Culturas

Entre poemarios de Whitman y Pessoa

Con textos inéditos, Círculo de poesía publica una conversación entre el poeta y álvaro campos, heterónimo del escritor portugués, quien da quien da cuenta en este libro de la fuerza vital en que se funda la estética inaugurada por el estadounidense.

Álvaro de Campos, uno de los de 136 alter ego que se cuentan de Fernando Pessoa y de quien se han encontrado pocos pero muy sugerentes textos, dedicó algunos de ellos a una voz que trastocó la manera de experimentar la palabra y, con ello, la forma de ser en el mundo: Walt Whitman. El iniciador de un tiempo.

Hasta donde se sabe —porque el archivo de Pessoa consta de unos 32 mil documentos, de los que sólo se han revisado 15 mil a 84 años de su muerte—, la obra de Álvaro de Campos quedó inconclusa y con un grueso de textos inéditos.

Un acervo que Mario Bojórquez, estudioso del escritor portugués desde 1997, explora en su relación con Whitman en un volumen que se encuentra en imprenta, con motivo del 200 aniversario del nacimiento del poeta, que se cumple este 31 de mayo.

"Imaginé un libro en el cual Álvaro de Campos presentara a Whitman como a él le habría gustado", explica el poeta y editor mexicano, quien lo publica, con traducciones suyas, bajo su propio sello: Círculo de Poesía.

El título reza sencillamente Walt Whitman. Canto a mí mismo. Sólo en su interior se descubre que, además del poema aludido, se trata de un diálogo entre ambos poetas, el cual se inicia con un ensayo de De Campos, que también da subtítulo al libro: Apuntes a una estética no-aristotélica.

Se trata de un texto revelador, explica Bojórquez, porque en él De Campos da cuenta de la importancia de ese "sacerdote de la calle" que llamaron padre del verso libre. En él explica en qué consiste el cambio en la sensibilidad que introdujo en la poesía norteamericana, y la influencia que tuvo en poetas de otras latitudes, como el mismo De Campos.

"Si la visión del arte de Aristóteles, que aún regía a la poesía, señalaba que el fin del arte es la belleza, una estética no aristotélica —dice De Campos— se funda en la fuerza, en la energía, en la vitalidad implícita en las palabras", detalla Bojórquez. "Lo que Whitman busca es la fuerza de la naturaleza, y que la poesía se interiorice y sea una experiencia personal, en vez de ser un discurso exterior".

Es así que Whitman, al decir: Soy el esclavo perseguido, el niño silencioso/de rostro envejecido, el enfermo que exhala su último suspiro, extiende la experiencia del Yo al todo, observa Bojórquez. "Él decidió ser todos los hombres, y aunque en esto hay belleza, nos habla de un motor energético vital".

De Campos, a su vez, responde a ese vitalismo en su Oda triunfal, de 1915: Escribo rechinando los dientes, fiera para esta belleza/ Esta belleza totalmente desconocida por los antiguos/¡Oh ruedas, oh engranajes, r-r-r-r-r-r eterno!/¡Fuerte espasmo retenido de los mecanismos en furia!/ En furia fuera y dentro de mí...

"Whitman, claro, no tiene las máquinas que sí tiene De Campos en el siglo XX, que también se acerca a (Tomasso) Marinetti, a las vanguardias; pero aquí leemos esa vuelta de tuerca que Whitman da a la función de la poesía y del pensamiento", observa. "Whitman explica al hombre moderno".

Curiosamente, el estadounidense renueva el pensamiento poético al recurrir al pasado, advierte el compilador. Y es que, si en la poesía existe el ritmo, fue el ritmo sonoro, la música de la palabra lo que por siglos dominó las formas de los versos para el oído.

Pero también existe en la poesía un ritmo del pensamiento, advierte. Una forma arcaica de versificar que se lee en textos antiguos, la Biblia uno de ellos.

Hasta que Whitman la recuperó en su poesía.

Esa versificación tiene que ver con paralelismos como el llamado sinonímico, que repite una misma idea como un eco: Señor, escucha mis lamentos, oye mis quejidos; o el antitético: Hay un tiempo de abrazar y un tiempo de abstenerse de abrazar; o el sintético: Palomas azules son tus manos, se agitan.

"Cuando Whitman recoge esa versificación, él modifica el sistema rítmico del inglés, que venía de una tradición griega y latina", puntualiza Bojórquez.

Para entender estas ideas con caridad, su libro incluye, además, Salutación a Walt Whitman, largo texto en verso en el que De Campos expresa el impacto que la poética whitmaniana ha tenido en él; una traducción del Canto a mí mismo, y un poema en francés de Whitman: Salut au Monde!

Cierra el volumen otra joya: una serie de textos, escritos todos por Pessoa y por esos personajes tan diferenciados entre sí, a los que dotó de pluma, estilo y pensamientos propios; una crítica en las voces, no tan imaginarias, de Alberto Caeiro, Thomas e I.I. Crosse y Ricardo Reis.

Apuntes para una estética no aristotélica

Por Mario Bojórquez

Álvaro de Campos define una estética no-aristotélica como aquella que fundamenta su procedimiento en la fuerza, no en la belleza. La principal característica de esa fuerza natural y abstracta es la energía. La belleza misma puede entenderse como una fuente abstracta de energía.

Así en la estética no-aristotélica será la sensibilidad la que logrará el equilibrio entre la fuerza de reacción y la fuerza de desintegración. Al contrario de la estética aristotélica, en lugar de generalizar o humanizar la sensibilidad, lo que se propone es particularizar e individualizar la sensibilidad, es decir, lo humano debe personalizarse, lo exterior debe volverse interior.

Estos postulados serán posteriormente recuperados en el movimiento conocido como sensacionismo portugués. Por primera vez en la historia del arte esto ocurre con la poesía de Walt Whitman. Álvaro de Campos concluye sus Apuntes para una estética no-aristótelica así:

“Por lo demás, hasta hoy, fecha en que aparece por primera vez una auténtica doctrina no aristotélica del arte, sólo hubo tres verdaderas manifestaciones de arte no aristotélico. La primera está en los asombrosos poemas de Walt Whitman, la segunda está en los poemas más que asombrosos de mi maestro Caeiro; la tercera está en las dos odas —la Oda Triunfal y la Oda Marítima— que publiqué en la revista Orpheu. No pregunto si esto es inmodestia. Afirmo que es verdad.”

Círculo de Poesía ediciones, al preparar la edición crítica de Álvaro de Campos que celebra este 31 de mayo los 200 años del nacimiento de Walter Whitman en una granja de Long Island, Nueva York, recupera un siglo y medio de influencia y renovación de la poesía del mundo.

Entre los autores de la tradición panhispánica que se nutrieron su obra recordemos que ya Rubén Darío le habla al presidente estadounidense Theodore Roosevelt: “¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman / que habría de llegar hasta ti, Cazador!”, para denunciar sus pretensiones injerencistas en América Latina.

José Martí nos lo presenta así: ”Una de las fuentes de su originalidad es la fuerza hercúlea con que se acerca a las ideas como si fuera violarlas, cuando sólo va a darles un beso, con la pasión de un santo”.

León Felipe y Jorge Luis Borges lo tradujeron.

Con Whitman se inicia la tradición nicaragüense de la traducción y difusión de la poesía norteamericana desde Salomón de la Selva, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal y en nuestros días con Francisco Larios.

Para Fernando Pessoa y sus heterónimos, la poesía de Walt Whitman es crucial, como influencia de Alberto Caeiro y Álvaro de Campos. Su traductor al inglés, Thomas Crosse, afirma: “A primera vista parece que algo de Whitman está presente en estos poemas”.

El traductor de Álvaro de Campos I. I. Crosse, nos dice: “Alvaro de Campos es uno de los mejores ritmistas de todos los tiempos. Es el más violento de todos los escritores. Su compañero Whitman es suave y tranquilo en comparación con él”.

Ricardo Reis, comenta de Caeiro y de Campos: ”En los versos libres de Blake, en los de Whitman hay un sonido diferente, una curva distinta. (…) De modo semejante ocurre con el único gran cultivador portugués del verso libre, el Sr. Álvaro de Campos, una individualidad se siente nítida y personal en la maravillosa técnica estrófica que se muestra a través de la puramente aparente descoordinación de aquella arritmia. Lo mismo sucede con Alberto Caeiro, su verso libre no tiene el ritmo bíblico”.

A 200 años de su nacimiento, “Walt Whitman, un cosmos, el hijo de Manhattan”, sigue siendo el padre soltero de la poesía mundial.

Fragmento de poemas

Canto a mí mismo

Por Walt Whitman

Traducción del inglés de Mario Bojórquez

(Fragmento)

5

Creo en ti, alma mía, el otro que Yo soy no debe humillarse ante ti,

Y no debes ser tú degradada por el Otro.

Arrástrate, alma, conmigo por la hierba, libera tu garganta,

No quiero palabras, ni música ni rimas, ni viejas usanzas ni sermones, no quiero ni siquiera lo mejor,

Solo quiero aquella calma que me gusta, bate el zumbido de tu alada voz.

Pienso en cómo una vez nos recostamos en la mañana de un verano muy transparente,

Cómo recargaste tu cabeza en mis caderas y suavemente me giraste,

Y apartaste la camisa de mi pecho, y hundiste tu lengua en mi corazón desnudo,

Y llegaste hasta que sentiste mi barba, y llegaste hasta que me sostuviste los pies.

Ligeramente se elevó y esparció a mi alrededor la paz y el conocimiento que expresan todos los argumentos de la tierra.

Y sé que la mano de Dios es la promesa mía.

Y sé que el espíritu de Dios es mi propio hermano.

Y que todos los hombres que nacieron son también mis hermanos, y las mujeres, mis hermanas y amantes.

Y que una sobrequilla de la creación es el amor.

E ilimitadas son las hojas firmes o caídas en los campos,

Y pardas las hormigas en los pozos pequeños debajo de ellos,

Y costras de musgo en la cerca zigzagueante, piedras amontonadas, sauco negro, gordolobo y malezas.

7

¿Alguien ha supuesto que es afortunado haber nacido?

Me apresuro a informarle que es igual de afortunado que morir, y lo sé bien.

Paso la muerte con el moribundo y el alumbramiento con el bebé recién nacido, y no me contiene lo que hay entre mi sombrero y mis botas,

Y examino múltiples objetos, no hay dos iguales y cada uno de ellos son buenos,

La tierra es buena y las estrellas también, y sus complementos todos igualmente buenos.

Yo no soy una tierra ni un complemento de una tierra,

Soy el compañero y pareja de la gente, tan inmortal e insondable como yo,

(No saben ellos cuán inmortales, pero yo sí sé).

Cada tipo para sí mismo y en sí mismo, para mí varón y hembra

Para mí los que han sido niños y que aman a las mujeres,

Para mí, el hombre que está orgulloso y siente cómo le duele ser despreciado,

Para mí el dulce corazón y la vieja criada, para mí las madres y las madres de las madres,

Para mí los labios que han sonreído, y los ojos que han derramado lágrimas.

Para mí los niños y los procreados de los niños.

¡Desenredar! No eres culpable de mí, ni rancio ni descartado,

Veo a través de la popelina y del percal sí o no,

Y estoy alrededor, tenaz, adquisitivo, incansable, y nada me conmueve.

10

Solitario y muy lejos de mi hogar cazo entre selvas y montañas,

Vagando, asombrado por mi propia ligereza y alegría.

En la tarde menguante escojo un buen lugar seguro para pasar la noche,

Enciendo el fuego y asó el animal todavía caliente del cuchillo,

Me quedo dormido sobre un lecho de hojas con mi perro y mi arma por un lado.

El Clíper Yanqui abre sus velas al cielo, la nave corta el destello y la espuma,

Mis ojos asientan la tierra, me inclino en su proa o grito alegremente desde la cubierta.

Lancheros y buscadores de almejas se levantaron temprano y esperaron por mí,

Me arremangué los pantalones dentro de las botas y fui allí y lo pasé muy bien;

Deberías haber estado con nosotros ese día alrededor de la caldera de mariscos.

Vi la boda de un cazador de pieles del lejano oeste, su novia era una niña piel roja,

Su padre y sus amigos sentados allí cerca con las piernas cruzadas y fumando, calzaban mocasines y grandes mantas gruesas que colgaban de sus hombros.

En una banca sentado, el cazador estaba vestido sobre todo de pieles, su barba exuberante y sus rizos le cubrían el cuello, sostenía a su novia de la mano,

Ella tenía largas pestañas, la cabeza descubierta, los gruesos y rectos mechones descendían lacios sobre las voluptuosas piernas y bajaban hasta los pies.

El esclavo fugitivo vino hasta mi casa y se detuvo en mi puerta,

Oí sus movimientos hacer crujir los maderos de la pila de leña,

A través de la media puerta de vaivén de la cocina lo vi extenuado y débil,

Y fue ahí donde se sentó en un tronco, entonces lo conduje hasta aquí acogiéndolo:

Y le trajé agua y le llené una tina para su cuerpo sudado y sus pies heridos,

Y le di una habitación en la que se entraba desde la mía, y le di ropa gruesa y limpia,

Y recuerdo perfectamente bien sus ojos redondos dando vueltas y su torpeza,

Y recuerdo haberle puesto emplastos en las llagas de su cuello y los tobillos;

Se quedó conmigo una semana antes de que se recuperara y pasara más al norte,

Lo hice sentarse a mi lado en la mesa, con mi escopeta apoyada en un rincón.

Salutación a Walt Whitman

Por Álvaro de Campos

Traducción del portugués de Mario Bojórquez

(Fragmento)

a

Portugal-Infinito, once de junio de mil novecientos quince…

¡Hé-lá-á-á-á-á-á-á!

De aquí, de Portugal, todas las épocas en mi cerebro,

Te saludo, Walt, te saludo, mi hermano en Universo,

Oh siempre moderno y eterno, cantor de los concretos absolutos,

Concubina fogosa del universo disperso,

Gran pederasta rozándote contra la diversidad de las cosas,

Sexualizado por las piedras, por los árboles, por las personas, por las profesiones,

Celo de los pasajes, de los encuentros casuales, de las meras observaciones,

Mi entusiasta por el contenido de todo,

Mi grande héroe entrando por la Muerte a troche y moche

Y a los rugidos, a las grúas, y a los berridos ¡saludándote en Dios!

Cantor de la fraternidad feroz y tierna con todo,

Gran demócrata epidérmico, contiguo a todo en cuerpo y en alma,

Carnaval de todas las acciones, bacanal de todos los propósitos

Hermano gemelo de todos los arranques,

Jean-Jacques Rosseau del mundo que había de producir máquinas,

Homero de lo elusivo de los fluctuante carnal,

Shakespeare de la sensación que comienza a andar a vapor,

¡Milton-Shelley del horizonte de la Electricidad futura!

Íncubo de todos los gestos

Espasmo hacia dentro de todos los objetos de fuera

¡Padrote de todo el Universo,

Ramera de todos los sistemas solares, maricón de Dios!

Yo, de monóculo y casaca exageradamente ceñida,

No soy indigno de ti, bien lo sabes, Walt,

No soy indigno de ti, basta saludarte para no serlo…

Yo tan contiguo a la inercia, tan fácilmente lleno de tedio,

Soy de los tuyos, tú bien lo sabes, y te comprendo y te amo,

y aunque no te conociese, nacido por el año en que morías,

Sé que me amaste también, que me conociste, y estoy contento.

Sé que me conociste , que me contemplaste y me explicaste,

Sé que es eso que soy, ya por el Ferry de Brooklyn diez años antes de que naciera,

Ya por la Rua de Ouro hacia arriba pensando en todo lo que no es la Rua de Ouro

Y así como tú sentiste todo, siento todo, y acá estamos dándonos la mano,

Dándonos la mano, Walt, dándonos la mano, danzando el universo en el alma.

Cuántas veces beso tu retrato.

Allá donde estás ahora (No sé dónde es pero es en Dios)

Sientes esto, sé que lo sientes, y mis besos son más calientes (en gente)

Y tú así es que los quieres, mi viejo, y lo agradeces desde allá,

Lo sé bien, cualquier cosa me lo dice, un agrado en mi espíritu,

Una erección abstracta e indirecta en el fondo de mi alma.

Nada de un cautivador en ti, pero sí ciclópeo y musculoso,

Delante del universo tu actitud era de mujer,

Y cada hierba, cada piedra, cada hombre era para ti el Universo.

Mi viejo Walt, mi gran camarada ¡Evohé!

Pertenezco a tu orgía báquica de sensaciones-en-libertad,

Soy de los tuyos, desde la sensación en mis pies hasta la náusea en mis sueños,

Soy de los tuyos, voltea hacia mí, desde ahí, desde Dios me ves al contrario:

Desde adentro hacia fuera…Mi cuerpo es lo que adivinas, ves mi alma —

Eso es lo que ves propiamente y a través de ella ves mi cuerpo —

Mira hacia mí, tú sabes que yo, Álvaro de Campos, ingeniero,

Poeta sensacionista,

No soy tu discípulo, no soy tu amigo, no soy tu cantor,

¡Tú sabes que yo soy Tú y estás contento con esto!

Nunca puedo leer tus versos al hilo… Allí hay demasiado sentir…

Atravieso tus versos como una multitud de encontronazos en mí,

Y me perfuma a sudor, a aceites, a actividad humana y mecánica

En tus versos, en ciertos momentos no sé si leo o si vivo,

No sé si mi lugar real es en el mundo o en tus versos,

No sé si estoy aquí, de pie sobre la tierra natural,

O cabeza abajo, colgado en una especie de instauración,

En el techo natural de tu inspiración de tropel

En el centro del techo de tu intensidad inaccesible.

¡Ábranme todas las puertas!

¡Tendré que pasar por fuerza!

¿Mi seña? ¡Walt Whitman!

Pero yo no doy señas…

Paso sin explicaciones…

Si es preciso tiro las puertas…

Sí— yo fino y civilizado, tiro las puertas,

Porque en este momento no soy fino ni civilizado,

Soy YO, un universo pensante de carne y hueso, queriendo pasar,

Y tendré que pasar por fuerza, porque ¡cuando quiero pasar soy Dios!

¡Sáquenme esa basura de la cabeza!

¡Métanme en gavetas esas emociones!

De aquí en adelante, políticos, literatos,

Comerciantes pusilánimes, policía, meretrices, padrotes,

Todo eso es la letra que mata, no el espíritu que da la vida.

El espíritu que da la vida en este momento ¡soy YO!

¡Que ningún hijo de puta se me atraviese en el camino!

¡Mi camino es más allá del infinito hasta llegar al fin!

Si soy capaz de llegar al fin o no, no es tu asunto, déjame ir…

Es conmigo, con Dios, con el sentido-yo de la palabra Infinito…

¡Hacia enfrente!

¡Meto esporas!

Siento las esporas, soy el propio caballo en que monto,

Porque yo, por mi propia voluntad de consubstanciarme con Dios,

Puedo ser todo, o puedo ser nada, o cualquier cosa,’

Conforme se me de la gana… Nadie tiene potestad sobre eso…

¡Locura furiosa! Voluntad de alarido, de salto,

De aullido, de rebuzno, de brincos, de corcoveos, gritos con el cuerpo,

De aferrarme a las ruedas de los autos y meterme por debajo

De meterme por delante del giro del chicote que va a golpear,

De me (…)

De ser la perra de todos los perros y ellos no bastan,

De ser el volante de todas las máquinas y la velocidad tiene un límite,

De ser el aplastado, el dejado, el desplazado, el acabado,

Y todo por cantarte, por saludarte y (…)

Danza conmigo, Walt, desde allá del otro mundo baila esta furia,

Salta conmigo en este tamborileo que sube hasta los astros,

Cae conmigo sin fuerzas en el suelo,

Sube conmigo tonto en las paredes,

Rómpete y tritúrate conmigo

Y(…)

En todo, por todo, a la vuelta de todo, sin todo,

Rabia abstracta del cuerpo haciendo maesltroms en el alma…

¡Arre! ¡Vamos allá hacia el frente!

Si el propio Dios lo impide, vamos allá hacia el frente…No hace diferencia…

Vamos allá hacia el frente

Vamos allá hacia el frente sin ser precisamente a parte alguna…

¡Infinito! ¡Universo! ¡Meta sin meta! ¿Qué importa?

¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

Ahora, sí, partamos, va allá hacia el frente, ¡pum!

Pum

Pum

Heia… heia… heia… heia… heia…

Me desencadeno como una tormenta

En saltos de mi alma hacia ti,

Con bandas militares al frente prolongo mi saludo hacia ti…

Con un gran cortejo y una furia de berridos y saltos

Fanfarria gritándote

Y te doy todos los vivas a mí e a ti y a Dios

Y el universo da vueltas alrededor de nosotros como un carrusel con música dentro de nuestros cráneos,

Y teniendo luces esenciales en mi epidermis anterior

Yo, loco del silbo ebrio y musical de las máquinas,

Tú célebre, tú temerario, tú Walt— y el instinto,

Tú la sensualidad punto

Yo la sensualidad curiosamente naciendo hasta de la inteligencia

Tú la inteligencia (…)

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