Brasil

Schopenhauer al oído

Alemania es una fortaleza que no perdona: cuando necesitó de su técnica la aprovechó para hacerse de su cuarta Copa del Mundo. Ya el Bayern de Munich, ante el Barcelona, anunciaba una nueva era, el postiempo del deporte más republicano de todos. 'La Maquinaria' salió a la cancha a mantener su postura.

La voluntad y el coraje lucharon durante dos horas, y ganó la voluntad. Un poema Götze definió un partido intenso en el que se definió la Copa del Mundo de Brasil 2014. Al más puro Romanticismo, el remate del astro en el área argentina dio razón a la lucha, al esmero, a la tenacidad. Alemania ha sido una constante en este certamen. Hoy ha padecido de una sobredosis de voluntad que le impidió implantar las ideas durante 90 minutos, pero sale adelante sin traicionar la esencia de su morada.

Argentina se empeñó en el heroísmo de su defensa, baluarte de garra, de pundonor y de mucho, mucho tesón. El imperativo categórico de la colectividad se sobrepone a una resistencia de sentimiento, eso ha sido la albiceleste esta tarde: un sentimiento llevado al límite a la frontera entre la perdición y la ganancia. Y no estuvo lejos de salirse con la suya: Higuaín y Palacio tuvieron sus propias oportunidades de abrir el marcador. Pero ante el arco se necesitan decisión y firmeza. Ninguno tuvo esas cualidades. Alemania es una fortaleza que no perdona: cuando necesitó de su técnica la aprovechó para hacerse de su cuarta Copa del Mundo.

El futbol se premia con este triunfo germano. Ya el Bayern de Munich, ante el Barcelona, anunciaba una nueva era, el postiempo del deporte más republicano de todos. La Maquinaria salió a la cancha a mantener su postura. La labor es lo suyo y esta tarde ha trabajado horas extras. Insistente en el comunismo, llevó la Revolución al máximo desgaste. Neuer, el mejor arquero del Mundial, es el único hombre con domicilio fijo en el campo de juego. Todos sus camaradas van y vienen con un espíritu memorable. No hay vuelta para atrás: el progreso se llama Alemania. Su rival hizo del pasado un escudo. Si por algo será recordada esta final es porque se juntaron un estilo que se negaba a morir y uno que ya cursa la primaria.

El futbol demuestra que a veces es congruente. No podía ganar un Mundial un equipo que se acordó de su grandeza en los últimos 90 minutos de una Copa en la que jugó al barrio, es la politiquería injustificable del "a como dé lugar". Messi no merece dos líneas más en relato: opacado por la medianía de su vestuario, se convirtió en un fantasma de su pasado.

El saludo germano debe poner sonrisas en las caras. Por muchas razones. La tajante: porque ha ganado el que más méritos tuvo para hacerlo. Deben agregarse otras, como la movilidad de la pelota, la vuelta al pase, la organización, al orden. En todas las ocasiones en las que se ha coronado, Alemania se ha impuesto a la realidad. La más cinematográfica la del 54, cuando caía por dos goles ante Hungría. También perdía en 1974, ante Holanda. Y en el 90, batalló como un sedán ante Maradona y el resto. Ese fue fondo del debate: Argentina fue muy real; Alemania la imposición a esa burda realidad.
Con Schopenhauer al oído, la persistencia es el futuro.

Dijo Schlegel: "Cada pueblo quiere ver representado en el escenario el término medio de sí mismo; lo mejor sería, pues, darle, héroes, música y locos". Los nuevos héroes alemanes son la representación de un plan de trabajo comenzado desde antes de 2006. La música que los guía es la base del deporte: la disciplina. Y la locura, esta felicidad intransferible de premio al mejor de todos.

Deportivamente, Alemania es Campeona del Mundo. Y esa frescura debe alegrar al provenir, que ya ha llegado.

También lee: