Culturas

Para Gilles Lipovetsky, estas son las tres amenazas a la democracia

El filósofo y sociólogo francés advirtió sobre los riesgos que enfrenta la democracia en un ambiente liderado tanto por el autoritarismo como por la posverdad.

Cuando millones de personas en el mundo basan sus decisiones de vida en los argumentos de la posverdad o mentira emocional, sin pensar en sus consecuencias, mientras los autoritarismos avanzan en ambos hemisferios, la pregunta planteada por el filósofo y sociólogo francés se revela urgente.

¿Qué papel juega hoy la verdad?

En entrevista con El Financiero, el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky advierte tres grandes amenazas a las democracias: la inseguridad, la falta de herramientas sociales y la migración descontrolada. Se trata de fenómenos interconectados de esta época a los que las figuras autoritarias han sabido apelar para hacerse con el triunfo, mediante un discurso tendencioso. Pero no todo es mentira, observa: para que funcionen, estos mensajes contienen algo de verdad.

¿Qué impacto ha tenido la posverdad en el mundo actual?

Las consecuencias de la posverdad han sido importantes, pues han permitido casos como el ascenso de Donald Trump o el Brexit; los británicos votaron basándose en hechos falsos: creyeron que la Unión Europea les estaba robando dinero y no era cierto. Las consecuencias fueron graves. Gran Bretaña está saliendo de la UE y hay muchos problemas con ello. El tema de la posverdad es difícil, nos dice que la verdad ya no tiene importancia, que ya no cuenta. Es una manipulación.

“La única, la verdad objetiva, sólo convence a los intelectuales, a ciertas personas, no a los ciudadanos”.

Gilles Lipovetsky
Filósofo y sociólogo

¿Y su efecto en EU?

Trump con sus tuits manipula a los individuos, aunque quizás tengamos que matizar ese diagnóstico. No lo estoy defendiendo, pero no estoy seguro que la idea de posverdad esté detrás porque hay mucha gente que cree en ellos, que piensa similar. Tal vez no como verdad en primer grado. Por ejemplo, cuando dicen que todos los mexicanos son violadores y ladrones, hay gente que así lo cree, no solo porque lo diga Trump, y no son solo quienes votaron por él. También hay quienes votaron por él y no creen en todos sus mensajes. Eso no significa que estemos ante el fenómeno de la posverdad, sino que se está evidenciando cierta verdad aun entre las falsedades. Sus mensajes contienen algo de verdad que muchos piensan en su interior y que los medios de comunicación no dicen.

Entonces, ¿no considera que son exagerados los dichos de Trump?

Insisto en que aun en las exageraciones de Trump existe una parte de verdad, por eso que no estoy seguro de que la idea de posverdad sea la adecuada. Él escribió un libro donde define la teoría de la exageración; reconoce estar exagerando. Al hacerlo, Trump y sus aliados destacan lo bueno o lo malo que hay detrás. Esto no lo justifica, es condenable, pero sirve para entender que hay algo más complejo que habría que analizar. Pienso que detrás de esta posverdad hay una verdad.

¿Cuál es el impacto social de las fake news?

Afectan principalmente a la democracia. Desde el momento en que se dice una cosa y otra, sin pensarlo, y que la gente lo acepta, se está afectando la democracia. Hay quien dice que dentro de 5 o 6 décadas el 50 por ciento de los europeos serán musulmanes, mientras que los especialistas en demografía dicen que solo sería el 5 por ciento, una cifra aceptable. Ese tipo de mensajes dividen, generan estrés y ansiedad. Las consecuencias pueden ser enormes porque, por lo general, las fake news generan miedo, y para eso fueron hechas: la mentira crea miedo.

¿La verdad es un valor actual?

El ideal de verdad sigue existiendo, aun en los que no la enuncian. ¿Es necesario decir la verdad? Sí, y ahí es donde entra el arte de la política. ¿Necesitamos la verdad? Sí, pero existe una forma de enunciarla. A menudo nos hablan de liderazgo, felicidad, honestidad o de la importancia de la verdad, mas no considero que esto sea suficiente. Me parece que un gran problema de las democracias es el sentimiento del miedo y la necesidad de protección que padece la sociedad. La verdad no es suficiente para combatir las fake news, tampoco la política. Espinoza lo formulaba muy bien: "Para mermar una pasión, se necesita otra pasión". La única verdad, la verdad objetiva, sólo convence a los intelectuales, a ciertas personas, no a los ciudadanos.

¿Cuál es la solución?

Para defender la democracia necesitamos políticas de protección a las personas, social, identitaria, educativa. La verdad sólo es un elemento entre otros, no es lo único. Hay que saber jugar con las pasiones de la gente, tomar en cuenta sus miedos, sus necesidades; hacerle sentir que el Estado está allí.

El autoritarismo va avanzando. ¿Hacia dónde va la política?

Estos cambios muestran una transformación de nuestra época. Hoy en día el autoritarismo es más que una amenaza, se encuentra en el corazón mismo de las democracias. En China hay un autoritarismo real, en Europa hay países con ese problema, pues hay democracias que ya no son liberales. Polonia o Turquía están limitando la justicia, la independencia, controlan los medios de comunicación o las cortes. Son democracias iliberales. En EU hay un porcentaje de ciudadanos que dicen que Trump debería ignorar las leyes.

¿A qué obedece este avance?

A algunas sociedades las medidas autoritarias les parecen buenas. En Brasil, un gran porcentaje de la población piensa que la dictadura militar pondrá orden. Por tanto, el deseo de orden, de seguridad, está a la alza. Se debe a un sentimiento actual de inseguridad que ahonda en la búsqueda de una autoridad fuerte. Considero que el hipercapitalismo y el hiperliberalismo nos llevaron a un estado de inseguridad identitario y social existencial que creó las condiciones favorables a movimientos de opinión que anteponen la necesidad de seguridad a las libertades. Si no se escucha lo que la gente tiene que decir, habrá más regímenes autoritarios. No será un fascismo nuevo porque la historia nunca se repite exactamente igual. Los gobernantes deben entender las preocupaciones de la gente.

¿Cuáles son los retos del ultraliberalismo?

El ultraliberalismo no es tanto un reto, es una amenaza clara. El reto consiste en encontrar respuestas a tres causas principales: la inseguridad, el empoderamiento ciudadano ante las dificultades y la migración.En México hay miles de muertos, eso es inconcebible en una democracia; en Brasil hay mafias tremendas. Ese es el primer grado de inseguridad, la falta de seguridad básica. La gente no confía en sus autoridades, en su policía. No hay democracia sin confianza. Eso es lo que llevó al éxito a Trump: la inseguridad social de gente que tiene miedo de perder su estatus. Otra cuestión son las políticas sociales que puedan dar herramientas a sus ciudadanos para hacer frente a una sociedad cambiante. Hay que educar y capacitar a los pobres de forma permanente. Los gobiernos tienen esta misión, sólo así habrá cambios positivos. Un tercer punto son las grandes migraciones, que detonan el alza de la extrema derecha. No podemos tener Estado sin una política clara frente a las olas migratorias, ni aceptar a millones de africanos o árabes porque en Europa no tenemos las condiciones. Debe haber políticas, ayudar al desarrollo en esos países. Los derechos humanos dicen que debemos recibir a todo el mundo, pero eso no es una política óptima, es un ideal ético.

Gilles Lipovetsky (París , 1944)

Catedrático de Grenoble, ha estudiado los fenómenos de la sociedad hipermoderna como el consumismo excesivo, la banalización del arte y la vacuidad de los individuos. Es autor de Los tiempos hipermodernos, La era del vacío y De la Ligereza.

¿Qué panorama percibe para América Latina?

Un problema es seguir únicamente un modelo conducido por el mercado libre. Con leyes secundarias o fragmentadas tendríamos cada vez más minorías de ultrarricos, y la gente no tendrá medios para desarrollarse en una sociedad peligrosa. Es necesario un modelo de protección. La solidaridad es un valor y el mercado la ignora. El mercado es magnífico por su eficiencia, por la producción de servicios, sin embargo necesitamos un ideal de solidaridad social compatible con el individualismo, con la responsabilidad de cada quien.

Al desempleado no hay que darle sólo dinero, hay que capacitarlo y ayudarlo a volver al trabajo. Se debe ir en este sentido, no en el de la solidaridad con subsidios infinitos. Se necesitan empresas y mercados eficaces, junto con valores de justicia social de los que se encargue el Estado. El mercado no puede crear justicia. No importa que haya ricos, siempre y cuando los demás no pasen hambre.

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