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Si crees tener una mala historia con un ‘ex’, no conoces la del PRI y el PT

El otrora gigante político le echó la mano para evitar su desaparición en 2015 y el ‘cariño’ no le fue devuelto.

En 2015, el Partido del Trabajo (PT) estuvo al borde de la desaparición.

El conteo final de votos de la elección intermedia, del 7 de junio de ese año, arrojó que únicamente un millón 134 mil 101 personas habían escogido al partido más a la izquierda del espectro político mexicano como su opción. La cifra representaba 2.9915 por ciento del total de los sufragios realizados, apenas por debajo del umbral de 3 por ciento requerido por la ley electoral del país para mantener su registro como partido político.

En el papel, el PT (junto con el efímero Partido Humanista) había dejado de existir. Así lo señalaban las reglas y también la Junta General Ejecutiva del Instituto Nacional Electoral (INE), que avaló los resultados y certificó que la agrupación política se había 'quedado corta'.

Pero el PT peleó, como es su tradición, y llenó de alegatos y argumentos las diferentes instancias legales a las que acudió para poder mantenerse con vida, hasta que el milagro llegó. El 2 de diciembre de 2015, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) aprobaron que la elección extraordinaria que se celebraría en el distrito 001 de Aguascalientes fuera tomada en cuenta para que el PT sumara la votación y mantuviera su registro.

El partido fundado y encabezado por Alberto Anaya no dejó nada a la suerte y acudió con su viejo e improbable aliado: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con quien ya había hecho alianza en la candidatura de Ulises Ruiz para la gubernatura de Oaxaca en 2004.

En Aguascalientes, el PT obtuvo 13 mil 180 votos, más del doble de lo que necesitaba para mantenerse con vida.

"Lo que no obtuvo en ninguna parte del país, ahí lo consiguió, en parte porque el PRI le echó la mano para que no perdiera el registro", señaló el analista político José Antonio Crespo. "El PRI simplemente ordenó a sus clientelas que votaran por el PT. Hicieron un cálculo y concluyeron que no convenía que el PT desapareciera".

Todas las historias tienen un inicio y la del PRI y el PT se remonta a diciembre de 1990, a medio camino del sexenio de Carlos Salinas de Gortari. De la génesis del partido de la estrella hay una especie de relato 'oscuro', que asegura que este fue creado con la venia del exmandatario y, más específicamente, de su hermano incómodo, Raúl.

"Es cierto que el PT se crea a instancias de Carlos Salinas", sostuvo contundentemente José Fernández Santillán, investigador nacional y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

"Algunos miembros del grupo de Salinas tomaron las banderas del maoísmo y tanto así que el movimiento Solidaridad, que era la política social de Salinas, lo llevaron a cabo gente proveniente del maoísmo, tema cercano a Alberto Anaya".

El académico, exdiscípulo de Norberto Bobbio en la Universidad de Turín, añadió que el objetivo de Salinas era "dividir a la izquierda" con un partido radical, que le restara fuerza al Partido de la Revolución Democrática (PRD), que le había disputado la presidencia en la controvertida elección de 1988.

Sin embargo, para el diputado Héctor Yunes, vocero del grupo parlamentario del PRI, esa es una de muchas leyendas que se han construido en la política nacional. "Hoy mismo se repite la historia con la creación de los nuevos partidos", dijo. "Por un asunto mediático se busca una referencia, un personaje que esté detrás de la creación, cuando en realidad hay miles y miles de personas que deben expresar su voluntad de pertenecer al partido para que esto se logre".

El propio Anaya, sempiterno líder del PT, ha negado el origen salinista del partido. "De los supuestos apoyos (de Carlos y Raúl Salinas) ni tú ni nadie va a sacar nada que se pueda comprobar. En lo que se refiere a nuestra relación con los Salinas, no tengo nada de qué avergonzarme", afirmó en una entrevista con El Universal hace ya 20 años.

Lo que es menos discutible, según Fernández Santillán, es el origen del PT en el que coincidieron viejos compañeros universitarios, principalmente de la entonces Escuela Nacional de Economía de la UNAM –generación 1964-69–, entre ellos Anaya, Hugo Andrés Araujo, Rolando Cordera y Gustavo Gordillo, bajo el liderazgo intelectual de Adolfo Orive, impulsor de una corriente de izquierda llamada Política Popular.

A cinco años de la casi desaparición del PT, las posiciones cambiaron. El otrora todopoderoso PRI ha quedado contra las cuerdas tras la elección presidencial de 2018 y su 'rescatado' estuvo a punto de quitarle la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para el actual periodo legislativo, en medio de una disputa desaseada.

El PRI tuvo que recurrir al 'préstamo' de diputados de otras bancadas por unas horas para reunir el número de legisladores requerido para ser tercera fuerza en San Lázaro y asegurarle la presidencia directiva a Dulce María Sauri.

Para Crespo y Fernández Santillán, el PT –y otros como el PVEM– es un partido acomodaticio, y consideran que episodios como el ocurrido en San Lázaro a finales de agosto deberían estar prohibidos por ley, pues traicionan la voluntad popular expresada en las urnas.

Respecto de las alianzas que el PRI ha realizado con el PT, partido que ahora le jugó las contras, Héctor Yunes advierte que es necesario hacer un análisis profundo sobre la rentabilidad electoral que obtuvieron ambos: "En el contexto de cada elección, las alianzas con el PT y con otros partidos fueron pertinentes; tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras decisiones".

La ideología, los postulados, poco han sido de peso para el PT al momento de hacer alianzas con PRI, Morena o hasta el PAN. Sin embargo, la recompensa económica ha sido amplia. En 1997, el partido obtuvo 189 millones 937 mil 518 pesos de recursos públicos. Y dos décadas más tarde, en 2018, luego de haberse aliado con partidos de ideologías tan distantes, obtuvo 381 millones 424 mil 163 pesos de financiamiento para actividades ordinarias, específicas, franquicia postal y gastos de campaña.

Tras la ola de peleas legislativas, Orive reflexiona que cuando los movimientos se vuelven partidos políticos ya nada es igual. Las declaraciones de principios y los programas de acción no rigen las acciones de los dirigentes.

Adolfo Orive, quien también se instruyó en la República Popular China y más tarde se convirtió en el asesor del programa Solidaridad, asegura que Gerardo Fernández Noroña, quien fue el diputado de la bancada del PT que disputó a los priistas la Mesa Directiva, llamándolos asesinos, "no ha sido nunca del PT". Y añade: "Yo, como viejo luchador social, como integrante desde octubre de 1968 de Política Popular, movimiento del cual Alberto Anaya fue uno de sus integrantes, me hubiera gustado que, en vez de Fernández Noroña, que obviamente tiene muchas cualidades por sí mismo, hubiera sido un petista de origen". El priista Héctor Yunes es más duro en su juicio contra el hombre que quiso a toda costa desbancarlos.

"Todos los partidos tenemos nuestras ovejas descarriadas, aunque las hay unas más que otras", afirmó.

"Pero el PT parece tener entre sus integrantes a una 'chiva loca' (…). En el caso de Fernández Noroña todos conocemos de su amargura, su misoginia y su condición de porro parlamentario".

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