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Venezuela tiene un paradójico problema: exceso de dólares

Los venezolanos cada vez usan más la moneda estadounidense que se puede encontrar hasta en cerca de 70 mil bolívares en el mercado negro.

Las transacciones en dólares estadounidenses se extienden por toda Venezuela y eso ha comenzado a ser un verdadero problema.

La moneda de Estados Unidos es cada vez más usada en un país asolado por la inflación, donde un dólar cotiza en unos 70 mil bolívares en el mercado negro. Eso supone un problema para las empresas locales, porque los bancos venezolanos tienen prohibido ofrecer cuentas en moneda extranjera.

¿Qué hacen los venezolanos? Para ponerlos a resguardo, una vendedora de seguros en la ciudad de San Cristóbal guarda los billetes de clientes dentro de la cisterna del baño de su oficina. Un jefe de obras, incapaz de transferir dinero a sus cuentas en Estados Unidos, viajó de Caracas a Miami acompañado de su madre y esposa, cada uno con 9 mil 900 dólares en efectivo en la bolsa, justo debajo del límite para declarar dinero a las autoridades estadounidenses.

"Estamos hablando de dinero ganado por medios legales, pero en una moneda que se encuentra completamente fuera del orden constitucional del país. Esto no es lavado de dinero", dice Luis Godoy, exjefe adjunto de la policía judicial y que hoy trabaja como consultor de seguridad. "Hay que preguntarse cuántas personas en este momento tienen dinero guardado en sus casas como Pablo Escobar".

El colapso del bolívar, que perdió el 99 por ciento de su valor frente al dólar en 2019, refleja el de la economía venezolana, que ha sufrido 21 trimestres consecutivos de declive. La crisis se ha agravado por las sanciones que pesan sobre las exportaciones petroleras y restringen el acceso al financiamiento externo. Aunque la inflación ha cedido un poco, sigue siendo la más alta del mundo, a una tasa anual estimada de 6 mil 567 por ciento, según el índice Café Con Leche de Bloomberg. Hace un año, una taza de café costaba 450 bolívares, al término de 2019 su precio era de 30 mil bolívares.

El bolívar se usa principalmente para pagar algunos bienes subsidiados, como el pasaje del metro y la gasolina (llenar el tanque cuesta menos de un centavo de dólar en el otrora petroestado). Para casi todo lo demás está el dólar. Los peluqueros y los limpiadores de ventanas cotizan sus precios en dólares, los puestos de jugos y hot dogs en Caracas anuncian con letreros que aceptan pagos en dólares o en Zelle, una plataforma de Estados Unidos dedicada a las transferencias entre particulares.

José Gómez tiene una tienda de abarrotes en un barrio obrero de Caracas. Alrededor del 70 por ciento de sus ventas son en dólares; una botella de whisky Buchanan's cuesta, por ejemplo, 30 dólares. "No sabemos por cuánto tiempo las autoridades fiscales harán la vista gorda", menciona sobre la circulación de una moneda que no es de curso legal.

Juan Carlos, quien prefirió no dar su apellido por razones de seguridad, es dueño de una tienda en el municipio caraqueño de Chacao que vende artículos importados, como Nutella y harina sin gluten. Al día puede llegar a tener en caja unos 3 mil dólares, paga a los proveedores en esa divisa y se lleva a casa las ganancias cuando cierra. "Hemos regresado a la década de 1920, guardamos el efectivo debajo de nuestros colchones", cuenta.

Los bancos en Venezuela no pueden ofrecer cuentas corrientes o de ahorro en dólares. Algunos bancos permiten a los clientes guardarlos en cajas de seguridad, y algunos más cobran una comisión del 2 por ciento por los retiros. El regulador bancario de Venezuela, Sudeban, declinó comentar sobre el tema.

El auge del dólar ha reavivado los temores de otra ola de crímenes violentos como la que se produjo a fines de la década de 1990, cuando en los semáforos asaltaban a los conductores y el número de los llamados secuestros exprés también se disparó.

En diciembre, Andrés Gutiérrez fue atracado a punta de pistola afuera de su casa, ubicada en el barrio de Macaracuay cuando regresaba de una fiesta.

"Tomaron mi teléfono y me apuntaron con el arma mientras estábamos en la banqueta. Me dijeron que cerrara los ojos si no quería morir", narra. Luego logró hacer un trato con los dos ladrones, les ofreció un monto de cien dólares con el fin de recuperar su teléfono. "Si no hubiera tenido dólares, nunca me lo habrían devuelto, no creo que hubieran aceptado bolívares".

Aun cuando no se disponen de cifras de delitos, se cree que los robos y los secuestros disminuyeron en los últimos años a medida que el bolívar perdía valor, las municiones aumentaron de precio y los ricos (y los más pobres) abandonaron Venezuela en un éxodo de 5 millones de personas. Ahora que hay más dólares en circulación, de nuevo hay algo de valor para robar.

"En cualquier momento se disparará el crimen, porque enfrentamos un gran problema sobre cómo mover efectivo. Es un caos", menciona Jorge Barrios, dueño de la empresa de sistemas de seguridad Gallery Security en Caracas. "Las tiendas y los hogares se están convirtiendo en depósitos de efectivo".

Mientras que el año pasado el presidente Nicolás Maduro criticó la idea de dolarizar la economía cambiando oficialmente la moneda nacional por el dólar estadounidense, equiparándola a un atentado contra la soberanía nacional, en una entrevista reciente en noviembre agradeció a Dios por el dólar, y señaló que su uso puede servir eventualmente a la recuperación económica y a la revitalización de las fuerzas productivas de la nación sudamericana.

Si el régimen de Maduro siguiera los pasos de países como El Salvador y Ecuador, que han adoptado formalmente al dólar como moneda, los venezolanos entregarían sus bolívares, que serían destruidos, canjeándolos por dólares de las reservas restantes del gobierno a un tipo de cambio determinado. Eso ayudaría a terminar con la hiperinflación y restaurar los incentivos para ahorrar e invertir.

Por ahora, sin embargo, el dólar permanece en una peligrosa zona gris: reconocido por el presidente, pero fuera del imperio de la ley. "El gobierno se ha hecho de la vista gorda con esto", apunta Gómez, el dueño de la tienda. "Ahora vivimos con la cuerda al cuello, como fugitivos".

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