Culturas

Frances Arnold, George Smith y Gregory Winter ganan Nobel de Química 2018

Los científicos obtuvieron el galardón por sus investigaciones para producir enzimas que fomentan la creación de nuevos productos químicos y farmacéuticos.

La vida en el planeta ha existido por 3.7 mil millones de años, y en las últimas seis décadas, el hombre ha ido descifrando el código genético. Hoy hay humanos capaces de dominar la propia evolución, como Frances H. Arnold, George P. Smith y Sir Gregory P. Winter.

Los científicos ganaron este miércoles el Premio Nobel de Química 2018 por una investigación en la que utilizaron una evolución dirigida para producir enzimas destinadas a conseguir nuevos productos químicos y farmacéuticos.

"Los laureados han tomado el control de la evolución y la han usado para propósitos que traen el mayor beneficio para la humanidad", explicó la Real Academia Sueca de Ciencias.

La estadounidense Arnold, del California Institute of Technology, recibirá la mitad del galardón, mientras que Smith, de la Universidad de Missouri, y Winter, del MRC Laboratory de Cambridge, se repartirán la otra mitad del premio.

"Los premios Nobel de Química de este año se inspiraron en el poder de la evolución y utilizaron los mismos principios, el cambio genético y la selección, para desarrollar proteínas que resuelven problemas químicos de la humanidad", informó la Real Academia Sueca de Ciencias en el anuncio del galardón, dotado con 9 millones de coronas suecas (un millón de dólares).

La estrella de las enzimas

Frances Arnold (1956, EU) dirigió en los 80 su mirada hacia la nueva tecnología del ADN y realizó la primera evolución dirigida en enzimas, entre cuyas aplicaciones se incluyen "la fabricación de sustancias químicas más inocuas para el medio ambiente, como productos farmacéuticos y combustibles renovables", explicó la Real Academia de las Ciencias de Suecia en su fallo.

"Estaba claro que toda una nueva forma de hacer materiales y químicos que necesitábamos en nuestra vida diaria sería posible por la capacidad de reescribir el código de la vida", contó, de acuerdo con la Academia.

Arnold se inspiró en la propia naturaleza y su evolución. Desarrolló mutaciones en el código genético de la enzima y luego introdujo estos genes mutados en bacterias que producían miles de variantes. Después, el desafío fue descubrir cuál de todas estas variantes funcionaba mejor para el propósito específico que buscaba. "En la evolución, hablamos de supervivencia del más apto; en evolución dirigida, esta etapa se llama selección (...) Arnold demostró el poder de permitir el azar y la selección dirigida, en lugar de únicamente la racionalidad humana, para definir el desarrollo de nuevas enzimas", señaló la Academia en su ensayo "A (r)evolution in chemistry".

El cazador de bacteriófagos

En los 80, George Smith (1941, EU) trabajaba con bacteriófagos, que son virus que infectan a las bacterias. Estos organismos son simples: una pequeña pieza de material genético encapsulado en proteínas. Cuando se reproducen, inyectan su material genético en las bacterias y secuestran su metabolismo. Las bacterias producen copias del material genético del fago y de las proteínas que forman la cápsula, que forman nuevos fagos.

Smith usó este organismo para hallar un gen desconocido para una proteína conocida. Así, sentó las bases de lo que se conoce como la visualización de fagos, donde el virus funciona como un enlace entre una proteína y su gen.

Nacen nuevos fármacos

Los humanos tenemos cientos de miles de anticuerpos que se adhieren a virus o bacterias y luego envían señales a las células inmunes para que destruyan a los invasores. Greg Winter (1951, Reino Unido) aprovechó el método de Smith para desarrollar nuevos fármacos.

"Construyó una biblioteca de fagos con miles de millones de variedades de anticuerpos en sus superficies. De esta biblioteca, sacó anticuerpos que se unieron a diferentes proteínas diana. Luego cambió aleatoriamente esta primera generación de anticuerpos y creó una nueva biblioteca, en la que encontró anticuerpos con acoplamientos aún más fuertes. Por ejemplo, en 1994 usó este método para desarrollar anticuerpos que se unían a las células cancerosas con un alto nivel de especificidad".

Winter fundó una compañía, que entre otros avances ha desarrollado productos contra la artritis reumatoide.

El primer medicamento basado en las investigaciones de Winter fue aprobado para su uso en 2002 y se emplea para tratar la artritis reumatoide, la psoriasis y las enfermedades inflamatorias del intestino, agregó la Academia, la entidad encargada de conceder los galardones.

En declaraciones a The Associated Press, Smith reconoció la contribución de sus predecesores a sus investigaciones.

"Muy pocos avances en la investigación son novedosos. Casi todos se basan en trabajos anteriores. Es casualidad. Eso ocurrió con mi trabajo", señaló. "La mía fue una idea en una línea de investigación que se construyó de una forma muy natural sobre líneas de investigación previas".

Smith dijo que se enteró del premio de madrugada tras recibir una llamada telefónica desde Estocolmo. "¡Es una broma estándar que alguien con acento sueco te llame y diga que has ganado! Pero había mucha carga estática en la línea, sabía que no era uno de mis amigos", señaló.

La técnica de Winter también se usa para investigar en fármacos contra el cáncer y el lupus y actualmente hay ensayos clínicos para el Alzheimer.

El lunes, el investigador estadounidense James Allison y el japonés Tasuku Honjo recibieron el Nobel de Medicina por su innovadora investigación sobre la participación del propio sistema inmunológico en la lucha contra el cáncer.

Científicos de Estados Unidos, Canadá y Francia compartieron el galardón de Física, que se dio a conocer el martes.

Con información de AP y Reuters.

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