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Los despidos en la tierra de la fantasía son un mal augurio para el mundo real

De casinos a parques temáticos, las atracciones que dependen de grandes afluencias de público sufren los efectos del COVID-19. Disney no fue la excepción.

Caitlin Busscher, empleada de Walt Disney desde hace casi diez años, esperaba con ansias regresar al trabajo después de su licencia por maternidad. Busscher, quien empezó en la compañía haciendo encuestas a los visitantes del parque temático Magic Kingdom, ahora era responsable de diseñar recorridos personalizados para las familias que visitaban Orlando. Iba a reincorporarse en octubre, pero no fue así. Se le notificó el 1 de octubre que habían eliminado su puesto, junto a otros 28 mil en la división de productos de consumo y complejos turísticos de Disney en Estados Unidos.

"Creo que la gente entiende que es una decisión de negocios, no personal", señala Busscher de 34 años, quien está buscando otro trabajo, posiblemente uno que no esté relacionado con el sector de los viajes. "No sé qué me espera".

Los parques temáticos, fuente de diversión familiar y buenos momentos, no son actualmente el lugar más feliz del planeta.

Disney ha despedido cerca de una cuarta parte del personal en su negocio de complejos turísticos en Estados Unidos, y otros operadores, incluidos Universal Studios y SeaWorld Entertainment han dejado inactivos o despedido a miles de trabajadores. La razón es que la afluencia de visitantes nacionales ha sido limitada, tanto por los requisitos de distanciamiento social como por la renuencia de los estadounidenses a subirse a aviones para vacacionar. Los visitantes internacionales son casi inexistentes debido a las prohibiciones de viaje. Y en California, hogar de Disneyland, las autoridades estatales se han mostrado reacias a permitir siquiera que los parques vuelvan a abrir.

"La gente simplemente todavía no está lista para regresar y lo estamos experimentando en todos los segmentos de la industria: parques temáticos, parques acuáticos, centros de entretenimiento familiar", dice Dennis Speigel, consultor de parques temáticos en Cincinnati. "Ha sido catastrófico".

La situación de los parques refleja lo que están viviendo otras empresas que dependen de los viajes y las grandes multitudes, desde los casinos en Las Vegas hasta las salas de cine. Dado que el virus sigue siendo un riesgo significativo, un sentimiento quizás reforzado por el diagnóstico del presidente Donald Trump, es posible que muchas ciudades dependientes del turismo experimenten una segunda ola de impacto económico este año, seguida de nuevas rondas de recortes de empleos. "Los despidos de Disney indican que la industria del ocio no será la misma en el corto plazo. La recuperación tomará de dos a tres años, no será rápida", apunta Mark Zandi, economista de Moody's Analytics.

Después de cerrar sus parques en marzo, Disney siguió pagando a sus empleados. Un mes después, recurrió a la figura de las excedencias laborales o 'furlough', lo que significa que los empleados continuaron recibiendo beneficios pero sin sueldo. Cuando llegó el verano y sus parques de Florida reabrieron con baja afluencia, Disney comenzó a avisar a los trabajadores que muchos no regresarían, pero pocos vieron venir el tamaño de los recortes.

El sindicato Workers United Local 50, que representa al personal del servicio de alimentos en Disneyland en Anaheim, California, un parque aún cerrado, podría perder más de un tercio de sus 7 mil 800 miembros en los despidos, estima Chris Duarte, su presidente. El sindicato ha pasado los últimos meses organizando bancos de alimentos para los empleados del parque que están desempleados, los ha ayudado a tramitar beneficios por desempleo y ha preparado comidas para quienes han contraído COVID-19.

Ahora ha comenzado a negociar con Disney cuál será el papel que jugará la antigüedad en la determinación de quién será despedido, apunta Duarte. Las discusiones también involucran la posibilidad de jubilación anticipada para algunos trabajadores y mantener la cobertura de salud. "Lo que sabemos ahora es cuántos, lo que está por decidirse es quiénes".

Algunos de los sindicatos en California se opusieron a la reapertura hace unos meses y escribieron una carta al gobernador Gavin Newsom en junio pidiéndole que los parques reabrieran anteponiendo la seguridad de los empleados. Poco después, Disney pospuso indefinidamente la fecha de reapertura prevista para mediados de julio para sus parques de California.

Los sindicatos de Disney también solicitaron al gobernador una legislación que exigiera que las empresas den prioridad a los trabajadores despedidos cuando vuelvan a contratar. Newsom vetó el proyecto de ley el 30 de septiembre, arguyendo que era demasiado extenso.

Las relaciones entre la compañía y las autoridades de California se han enfriado. A comienzo de octubre, el presidente de Disney, Bob Iger, renunció a un comité creado por el gobernador Newsom para la recuperación económica, en tanto que el jefe de parques temáticos de Disney afirmó en el memorando que anunciaba los despidos que la situación de la compañía se ha "exacerbado en California por la falta de voluntad del estado para levantar las restricciones que permitirían la reapertura de Disneyland". Además de los estrictos requisitos de sana distancia, el estado proponía que el condado que tuviera un parque debía tener el menor índice de casos de COVID-19 en todo el estado antes de que pudiera reabrirse, lo que podría mantener las propiedades de Disney cerradas indefinidamente.

Después de que las pautas preliminares para la reapertura comenzaron a circular a principios de octubre, un grupo de la industria de parques temáticos le dijo al gobernador que las pautas necesitaban una revisión y el departamento de salud de California retrasó su publicación.

El veto de Newsom al proyecto de ley que tiene como fin la recontratación de trabajadores fue otra decepción para Glynndana Shevlin, una empleada que lleva 32 años en Disney y laboraba como conserje en el E-Ticket Club en el Hotel Disneyland en Anaheim. Aún no sabe si está entre los trabajadores que despedirán.

Shevlin fue de las últimas en irse cuando el hotel cerró en marzo y ha estado desempleada durante gran parte del año. Aunque ha podido afrontar su alquiler y otros pagos, le preocupa que si pierde permanentemente su trabajo de 18 dólares la hora, también se quedará sin cobertura médica.

"Todos pensamos que volveríamos antes. No anticipábamos esto", añadió.

Los trabajadores de las atracciones de Disney en Florida comparten la misma incertidumbre.

Alrededor del 14 por ciento de la población activa en el área de Orlando y Kissimmee trabaja en servicios de alojamiento y comida, lo que la convierte en la segunda ciudad más dependiente del turismo (después de Las Vegas), según la firma de análisis SeoClarity. Y con toda la industria afectada por el COVID, la situación será dura para los trabajadores despedidos que busquen nuevos empleos.

Maxine Wild, organizadora de bodas y empleada de Disney World, abrió un grupo de Facebook en agosto para ayudar a los trabajadores en excedencia a encontrar empleos secundarios. Llamado Ear For Each Other, el grupo ha crecido a casi 12 mil miembros: hay chefs de Disney que se ofrecen a repartir comidas a domicilio, costureras que venden disfraces de Halloween y panaderos que venden galletas. Desde que se anunciaron los despidos el 1 de octubre, los miembros han comenzado a ofrecer clases de redacción de currículums o simplemente intercambiar oportunidades laborales.

Disney también está sufriendo una sangría financiera. Su división de parques temáticos podría pasar de una ganancia bruta de 4 mil 900 millones de dólares el año pasado a una pérdida de mil 500 millones de dólares en 2020, según la firma de investigación MoffettNathanson. Y es posible que las ganancias no vuelvan a los niveles del año pasado hasta 2024, señala la firma.

En todos los hoteles en las áreas de Orlando y Anaheim, los ingresos por habitación disponible en agosto, normalmente uno de los meses más fuertes del año, disminuyeron casi un 70 por ciento respecto de 2019, según el investigador de mercado STR. Richard Maladecki, presidente de la Asociación de Hoteles y Alojamientos de Florida Central, estima que hasta un tercio de las 125 mil habitaciones de hotel de la región están cerradas y permanecerán cerradas hasta finales de octubre. Los hoteles que están abiertos tienen una ocupación promedio de menos del 30 por ciento.

Charles Schnaars, al frente del hotel Destiny Palms cerca del complejo de Disney World en Florida, comenta que solo el 12 por ciento de sus habitaciones están ocupadas, cuando esa cifra normalmente llegaría al 70 por ciento. Y la temporada navideña no se ve mejor, las reservas para diciembre han bajado un 10 por ciento de sus niveles normales.

Lance Boyer y su esposa Karin han dirigido por 24 años Florida Dream Homes, un negocio de alquiler de casas de vacaciones, y afirman que casi no ha tenido reservas en los últimos cinco meses. Algunos de los propietarios de esas viviendas terminaron por venderlas o las sacaron del mercado. La pareja ha sobrevivido con los fondos de estímulo del gobierno, pero cuando estos se acabaron tuvieron que vender el camión de la compañía por 11 mil dólares para pagar las facturas. Espera que el gobierno federal apruebe otra ronda de ayuda.

"No necesitamos que les recorten impuestos a los multimillonarios, necesitamos ayuda para los estadounidenses promedio", dice Lance.

Tras reabrir sus parques de Florida en julio y registrar un escaso flujo de turistas, Disney decidió enfocarse en el consumidor local. Len Testa, que monitorea la asistencia a los parques temáticos para el sitio TouringPlans.com, estima que la asistencia a Magic Kingdom ha sido de alrededor de 19 mil visitantes por día los fines de semana, muy por debajo de la capacidad de 90 mil.

Los clientes del parque también experimentan un Magic Kingdom diferente en tiempos de COVID, aunque una docena de visitantes sondeados el 2 de octubre le dijeron a un reportero de Bloomberg que las nuevas medidas de protección no impiden la diversión. Es obligatorio el uso de mascarilla e incluso las familias que posan juntas para tomarse una foto frente al Castillo de Cenicienta tienen que llevarlas puestas.

Las filas para las atracciones parecen infinitas al principio, ya que Disney pide dos metros de sana distancia entre las familias. La fila para el juego Seven Dwarfs Mine Train, por ejemplo, se extendía a lo largo de tres campos de futbol, sin embargo, el tiempo de espera fue relativamente corto para los estándares de Disney: 70 minutos el 2 de octubre, en comparación con 2 horas y media en algunos días pico antes de la pandemia.

Varios clientes dijeron que Magic Kingdom parece estar recuperándose lentamente. El parque estaba notablemente más lleno que hace uno o dos meses, cuando los tiempos de espera eran tan cortos como 20 minutos, refirieron.

Universal Orlando, hogar de las tierras temáticas de Harry Potter, está ofreciendo una promoción que permite a los residentes de Florida comprar un boleto de un solo día y acceder al parque todos los días hasta el 24 de diciembre. SeaWorld ofrece entrada gratuita a militares en activo y a tres familiares. En California, los parques han encontrado formas de atraer negocio a pesar de no abrir las atracciones. Allí, el complejo Knott's Berry Farm en Buena Park está ofreciendo eventos de degustación de comida al aire libre este otoño, mientras que Legoland, en la ciudad de Carlsbad, está organizando un evento de Halloween al aire libre para niños.

Para la exempleada de Disney Caitlin Busscher, es solo cuestión de tiempo para que las personas se sientan cómodas de nuevo en las atracciones.

Ella visitó Magic Kingdom el día después de que Disney anunció los nuevos despidos, se subió con una amiga a su juego favorito, el Big Thunder Mountain Railroad. "Hace meses que no me subía a una montaña rusa", cuenta. "Solo quería olvidar todo lo demás por un momento y sentirme como niña de nuevo".

Michael Sasso y Christopher Palmeri con la colaboración de Saijel Kishan

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