CIUDAD DE MÉXICO.- De entre los diversos tratados comerciales y acuerdos que México tiene con 45 países del mundo, el que tiene con Japón es el segundo más deficitario para México, después del registrado con la Unión Europea.
Mientras que el saldo comercial negativo con la Eurozona sumó 24 mil 166 millones de dólares en 2014, el que tuvo con la nación asiática ascendió a 14 mil 935 millones de dólares.
Especialistas coincidieron en que Japón ha aprovechado mejor que México el Acuerdo de Asociación Económica, que al cumplir el 1 de abril sus primeros diez años de vigencia, requiere de revisión, pero también de una política industrial-comercial mexicana con una visión estratégica.
"Mucha de su legislación ha quedado rebasada por un escenario internacional que hoy es más abierto en términos arancelarios, México tiene que pensar de otra manera, porque sus vínculos con Japón son de productos primarios: carne de cerdo y de res; kiwis, aguacate y nopales. En tanto, la base de exportación de ellos es de productos industriales, tecnológicos y últimamente de innovación", dijo Juan González, del Centro de Estudios sobre Asia Pacífico (CEAP) de la Universidad de Colima.
Juan José Ramírez, investigador del Centro de Estudios de Asia y África (CEAA) de El Colegio de México (COLMEX), destacó que si bien el Acuerdo ha dado beneficios a ambas economías, éstos han sido desiguales, y coincidió con González García en que mientras Japón ha incrementado sus exportaciones de bienes con alto contenido de valor agregado, México ha elevado las de bienes de muy bajo valor.
Ramírez Bonilla detalló que los sectores de maquinaria, equipo de transporte y manufacturas concentran 88.5 por ciento del valor de las exportaciones de Japón a México y explican la mayor parte del superávit comercial a favor de Japón, en tanto los de alimentos, animales vivos y materias primas no comestibles han sido los más ventajosos para México.
De acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre los obstáculos técnicos para poder exportar a Japón, se encuentran las medidas relativas a cuestiones sanitarias y fitosanitarias, que son más estrictas que las normas internacionales, por lo que el costo que supone el cumplimiento de sus normas de calidad y seguridad puede ser elevado.