Cuando Gregory Migut consiguió un empleo en Traditional Norfolk Poultry el año pasado, fue el último paso en su ascenso de un inmigrante casi sin un centavo a gerente de clase media, 12 años después de haber dejado su Polonia natal.
Ahora supervisa 13 granjas de aves de corral a una distancia aproximada de dos horas al noreste de Londres y un equipo de alrededor de 25 empleados, principalmente compatriotas polacos.
Migut es uno de los 3 millones de ciudadanos de la Unión Europea cuyo destino dependerá del resultado de las negociaciones con el Reino Unido, las cuales están comenzando.
La primera ministra Theresa May propuso que a los ciudadanos de la UE que hayan vivido en el Reino Unido durante cinco años antes de una fecha de corte —por el momento sin especificar—, se les dé residencia permanente.
La salida potencial de los inmigrantes de la UE significaría tiempos difíciles para un sinnúmero de empresas agrícolas británicas que no han encontrado suficientes europeos para llenar las vacantes, y esto se hará crítico en diciembre cuando las empresas de este tipo dependan de la mano de obra estacional para producir suficientes pavos para la Navidad.
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