas normas en varios frentes, incluida la presentación de cientos de demandas, lo que aviva los temores de que el ritmo de las reformas podría estancarse.

Tal preocupación desencadenó una disputa de último minuto el fin de semana, cuando México acusó a EU de infringir su soberanía al plantear el envío de inspectores para hacer cumplir las reformas laborales mexicanas.

El problema fue catalogado como un malentendido y se resolvió rápidamente. No obstante, las prácticas laborales de México representaron un obstáculo clave en las negociaciones finales de la Casa Blanca con el objetivo de que los demócratas —y los sindicatos estadounidenses preocupados por la pérdida de empleos— respalden el acuerdo.

Vázquez, trabajador de un Walmart en Ciudad de México durante 16 años que pidió ser identificado por su apellido por temor a represalias, dijo que es escéptico de que el acuerdo lo beneficie.

"No creo que veamos ningún aumento de sueldo", señaló, quien gana alrededor de 6 mil pesos al mes. "Ha pasado tanto tiempo y nada ha cambiado".

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido aumentar los fondos para reformas laborales y está impulsando el salario mínimo. En mayo, el gobierno consagró los derechos de los trabajadores a decidir sobre los líderes sindicales y los contratos por votación secreta.

Si bien las modificaciones parecen ser una función básica de los sindicatos en todo el mundo, rara vez ocurren en México. El sistema sigue plagado de quejas sobre tergiversación de contratos.

En la primera votación de este tipo sobre un contrato laboral negociado en una fábrica propiedad del gigante cementero Cemex, algunos trabajadores no sabían lo que se les pedía; otros dijeron que su sindicato hizo afirmaciones falsas respecto a que perderían sus beneficios si rechazaban el contrato.

Si bien López Obrador también ha convertido la supresión del soborno en una prioridad clave desde que asumió la presidencia hace un año, será una tarea difícil hacerse cargo de los poderosos sindicatos, dijo Rogelio Aguilar Mendoza, un trabajador de otro Walmart en Ciudad de México.

"Hay mucha corrupción en los sindicatos", advirtió al tiempo que expresó esperanza que el T-MEC, si se implementa bien, podría ser un paso positivo para la economía.

El nuevo pacto comercial permitirá a EU tener una visión más estricta del cumplimiento de las reformas laborales de México. Las disputas relacionadas con el trabajo se resolverán mediante un mecanismo de respuesta rápida entre EU y México, por medio de un panel compuesto por representantes designados por ambos países.

La dependencia económica de México también podría otorgar cierta influencia a los estadounidenses, quienes representan alrededor de la mitad de la Inversión Extranjera Directa de México y compran 80 por ciento de todas las exportaciones mexicanas.

En términos más generales, los trabajadores tienen razones para desconfiar de que el T-MEC entregue sus beneficios anunciados.

En 1994, el TLCAN fue proyectado como una forma de impulsar la economía de México a través de una integración más profunda, pero desde entonces, los ingresos en México, que como un mercado emergente deberían crecer más rápido, han caído a aproximadamente un quinto de los que están en EU.

"Mire, si sucede y los salarios suben, obviamente sería bueno. Pero no lo sé", dijo un subcontratista de la fábrica de GM en Toluca, a unos 80 kilómetros al oeste de Ciudad de México, que pidió ser identificado solo por su primer nombre, Luis. "No hemos tenido ninguna discusión en la planta sobre lo que podría pasar".

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