Ciencia

Cuevas de Tailandia atraen a miles de murciélagos… y también a expertos en busca de rastros de COVID

Después de que esta especie fuera relacionada con el brote de coronavirus que asola al mundo, científicos analizan a los animales para tratar de encontrar el origen de la enfermedad.

Una nube de innumerables pequeñas formas negras fluye a través del crepúsculo, como una sombra que se eleva desde las entrañas de la tierra. Son murciélagos, miles y miles de ellos emergen para cazar insectos, y ahora son analizados por científicos en busca de rastros del COVID-19.

Los investigadores, supervisados por uno de los virólogos de murciélagos más importantes del mundo, atraparon a los mamíferos alados para analizarlos buscando conocer el origen y la causa de la enfermedad del COVID, de acuerdo con un reportaje del New York Times.

Los especialistas trabajan en las cuevas que están ubicadas en el distrito de Photharam en la provincia de Ratchaburi, Tailandia, un lugar frecuentado por turistas y recolectores de estiércol de murciélago (guano) para venderlos como fertilizante.

Fuera de las cuevas, el abad del templo budista, que se autodenomina el "templo de cientos de millones de murciélagos", se acercó con un altavoz en mano para decirles a los visitantes que los mamíferos voladores eran inofensivos, según relata The New York Times.

"No se preocupe. Estos murciélagos no transmiten enfermedades porque solo comen insectos ", afirmó el abad de nombre Phra Khru Witsuthananthakhun. "Todo el mundo sabe que cuando los murciélagos frugívoros comen fruta, la comparten con otros animales, como las ratas, y así se propaga la enfermedad", aseguró.

Muchos virólogos creen que el murciélago de herradura, un ávido devorador de insectos, puede estar relacionado con el coronavirus que causa el COVID-19. Y un informe del parque nacional tailandés identificó una especie de murciélago de herradura en las cuevas.

Photharam ha atado su fortuna a los murciélagos, atrayendo turistas, compañías de fertilizantes y, lo que es más importante en los últimos tiempos, los quiropterólogos, científicos que estudian mamíferos voladores, afirma el medio neoyorquino.

En el corazón diminuto y palpitante de la economía local se encuentra el templo Khao Chong Phran, que posee las grutas de piedra caliza donde se refugian los murciélagos durante el día. Solo en una cueva, hay tres millones de murciélagos de 10 especies diferentes.

Las enfermedades infecciosas que se cree que han surgido de los murciélagos en las últimas décadas incluyen coronavirus como el SARS y el MERS, junto con otros virus como Nipah, Hendra y Ébola. La mayoría de estos virus se transfirieron de la especie alada a un huésped intermedio, como una civeta o un camello, antes de llegar a los humanos.

El descubrimiento de la posible conexión entre los murciélagos de herradura y el COVID-19 llevó al doctor Supaporn Watcharaprueksadee (subjefe del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes de Tailandia y especialista en virus transmitidos por murciélagos) a investigar a esta especie en Tailandia.

El especialista dijo que su equipo no ha encontrado rastros de un coronavirus similar al que causa el COVID-19 en los murciélagos del Templo Khao Chong Phran, aunque se han descubierto otros coronavirus en ese lugar.

Sin embargo, la visión de los investigadores, ha sorprendido a una comunidad que depende de los murciélagos como su pilar económico, afirma el reportaje del New York Times.

"No hay COVID aquí", aseguró Auenjit Kaewtako, un voluntario de salud del distrito de Photharam que ha estado viniendo a Khao Chong Phran durante 40 años. "¿Por qué deberíamos culpar a los murciélagos?", se pregunta.

En opinión de los recolectores de Khao Chong Phran, la ansiedad causada por los murciélagos es exagerada. Hay 17 especies en el área y solo dos son frugívoros vinculados con la propagación de enfermedades, dicen. El resto consume insectos, lo que significa que los excrementos de los murciélagos brillan con residuos iridiscentes de las alas de los insectos, revela el NYT.

Phra Somnuek, ahora monje en el templo, recuerda que cuando era niño, el cielo se oscureció durante más de dos horas al anochecer con las sombras de millones de murciélagos que se dirigían a su comida nocturna. El vuelo de los murciélagos, que sigue siendo una atracción turística, ahora se realiza en 45 minutos, dijo.

"Me preocupa que algún día los murciélagos solo sean una leyenda aquí", comentó al NYT. "Si perdemos nuestros murciélagos, perdemos lo que nos hace especiales", aseguró Somnuek.

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