Economía

Bancos tienen recursos, pero nos los prestan


 
Eleazar Rodríguez O.
El sistema bancario mexicano sí presta, pero lo hace a tasas muy elevadas bajo esquemas que no permiten que el crédito bancario sea un impulso real para el crecimiento, más bien su papel parece estar encaminado a financiar el consumo.

El crecimiento nominal de la cartera crediticia tiene cifras que detallan la forma en que los bancos han participado en el desarrollo del país, desafortunadamente aún de manera insuficiente.

De 1992 a la fecha, los créditos al sector gobierno se dispararon 3,914%, los asignados a la vivienda subieron 2,335 puntos porcentuales, los préstamos para el consumo se elevaron 948%, los destinados al sector productivo 397% y
aquellos orientados al comercio avanzaron 228%.

Ante la presencia de un marco legal con deficiencias, los préstamos suelen ser caros porque el tema de las garantías es el obstáculo que impide que se abra por completo la llave del crédito e inunde al sistema productivo con recursos menos onerosos.

Uno de los indicadores para medir el desempeño del sistema bancario es la participación crediticia como proporción del Producto Interno Bruto (PIB); en efecto, mucho se ha señalado que en la crisis de 1995 el crédito se destruyó y desde entonces no contamos con los niveles de préstamos que se alcanzaron en esa época, lo cual es cierto pero con matices.

En 1992, la participación del crédito como proporción del PIB fue de 35.02%; en 1994 esta tasa se ubicó en 33.43% y actualmente se coloca en 17.22%.

Es cierto que el crédito ahora es mucho menor que el otorgado en otras épocas, pero su crecimiento nominal es de llamar la atención; en los últimos 20 años el incremento es de 670%, una tasa inimaginable de crecimiento para la economía mexicana.

Lo que sucedió entre 1992 y 1994 fue circunstancial, los banqueros de entonces abrieron de par en par las puertas del crédito porque necesitaban recuperar sus inversiones; habían comprado precisamente los bancos, el riesgo se capitalizó y todos sabemos su nombre: Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).

Además, la estructura del crédito ha dado un vuelco sustantivo en las últimas décadas; hasta 1988 una gran proporción de los préstamos estaba concentrado en el sector público y muy poco en la iniciativa privada. En esta época el 80% de los créditos bancarios se canalizan al sector privado y el restante al sector público.

No es casualidad que los préstamos que más subieron sean aquellos que tienen una contraparte de garantía, y que los de menor expansión sean los que tienen mayor riesgo o posibilidad de impago; aun así, la tasa de crecimiento de créditos al consumo es exorbitante; hace 20 años estos préstamos rondaban los 50,000 millones de pesos y hoy superan los 550,000 millones, 10 veces más.

La causa de las tasas caras

Las tasas de interés para préstamos bancarios en México no son caras por ocurrencia; como se ha mencionado, son una consecuencia del marco legal deficiente bajo el cual se rigen las actividades crediticias.

Sin embargo, la explicación de mercado es el movimiento de las tasas de interés, ya que los bancos requieren cubrir ese riesgo y lo hacen con fórmulas que les permiten prestar en un escenario de volatilidad de tasas de interés; como resultado se fijan réditos tan elevados que se vuelven completamente insensibles a la variación de las distintas tasas de interés en los mercados financieros.

Es decir, los réditos bancarios en México cubren con creces la volatilidad financiera nacional e incluso internacional.

En resumen, el sistema bancario necesita reorientar el destino de sus créditos, o diversificarlos, pero no lo hará mientras persista el actual marco legal.

El compromiso 63 del 'Pacto por México', en donde el gobierno se compromete a una revisión del marco regulatorio para que los bancos presten más y lo hagan a tasas más bajas, es una buena intención, pero faltan las definiciones.

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