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Megan Rapinoe atrae los reflectores para llevar la política al campo de juego

Históricamente los cracks hablan poco, responden alguna muletilla y no tocan temas políticos, pero la capitana de EU femenil remeció al gobierno de EU con su discurso y es ejemplo por su férrea lucha por la igualdad salarial.

Los cracks no hablan. Al menos no de política o economía. Les tiene, por lo general, sin cuidado. A lo largo de los años, el estereotipo del futbolista poco elocuente se ha vuelto un lugar común. Casi todos responden con una muletilla a cualquier pregunta.

Cuando Megan Rapinoe dijo que las mujeres quieren cambiar el juego para siempre, se refería justamente a eso: a terminar con la idea del jugador de lengua corta, y a recordar que el futbol es un hecho político más allá del negocio y la mercadotecnia.

Así lo asegura en entrevista con El Financiero la experta en temas deportivos con perspectiva de género, Claudia Pedraza.

"Megan Rapinoe ha colocado un nuevo modelo de futbolista en el que éste aprovecha su visibilidad mediática para convocar temas sociales a la discusión pública, como las demandas de la comunidad LGBTTI o las injusticias contra los latinoamericanos en Estados Unidos", afirma la doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM.

Aunque el balón rueda en el mundo desde hace 155 años, no se tiene registro de un futbolista que haya dado un discurso tan sustancioso como el que la capitana de la Selección de Estados Unidos ofreció el pasado 10 de julio a la afueras de la alcaldía de Nueva York.

"No hay nada que esta Selección no pueda enfrentar. Tenemos el pelo pintado de rosa y de morado. Tenemos tatuajes y rastas. Tenemos chicas negras y blancas y todos los tonos entre esos dos colores. Hay heterosexuales y homosexuales entre nosotras. Mi petición para ustedes es que seamos mejores. Tenemos que amar más y odiar menos. Escuchar más y hablar menos. Sí, nosotras jugamos al futbol, pero somos mucho más que eso. Y ustedes son mucho más que simples aficionados que sintonizan el Mundial cada cuatro años", dijo Rapinoe aquella tarde en la que fue vitoreada por miles de personas días después de que EU ganara su cuarta Copa del Mundo en Francia.

Si bien el futbol tiene una larga historia de resistencias y luchas sociales, su impacto social se ha reducido por los intereses comerciales involucrados en el deporte como espectáculo, sostiene la periodista deportiva y especialista en futbol femenil, Ana Cruz Manjarrez. "Las expresiones disidentes prácticamente desaparecieron", asegura.

Por eso sorprendió tanto cuando Rapinoe hizo aquella incendiaria declaratoria contra Donald Trump: "Si ganamos el Mundial, no iré a la jodida Casa Blanca".

El presidente de EU no tardó en responderle en Twitter: "Megan nunca debería faltarle al respeto a su país, especialmente porque se ha hecho mucho por ella y por su equipo. ¡Megan debería ganar antes de hablar!".

El enfrentamiento se recrudeció semanas después cuando Rapinoe, ya convertida en campeona, retó directamente a Trump en CNN: "Ya ganamos. Ya cumplí mi parte del trato. Sólo puedo decirle que su mensaje excluye a las personas. Usted me excluye a mí y a las personas que se parecen a mí. Excluye a las personas de color e incluso excluye a quienes quizás todavía lo apoyan".

Rapinoe ha dicho abiertamente que es lesbiana y no canta el himno de EU durante los partidos. Tiene 34 años y 18 de ellos los ha dedicado a utilizar el futbol como plataforma para apoyar a organizaciones como Gay, Lesbian and Straight Education Network (GLSEN) y Athlete Ally. Su activismo y su calidad en la cancha le han servido para conseguir el patrocinio de marcas como Nike o Samsung.

"Rapinoe no sólo reta la imagen del futbolista promedio: también la que ha sido impuesta a las mujeres. El perfil asociado socialmente a las mujeres es de timidez, sumisión y silencio. Ella hace todo lo contrario", afirma Cruz Manjarrez.

Rapinoe es una férrea defensora de la igualdad salarial entre hombres y mujeres en su deporte. Según datos de la Federación de Futbol de EU, las jugadoras de la liga profesional de ese país tienen un sueldo mínimo de 16 mil 538 dólares; ellos, de 70 mil 250. Y mientras Francia recibió 38 mdd de la FIFA por haber ganado el Mundial de Rusia 2018, las mujeres de la Selección de EU sólo obtuvieron 4 mdd, es decir, 90 por ciento menos que ellos.

Después de que la final del Mundial femenil de este año superó por primera vez el número de telespectadores con respecto a una final masculina en EU (Francia 2019 tuvo 14.3 millones, 20.3%, más que Rusia 2018 ), Rapinoe encaró a la FIFA la semana pasada: "Bien, ya dimos un gran espectáculo. Creo que todos están listos para que esta conversación avance al siguiente paso. ¿El mercado es el mismo? ¿Valemos la pena? ¿Debemos tener el mismo salario? Gianni, ¿qué vamos a hacer al respecto? Carlos Cordeiro, ¿qué haremos al respecto?".

"Ella no teme desafiar a las propias instituciones futbolísticas para cuestionar las formas de desigualdad que dentro de esa institución se sostienen. Es un ejemplo de todas estas jugadoras de todo el mundo que desde diferentes trincheras participan en luchas como la educación, la salud reproductiva o el derecho al aborto legal y seguro. Y todo este trabajo no lo hacen para ellas, sino para las generaciones que están por venir", dice Pedraza.

Hablaba muy en serio Rapinoe cuando dijo aquello de iniciar una revolución de pensamiento: "Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira a nosotras y a las chicas jóvenes. Queremos cambiar el mundo".

La jugada apenas comienza.

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