Brasil

Épica Argelia

Pocas veces en su historia Alemania fue movida de un lado a otro de la cancha con tanta soltura como lo hizo este grandioso equipo argelino, empujado por los riñones y las vísceras de una valentía envidiable. Puso en aprietos al favorito para campeón y lo desgastó al límite de sus ilimitadas condiciones físicas.

Si Francia parió chayotes para vencer a Nigeria hoy por la mañana, Alemania no ha vendido piñas ante una hermosa y pundonorosa Argelia en uno de los juegos más intensos de la historia de los Mundiales. Porto Alegre ha sido la sede de un enfrentamiento inolvidable, de esos que no terminan nunca porque el alma suele correr durante más tiempo que el cuerpo de los futbolistas. Esta tarde el juego más lindo se ha construido una épica a la que le faltarán juglares y titiriteros.

Argelia lleva mano en la narrativa de los hechos. Ha batallado hasta el último segundo de un encuentro en el que los minutos han durado más de 60 segundos. Puso en aprietos al favorito para campeón y lo desgastó al límite de sus ilimitadas condiciones físicas. Lo que sucedió esta tarde fue de un atrevimiento tal que los alemanes rindieron homenaje a sus rivales con un silencio espiritual.

Pocas veces en su historia Alemania fue movida de un lado a otro de la cancha con tanta soltura como lo hizo este grandioso equipo argelino, empujado por los riñones y las vísceras de una valentía envidiable. Fue un debate de arqueros. Neuer fue convocado al máximo de eficiencia en más de una ocasión y si el gol no cayó en una, dos o tres veces, fue gracias a su alta pericia como guardameta, puntual, listo, incluso temerario puso en práctica todos sus recursos, no pocos, para mantener imbatible su portería. Queda claro que los africanos indigestan a los alemanes. No menos transparente que gracias a esa alta presión ofrecen banquetes extraordinarios, dignos del álbum del recuerdo.

Si Alemania se ha agotado es porque sus jugadores no han cumplido satisfactoriamente su función a lo largo de los 90 minutos. Desatina ante el arco, sobre todo al final del tiempo ordinario, dependió del epílogo para resolver un pendiente que, sin saberlo, duraría hora y media.

Schürrle al amanecer del alargue puso el 1-0 que parecía saludar una goleada absurda en un postiempo también absurdo. Pero no. Argelia fue mucho corazón. Cuando llegó el gol de Özil muchos se preguntaron para qué dio el nazareno dos minutos de compensación: el viento tuvo la respuesta. Para que Argelia anotara un símbolo de lo que fue toda esta tarde en Porto Alegre: un equipo épico del que hablarán las futuras generaciones de sus pobladores.

La batalla Franco-Prusiana de cuartos de final, pasó por África y los ejércitos llegan vivos gracias a sus individualidades, a esos destellos de artillería que gracias a sus medallas resuelven los enigmas del conflicto. Para Alemania es tiempo de Bismarck.

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