Ambos, cuando eran futbolistas, debieron acostumbrarse a la sombra de dos jugadores adelantados; Louis Van Gaal sólo tuvo minutos en el Ajax durante un partido amistoso cuando Johan Cruyff se lesionó, y Alejandro Sabella tuvo oportunidades con la albiceleste en la Copa América de 1983, pero el medio campo y la década de los 80 fue monopolizada por Maradona.
El desempeño dentro del campo fue forjando el carácter de cada uno y ahora se ve reflejado en sus técnicas como entrenadores. El holandés, quien comenzó como profesor de Educación Física en una escuela de Ámsterdam, es conocido por su manera estricta de llevar a sus equipos. Cuando estaba al mando del Barcelona, llegaba a sancionar retrasos de 20 segundos o que los jugadores estuvieran desfajados.
Ese método riguroso le ha ayudado a controlar los egos dentro del vestidor, hacer funcionar a sus estrellas (como Zlatan Ibrahimovich, Franck Ribéry o Arjen Robben) y conseguir cuatro ligas holandesas, dos españolas, una alemana; aparte de haber llevado al Ajax a su cosecha de una Champions League en la temporada 1994-1995. Sin embargo, la Copa del Mundo es una herida que el neerlandés quiere sanar, pues cuando fue designado por su país como entrenador para ir a la competencia de Corea/Japón en 2002, no logró calificarlo a la fiesta asiática.
El guardameta albiceleste Sergio Romero fue formado en el AZ Alkmaar bajo la mano de Van Gaal y ha experimentado el rigor del europeo, el cual contrasta con el buen ambiente que propicia el entrenador de la Selección argentina y que mantiene motivados a los jugadores.
Sabella comenzó su carrera como entrenador de la mano de Daniel Passarella, de quien fue auxiliar por 19 años en equipos de Italia (Parma), México (Monterrey), Brasil (Corinthians) e inclusive la Selección uruguaya y argentina, esta última con la que ganaron medalla de plata en Atlanta 1996 y participaron en el Mundial de 1998. Ahora a Sabella, quien en Francia experimentó una derrota contra Holanda en cuartos de final, el futbol le está ofreciendo una revancha ya como estratega principal del equipo.
En 2009, Estudiantes fue el primer club que dirigió sin Passarella; los hizo campeones de la Copa Libertadores, así como de un torneo local y eso le dio las credenciales para que en 2011 ocupara el timón del conjunto pampero que nunca ha caído en semifinales de Copa del Mundo.