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La visita de AMLO a EU fue un éxito... incluso para Trump

El mandatario estadounidense puede utilizar el encuentro con su homólogo mexicano para acortejar el voto latino que puede ser decisivo para que derrote a Joe Biden en las elecciones.

Antes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador viajara a Washington, los escépticos le advirtieron públicamente dos cosas: su viaje enviaría el mensaje de que estaba 'a bordo' para la reelección de Donald Trump y se convertiría en parte de la campaña de reelección del mandatario estadounidense.

Dos semanas después, se puede argumentar que ambas se hicieron realidad.

Antes de salir de la Ciudad de México, López Obrador descartó cualquier conexión con las elecciones estadounidenses e insistió en que la visita era para el T-MEC, pese a la ausencia de Canadá. Sin embargo, el subtexto político era imposible de perder y se hizo más evidente tras los comentarios del tabasqueño en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.

"Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto", dijo.

Trump, quien lanzó su campaña en 2015 llamando delincuentes y violadores a algunos de los migrantes mexicanos, usó la visita de López Obrador para cortejar a la comunidad hispana. Al día siguiente, en el mismo lugar, fue anfitrión de aliados latinos para la firma de la Iniciativa de Prosperidad Hispana, una orden ejecutiva con pocos detalles.

Luego, en una entrevista transmitida por Telemundo, Trump prometió buscar cambios radicales en la política migratoria de EU a través de una orden ejecutiva. Incluso, sugirió que podría crear un "camino hacia la ciudadanía" para los migrantes, la mayoría de origen mexicano, traídos al país ilegalmente y protegidos bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA. La Casa Blanca aclaró rápidamente que Trump buscaría un acuerdo con el Congreso.

En un horizonte de seis meses, la táctica de López Obrador puede tener sentido si evita que México sea objeto del tipo de ataques e incertidumbre que enfrentó durante la última campaña de Trump en 2016. De hecho, el presidente estadounidense se abstuvo de criticar a México durante las 36 horas que duró la visita oficial. Antes de la cena en honor al mandatario mexicano, Trump elogió a los "hermosos niños" de ambas naciones, el "sudor, el sacrificio y la devoción de la gente trabajadora", y las "contribuciones extraordinarias de los mexicoamericanos en cada industria, cada comunidad y cada faceta de nuestra nación".

Pero desde que López Obrador volvió al país, Trump ya ha probado los límites de la teoría de que tratará bien a México de aquí hasta las elecciones.

El 10 de julio, dos días después de la reunión, Trump dijo que EU estaría inundado con casos de coronavirus si no fuera por su orden de construir el muro fronterizo, un tema que evitó asiduamente en público durante la visita del presidente mexicano. Luego, hizo comentarios similares en una entrevista con Fox News transmitida el 19 de julio, pese a que su país tiene 10 veces más casos activos, aunque con un número mayor de pruebas realizadas.

"Creo que el presidente Trump hará un esfuerzo por contenerse, porque necesita votantes hispanos, pero va a ser difícil", menciona Verónica Ortiz, directora general del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales en la Ciudad de México.

"Volverá a la idea de que el muro es necesario para detener la pandemia o que sin ella la situación de seguridad sería peor", enfatizó.

Para López Obrador, el viaje significó priorizar la búsqueda de una relación positiva con Trump de aquí hasta que los estadounidenses voten en noviembre sobre las posibles consecuencias si el demócrata Joe Biden, quien lidera la mayoría de encuestas, gana la elección. Biden promete una una política exterior de mayor colaboración que la de Trump y eso incluye una postura amistosa hacia México.

El viaje también cumplió un objetivo político interno para el mandatario mexicano, que le permitió desviar la atención en el país del aumento de muertes por COVID-19, la caída de la economía y la creciente inseguridad, añadió Ortiz.

La reacción temprana en México ha sido positiva. Una encuesta telefónica realizada por El Financiero encontró que 47 por ciento de los encuestados veían como un éxito el viaje, casi el doble del 25 por ciento que lo calificó como un fracaso. Un 28 por ciento no sabía qué pensar.

El propio López Obrador no necesitaba ver los resultados de la encuesta para sentirse satisfecho. En la residencia oficial de la embajada de México, minutos después de regresar de las reuniones del día y la cena de trabajo con el gabinete de Trump y empresarios, recibió, según fuentes presentes, un aplauso de parte de un grupo que incluía a los multimillonarios Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, primer y tercer hombres más ricos de México, respectivamente, e íconos de lo que el propio presidente llamó hace años la "mafia del poder".

Brindando con un pequeño vaso de whisky, López Obrador dijo a los invitados que estaba satisfecho con dos puntos: primero, que en su reunión uno a uno con Trump había ensalzado las virtudes de los migrantes mexicanos, algo que su predecesor, Enrique Peña Nieto, nunca hizo. Segundo, que la disciplina de Trump al abstenerse de criticar a su persona o a México había silenciado a los críticos que dijeron sería avergonzado por su contraparte estadounidense, a veces hostil e impredecible, si hacía el viaje.

López Obrador, en su primer viaje fuera del país en casi tres años, usó vuelos comerciales con escalas. En EU debió dejar atrás su imagen de 'hombre del pueblo' y ser trasladado en un convoy del Servicio Secreto, sin los abrazos y besos que normalmente marcan sus giras nacionales.

El miércoles por la mañana, López Obrador visitó primero el Memorial a Lincoln y luego a unas cuadras de distancia un monumento a su héroe personal, Benito Juárez. En medio de gritos de "presidente" y "no estás solo" por parte de una multitud de docenas simpatizantes, saludó a la bandera y luego escuchó mientras se tocaba el Himno Nacional Mexicano.

Despidió a la multitud antes de subir a un SVU tipo Chevy Suburban. Minutos más tarde, a una milla de distancia de la estatua a Juárez, la gente convirtió la recientemente nombrada 'Black Lives Matter Plaza', un área frente a la Casa Blanca, en una celebración mexicana, con mariachis y bailes folclóricos.

El encuentro a puerta cerrada esa tarde entre los gabinetes de las dos naciones duró unos 90 minutos y no tocó temas sensibles o de desacuerdo entre Trump y López Obrador. En cambio, se centró en el nuevo acuerdo comercial y la oportunidad de integración económica, así como en los comentarios públicos, de acuerdo con personas familiarizadas con las conversaciones que pidieron no ser nombradas para discutir una reunión privada.

Cuando los presidentes se dirigieron a los medios de comunicación después, tanto Trump como López Obrador se abstuvieron de responder preguntas, una medida solicitada por los diplomáticos mexicanos, quienes querían evitar cualquier posible molestia y que fue aceptada por EU.

"Lo que más aprecio es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía", dijo López Obrador sobre Trump, obviando la amenaza de hace un año de aplicar aranceles a las exportaciones de México si el Gobierno de México no hacía más para detener a los migrantes indocumentados de Centroamérica.

Si bien Biden no reaccionó abiertamente a la visita, lo hizo implícitamente en Twitter solo una hora después de las palabras de los presidentes, al hacer referencia a los comentarios de Trump sobre los migrantes mexicanos como candidato en la campaña de 2016.

México no participará en ningún proceso electoral en Estados Unidos, remarcó Roberto Velasco, director general para América del Norte en la Secretaria de Relaciones Exteriores. El funcionario destacó una visita de congresistas a Palacio Nacional y una reunión del canciller Marcelo Ebrard y la embajadora Martha Bárcena con la líder demócrata Nancy Pelosi en Washington el año pasado.

"Nuestro papel es defender los intereses de México y seguir trabajando en los temas que vemos como estratégicos" apuntó.

En la visita de López Obrador, empero, no hubo reuniones con demócratas, a pesar de un vacío de cinco horas en la agenda, entre la visita a los monumentos y su llegada a la Casa Blanca. Ni él ni Trump mencionaron el papel que desempeñaron los demócratas para aprobar el T-MEC.

"Es una forma muy desafortunada de transmitir que no te estás involucrando en las elecciones estadounidenses y estás dispuesto a trabajar con quien sea elegido", comentó Roberta Jacobson, exembajadora estadounidense en México bajo Obama y Trump, quien ahora asesora la campaña de Biden. "Eso no es lo que esto transmite".

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