Ciencia

Es una realidad: el hidrógeno es el combustible del futuro, según la Agencia Internacional de Energía

El hidrógeno, además de que da mucha energía sin emisiones como las del carbono, puede almacenarse, enviarse y utilizarse para producir electricidad, lo que permite a los países con poco espacio para equipos eólicos y solares recibir energía sin carbono.

El hidrógeno, que ha sido promocionado como el combustible del futuro durante gran parte de las últimas cinco décadas, puede estar finalmente a punto de convertir su potencial en realidad.

Gobiernos, fabricantes de automóviles e incluso gigantes del petróleo y el gas forman parte de una coalición en crecimiento que impulsa un rol más grande para el combustible.

Esto debido a que el mundo busca reducir las emisiones de carbono sin dejar de proporcionar electricidad a la población y alimentar procesos industriales complejos, de acuerdo con un informe de la Agencia Internacional de la Energía publicado este viernes.

El informe subraya los desafíos —las técnicas de producción existentes son contaminantes y costosas, mientras que el gas en sí es volátil y altamente inflamable—, a medida que la industria de la energía responde a los pedidos cada vez más urgentes de abandonar el carbono, en medio de escenarios apocalípticos por el cambio climático.

La agencia recomendó implementar políticas ahora, con el fin de respaldar las inversiones tempranas necesarias para reducir los costos y ampliar la industria.

"El hidrógeno nunca ha gozado de tanto interés internacional e intersectorial, incluso ante el impresionante progreso reciente en otras tecnologías de energía baja en carbono, como las baterías y las energías renovables", dijo la agencia en el informe 'The Future of Hydrogen' (El futuro del hidrógeno).

"El nivel actual de atención ha abierto una ventana genuina de oportunidades para la acción política y del sector privado", detalló.

Del mismo modo, La AIE ha sugerido formas de impulsar el mercado que incluyen:

  1. Apoyar la investigación y el desarrollo para reducir los costos y crear vehículos financieros para compensar el riesgo de los primeros inversionistas.
  2. Centrarse primero en aumentar el uso en puertos industriales, donde se concentra la producción existente, y en flotas de transporte a lo largo de rutas populares.
  3. Lanzar rutas internacionales de comercio de hidrógeno.

Sin embargo, no es la primera vez que se aclama al hidrógeno como el salvador de la energía.

En la década de 1970, surgió un interés por el combustible como un posible reemplazo en un sector de transporte sacudido por los choques del precio del petróleo, pero el mercado del crudo se moderó antes de que se realizaran avances significativos.

La AIE dice que la diferencia ahora es que el factor impulsor, la reducción de las emisiones de carbono, es menos transitorio que un aumento en el precio de un producto básico.

El hidrógeno puede ayudar a descarbonizar una gama de sectores —desde el transporte de larga distancia hasta la fabricación de acero—, de los cuales es difícil eliminar las emisiones. También puede almacenarse, enviarse y utilizarse para producir electricidad, lo que permite a los países con poco espacio para equipos eólicos y solares recibir energía sin carbono.

La instauración de políticas e incentivos de apoyo ahora podría ayudar a reducir los costos a largo plazo, según la AIE, de la misma manera que décadas de subsidios y subvenciones para las células fotovoltaicas y las turbinas eólicas ayudaron a hacer que muchas tecnologías renovables fueran competitivas en costos con los combustibles fósiles en todo el mundo.

"Si bien el despliegue de las turbinas eólicas y los paneles solares fotovoltaicos fue respaldado inicialmente por políticas y sistemas de apoyo directo del gobierno, la inversión en ellos ahora es de 124 mil millones de dólares por año, principalmente de capital privado", según la agencia.

"En el caso del hidrógeno, también hay fuertes argumentos para que los gobiernos adopten un enfoque más habilitador".

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