Culturas

Así fue como México y España retomaron su amistad tras periodo franquista

Las relaciones entre México y España se rompieron durante el franquismo, pero al dictador le quedaba poco tiempo de vida y su muerte, el 20 de noviembre de 1975, permitió que los dos países volvieran a acercarse.

En febrero de 1977 el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español, Marcelino Oreja, recibió una llamada telefónica del secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de México, Santiago Roel. Con esa llamada empezarían una serie de conversaciones para poner fin a la separación que vivían los dos países desde el final de la Guerra Civil española.

Hoy que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le ha pedido al rey de España una disculpa por las matanzas ocurridas durante la Conquista de México, vale la pena recordar cuando los dos países resolvieron sus diferencias y decidieron que valía más la pena ver juntos hacia el futuro que vivir enemistados por el pasado.

En esta historia la fecha más lejana es 1939. En ese año la República Española fue derrotada por las tropas de Francisco Franco. El gobierno de Lázaro Cárdenas había apoyado a los republicanos porque consideraba que un triunfo franquista podría alimentar a los grupos de derecha que había en México, además de que consideraba injusto que el franquismo tuviera el respaldo de la Alemania nazi.

El gobierno mexicano apoyó a la República Española enviándole armas, dinero y recibiendo a los refugiados -niños, intelectuales y gente cualquiera- que huyeron de su país. Al vencer los franquistas, México protestó ante la Sociedad de las Naciones por lo que consideraba una sublevación contra el gobierno legítimamente establecido en España.

Mientras tanto, la República Española pasó años muy dolorosos -junto con todos los que tuvieron que salir de la península- hasta que en 1945 en el Salón de Cabildos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento (hoy Gobierno de la Ciudad de México), la República pudo reorganizarse. Durante un año estuvieron en México hasta que se mudaron a París, donde permanecieron hasta su disolución en 1977.

El presidente Lázaro Cárdenas decidió no reconocer al gobierno franquista como el legítimo mandatario de España. Los siguientes presidentes mexicanos mantuvieron esta política e inclusive rechazaron la posibilidad de que España ingresara a la Organización de las Naciones Unidas.

Sin embargo, este rechazo colocaba a México en una situación comprometida porque, si bien reconocía a la República Española, no podía tener con ella acuerdos comerciales o culturales pues los republicanos no controlaban el territorio español, y el gobierno franquista deseaba tener relaciones con México, pero eso sería imposible mientras existieran sus enemigos los republicanos.

Eso provocó que México tuviera una relación formal con la República – los refugiados que vivían en el país, los aniversarios y homenajes a Lázaro Cárdenas- y al mismo tiempo tenía relaciones comerciales y culturales con la España de Franco. Ya en 1947 y sin tener embajadores, México y España firmaron un acuerdo para facilitar el comercio entre los dos países y en los años siguientes, figuras como Manolete, Sara Montiel, Agustín Lara y Pedro Vargas viajaron a ambos lados del Atlántico.

Conforme pasaron los años la situación entre México, la República Española y el gobierno franquista comenzó a cambiar. En 1969 Juan Carlos de Borbón fue nombrado príncipe de España y sucesor de Francisco Franco a título de rey. Junto al príncipe llegaba una nueva generación de políticos españoles, como Manuel Fraga y Adolfo Suárez, que habían hecho sus carreras bajo el franquismo, pero veían que éste terminaría pronto y sería necesario democratizar a España.

En ese proceso México sería muy importante ya que restablecer relaciones con este país le permitiría a España tener una fuerte presencia en el continente, pero para ello primero había que hacer cambios en la península.

En septiembre de 1975, a dos meses de que Franco falleciera, cinco miembros del grupo Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad) fueron fusilados por terrorismo. El gobierno del presidente Luis Echeverría canceló los vuelos entre Madrid y la Ciudad de México, cerró la Oficina de Negocios de España en el país y la representación de la agencia de noticias EFE.

El gobierno franquista contestó cerrando la Oficina Mexicana en Madrid, la representación turística, y le dijo al presidente Echeverría que no anduviera presumiendo de estatura moral pues él había participado como secretario de Gobernación en la matanza de Tlatelolco de 1968.

Las relaciones entre México y España se rompieron, pero a Francisco Franco le quedaba muy poco tiempo de vida y en los dos países sus clases dirigentes esperaban el momento para restablecerlas. La muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 permitió que los dos países volvieran a acercarse.

En 1976 el presidente electo de México, José López Portillo, consideró que ante la desaparición del caudillo y el restablecimiento de la monarquía en España con el rey Juan Carlos I, había llegado el momento de reunir a las dos naciones. Pero para ello el gobierno mexicano necesitaba estar seguro de que la monarquía democratizaría a España. Además habría que terminar las relaciones con la República, algo que al principio no parecía fácil.

A unas semanas de su toma de protesta, José López Portillo envió a España al político Santiago Roel -quien sería su secretario de Relaciones Exteriores – con la misión de entrevistarse con las autoridades del pequeño pueblo de Caparroso, en Navarra, a quienes deseaba invitar a la ceremonia porque de ahí venía su familia. En realidad, Santiago Roel tenía la encomienda de acercarse de manera oficiosa al gobierno español para sondear la posibilidad de restablecer las relaciones rotas desde 1939.

No todos en el gobierno mexicano estaban de acuerdo con restablecer relaciones diplomáticas con España. La Secretaría de Relaciones Exteriores aconsejó al presidente López Portillo que esperara un momento mejor para el acercamiento, ya que había temor de que la monarquía española dejara de lado sus promesas de democratización y reprimiera a los opositores, pero el jefe del ejecutivo tomó por sí solo la decisión que cambió la historia.

Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores de España, recibió con agrado la noticia de que el gobierno mexicano estaba considerando la posibilidad de restablecer relaciones, pero también pensaba que eso sólo sería posible si antes México terminaba su contacto con la República Española. Su representante, Fernando Arias Salgado, viajó a México en febrero de 1977 y se reunió con Santiago Roel para empezar una serie de conversaciones que culminarían con el restablecimiento de las relaciones entre los dos países.

El acercamiento entre México y España se dio en cuestión de pocos meses. Confiando en que España llevaría acabo una profunda reforma política que, entre otras cosas, permitiría la libertad de expresión y legalizaría a los partidos de oposición, México dio los pasos necesarios para reunir a las dos naciones.

Mientras tanto, el gobierno de la República Española, establecido en París, también observaba con interés lo que ocurría en la península.

Los republicanos no tenían forma de volver al poder y ante el compromiso de la Corona de realizar elecciones generales el 15 de junio de 1977, aceleraron la decisión de cancelar las relaciones entre México y la República para luego desaparecerla.

Rodolfo Echeverría, subsecretario de Gobernación, fue encargado por José López Portillo de reunirse en París con el último presidente de la República Española, José Maldonado González. Echeverría le explicó que, muerto Franco, México quedaba en libertad para reanudar sus relaciones con España, pero no quería romper abruptamente con la República. El presidente Maldonado le contestó que "hacia México sólo tenemos sentimientos de gratitud y amor" y que no se opondrían a que ahora el país se acercara a la monarquía.

El 18 de marzo de 1977 se reunieron, en la Residencia Oficial de Los Pinos, el presidente Maldonado y otros miembros de la República Española con el presidente López Portillo, el canciller Santiago Roel y el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles. Allí anunciaron a la prensa que las relaciones entre los dos gobiernos quedaban canceladas, agradeciéndole a México por haber permitido que los españoles exiliados tuvieran viva la antorcha de la esperanza.

Ya sólo quedaba restablecer relaciones con el Reino de España. El 28 de marzo de 1977 el ministro Oreja y el Secretario Roel se reunieron en el hotel Jorge V en París para el intercambio de notas diplomáticas por las que ambos países aceptaban tener misiones diplomáticas permanentes a nivel de embajador. A partir de ahí todo se dio muy rápido: el presidente de gobierno, Adolfo Suárez, visitó México en abril de 1977; en octubre de ese año José López Portillo viajó a España y un año más tarde Juan Carlos I visitaba México.

Carlos Fuentes escribió: "Nuestra relación con España es como nuestra relación con nosotros mismos: conflictiva. Y de parejo signo es la relación de España con España: irresuelta, enmascarada, a menudo maniquea. Sol y sombra como en un ruedo ibérico. La medida del odio es la medida del amor. Una palabra lo dice todo: pasión".

Y también amistad.

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