Buena Vida

Sabor y confort se reúnen en Adobe Guadalupe

Adobe Guadalupe, en Ensenada, Baja California, ofrece un hospedaje íntimo para adentrarse en sus viñedos, vinos y destilados.

Viñedos, jardines y montañas bajo un cielo claro son parte de lo que el viajero encuentra en su visita al Valle de Guadalupe, en Ensenada, Baja California. La ruta del vino que inició allí hace 18 años continúa impulsando a las vinícolas de la región a diversificarse para ofrecer productos y experiencias atractivas. Adobe Guadalupe es ejemplo de ello. Además de la calidad y variedad de de sus vinos, expandió sus propuestas al enoturismo con un bed & breakfast de sólo seis habitaciones, y ofrece a sus visitantes marcas propias de tequila, mezcal y cerveza.

"Cuando a uno se le ocurren tantas cosas es difícil parar, lo más importante es hacerlo de la mejor manera posible y buscar a los mejores", afirma Tru Miller, propietaria de la marca, sobre la variedad de sus productos.

Ella, holandesa de nacimiento, y su esposo Donald -banquero retirado- fundaron la vinícola en 1998. Dos años antes compraron 40 hectáreas para comenzar a producir vino porque era el sueño de su hijo Arlo, quien falleció en un accidente automovilístico. Arlo logró contagiar a sus padres su seducción por la cultura mexicana, "hablaba muy bien español y era devoto de la Virgen de Guadalupe", comparte su madre.

Al conocer el Valle de Guadalupe, ambos supieron que el anhelo de su hijo tomaría forma ahí. La primera cosecha se obtuvo en el 2000 y desde entonces el camino sólo ha ido en ascenso. Las etiquetas de sus vinos tienen nombres de arcángeles, Rafael es su mejor carta de presentación: un tinto hecho con cabernet sauvignon y nebbiolo, que reposa 13 meses en barricas de roble francés.

"Es robusto, balanceado y redondo, su fortaleza está en la combinación, el nebbiolo se ha aclimatado muy bien al clima agreste de la zona y ahora es la uva que más se siembra en el valle", afirma Daniel Lonnberg, enólogo de la firma.

Prueba de la calidad de sus vinos es el voto de confianza de empresas dedicadas a satisfacer los gustos de los viajeros de alto poder adquisitivo, como las hoteleras Rosewood y Mayakoba, cuyos vinos de la casa provienen de Adobe Guadalupe y son ensambles de nebbiolo, cabernet y syrah.

Para probar

Rafael

Uvas cabernet sauvignon y nebbiolo

Acompañar con filete de res, quesos maduros y pastas

Taninos suaves y retrogusto complejo. Referencia a frutos rojos, cacao y especias

Precio: 830 pesos.

Serafiel

Uvas cabernet sauvignon y syrah

Servir con carnes rojas y pastas con salsa de tomate

Precio: 575 pesos.

Kerubiel

Uvas cinsault, syrah, mourvedre y grenache

Maridar con carnitas, pescados, patos y codorniz

Precio: 830 pesos.

Tru cuenta que la reina Máxima de Holanda eligió Serafiel, etiqueta de su casa, para que se sirviera en la recepción que el gobierno mexicano le ofreció el año pasado en el Castillo de Chapultepec.

Con etiquetas posicionadas y ventas en México, Estados Unidos y Holanda, el siguiente paso fue conquistar a quienes deseaban hospedarse entre viñedos. La exclusividad y el confort son parte de la estancia en la hacienda, que combinan con catas como las verticales, en las que se degusta una sola etiqueta, pero de varias añadas. Tienen un criadero de caballos de raza azteca, garañón andaluz y cuarto de milla americano, que lo mismo invitan a la contemplación que a montarlos para admirar los viñedos desde su lomo.

La aventura del tequila comenzó por iniciativa de Tru, quien se enfocó en aportar consejos para crear un licor pensado en torno al paladar femenino: "con menos alcohol y más sabor", explica. Se fabrica en Jalisco, porque para ostentar el nombre debe tener denominación de origen, pero se añeja en sus bodegas del Valle de Guadalupe. Lo mismo pasa con Lucifer, mezcal de origen oaxaqueño.

La elaboración de su propia marca de cerveza fue un paso natural, sobre todo por la calidad de las artesanales que se fabrican en Ensenada. Es una golden ale envasada en botella de vino que se ofrece en copa para potenciar su sabor.

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