Economía

El negocio fallido de Trump en Escocia

El presidente estadounidense ha invertido millones de dólares en un centro vacacional y campos de golf, sin embargo las pérdidas van en aumento.

De las más de 300 arañas de cristal a los grifos bañados en oro de los baños, Donald Trump ha transformado un hotel con vista a uno de los campos de golf más legendarios del mundo en un reluciente palacio epónimo.

Los miembros que se reunieron para jugar en un nublado miércoles hace poco dicen estar encantados con muchos de los cambios del centro vacacional Trump Turnberry de Escocia, pero dudan de que el presidente alguna vez recupere su dinero.

"Es una inversión personal en autobombo", dice Mervyn Caplan, miembro desde hace 17 años mientras toma té en el clubhouse. "Nunca recibirá un rendimiento del capital que invirtió".

Hasta ahora, esa parece una predicción bien fundada. Los informes financieros que se dieron a conocer en el Reino Unido durante el fin de semana muestran que el año pasado Trump sufrió pérdidas crecientes en Turnberry y su otro resort de golf escocés, lo que lo obligó a inyectar más dinero para cubrir los faltantes.

Las pérdidas en Trump Turnberry, su mayor inversión fuera de Estados Unidos, aumentaron a más del doble a 17.6 millones de libras (23 millones de dólares) en 2016, mientras que los ingresos cayeron 21 por ciento a 9 millones de libras.

El campo de golf de Trump al norte de Aberdeen también registró pérdidas de 1.4 millones de libras, aumento del 28 por ciento, mientras que los ingresos se redujeron 12 por ciento.

Sin embargo, más allá de las pérdidas del año pasado, las últimas revelaciones muestran que Trump ahora ha invertido un total de 152 millones de libras, o casi 200 millones de dólares, en estos emprendimientos sin que ninguno de los dos rinda ganancias desde que Trump es dueño.

Los resultados, entre los pocos que se han hecho públicos en algún lugar del mundo sobre los negocios privados de Trump, podrían sumarse a preguntas sobre si su estilo de política divisiva no está empezando a empañar parte del lustre de sus negocios.

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SU 'BEBÉ'

Turnberry ofrece una demostración. Ubicado en la ventosa costa oeste de Escocia, el campo del Abierto Británico de Golf estuvo entre los más famosos y mejor conceptuados del mundo durante décadas antes de que Trump lo comprara en 2014 y pusiera su nombre sobre la puerta.

El presidente estadounidense ha dicho que este centro vacacional de 324 hectáreas (800 acres) es su "bebé", diferenciándolo de las otras 14 propiedades de golf que posee en los Estados Unidos, el Reino Unido e Irlanda. Sigue siendo uno de los campos de golf más valorados del mundo.

El hotel de 103 habitaciones de Turnberry es un edificio de una era de mayor esplendor, construido como parte de la extensión de los Ferrocarriles Británicos a la Escocia rural al comenzar el siglo XX.

Al remodelar el hotel y reconfigurar el campo del Abierto el año pasado, Trump aumentó un préstamo personal a la compañía que opera el resort, llevándolo de 63 millones de libras a 112 millones de libras. Su compañía siguió volcando dinero desde entonces para completar un segundo campo de 18 hoyos que se inauguró en junio de 2017.

Los directores de la compañía que administra Trump Turnberry atribuyeron las pérdidas principalmente a que el centro estuvo cerrado durante poco menos de seis meses durante la remodelación, aunque reabrió a tiempo para aprovechar la mayor parte de la temporada de golf de 2016.

Si bien Ailsa, el campo principal de Turnberry, estaba ocupado durante una visita reciente a mitad de semana y con reservas completas para los fines de semana de septiembre, la ocupación del hotel ha bajado, según una persona con conocimiento del negocio.

Los precios –una habitación de lujo con vista al mar en octubre figuraba en el sitio web con un precio de 569 libras la noche, o alrededor de 744 dólares- podrían ser uno de los motivos.

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