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De acuerdo con las pruebas de estrés que realizó Fitch Ratings a los siete bancos más grandes de México, la agencia aseguró que si bien la exposición de estas instituciones al Gobierno de México es alta, estas se encuentran bien posicionadas para absorber el impacto de un recorte a la calificación soberana del país.
Los test de estrés son pruebas de resistencia para medir la solvencia del sector financiero. Se realizan simulaciones acerca de la capacidad de los bancos para enfrentarse a un deterioro general de la economía por eventos internos o externos.
La exposición directa de los siete bancos mexicanos más grandes al soberano es material y más alta que en otros países de Latinoamérica, según Fitch. El nivel de exposición varía según las diferentes clases de activos, como los valores de renta fija y los préstamos otorgados a bancos de desarrollo, estados y municipios.
"Las exposiciones directas e indirectas a empresas del Estado, como Pemex y CFE, también son relevantes. Fitch estima que la exposición soberana general representa aproximadamente 2.7 veces el Capital Base de los siete bancos más grandes o 26.1 por ciento de los activos totales de estos bancos", señaló este jueves.
No obstante, señaló que "los impactos podrían ser absorbidos por los indicadores sólidos de capital y rentabilidad en un escenario de un estrés moderado o una disminución de un nivel de la calificación soberana de México", indicó la agencia en un reporte.
Destacó que los bancos mexicanos han demostrado ser resilientes a los ciclos recientes, sin efectos importantes en utilidades e indicadores de capital. Un ejemplo fue la crisis financiera mundial de 2008−2009, donde el crecimiento anual de los préstamos de los bancos mexicanos fue en promedio de 4 por ciento, con tasas de crecimiento negativas de no menos de −1 por ciento en algunos meses.
Aunque el perfil de los bancos es fuerte, recientemente Fitch revisó la perspectiva del sector en 2019 para los bancos mexicanos a 'negativa' desde 'estable', ya que la agencia cree que las entidades bancarias enfrentarán desafíos cada vez mayores debido a la desaceleración económica esperada, presiones inflacionarias, la incertidumbre prevaleciente y una disminución sostenida de la confianza de los inversionistas.
"El crecimiento de los préstamos y las perspectivas de calidad de los activos en 2019 parecen menos certeros y podrían verse afectados por las nuevas políticas gubernamentales, las presiones globales persistentes y la evolución de la confianza de los inversionistas y los consumidores", indicó.