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La crisis de Argentina le pega a su 'tesoro'

Los productores de carne pierden mientras los exportadores hacen una fortuna con el tipo de cambio.

Juan Eiras nació en una familia de ganaderos. Si no fuera por eso, asegura, habría dejado el negocio en 2018, el peor año para criar ganado en las famosas pampas argentinas en casi una década. Ahora le preocupa sobrevivir 2019.

Para muchos de los ganaderos de Argentina, aún perdura el descalabro de la crisis monetaria que se vivió el año pasado. Con una tasa de interés de referencia del 56 por ciento, que es la más alta del mundo, Eiras y otros están prácticamente excluidos del crédito. Al mismo tiempo, los costos de los piensos se han disparado, impulsados ​​por una inflación que ya se ubica en 48 por ciento.

Eso ha obligado a los productores a vender parte de su ganado solo para poder alimentar al resto, inundando el mercado con carne barata. Mientras tanto, las empacadoras de carne, como la brasileña Minerva SA, están ganando una fortuna porque las exportaciones de carne de res están denominadas en dólares. Los envíos al exterior aumentaron 77 por ciento hasta noviembre, alcanzando 501 mil toneladas métricas, su mayor nivel en nueve años.

"Los exportadores se están beneficiando a costa de los ganaderos", dice Eiras, quien maneja una granja de engorda en Brandsen, un pueblo en la provincia de Buenos Aires. En Argentina, la mayoría del ganado vacuno se cría en pastizales, pero se engorda con grano antes de ser sacrificado. El precio de los piensos a base de maíz se ha duplicado en el último año, por lo que muchos ganaderos envían menos vacas a los corrales de engorda o acortan el tiempo que pasan allí. "Nuestras vidas están arraigadas en la ganadería", añade Eiras, cuya granja está funcionando al 40 por ciento de su capacidad. "Si no fuera por eso, habríamos claudicado en agosto".

Los antepasados ​​de Francis Macadam eran ganaderos que llegaron desde Gran Bretaña después de la Primera Guerra Mundial. Macadam, de 63 años, ha mantenido el negocio en Santa Fe, pero evalúa reducir en un tercio su hato de mil 500 cabezas.

"Nos estamos desangrando. Tal vez llegue el momento en que las tradiciones salgan por la ventana. No puedes seguir perdiendo dinero para siempre", insiste.

Los productores han llegado al punto en el que están enviando cada vez más hembras bovinas a las empacadoras de carne, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA). En 2018, las hembras representaron el 45.5 por ciento de las reses sacrificadas, la mayor cantidad desde 2009, cuando la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner puso a la industria en una situación crítica por severos controles en los precios y las exportaciones en medio de una grave sequía.

Cuando el número de hembras sacrificadas supera cierto umbral, el tamaño del hato solo puede disminuir. "Estoy muy preocupado", comenta Miguel Schiariti, ganadero presidente de CICCRA. "Se ha formado una tormenta perfecta que podría destruir el sector".

Los productores estaban llenos de optimismo después de que el presidente Mauricio Macri asumiera el cargo en diciembre de 2015. La agricultura era fundamental en el plan de Macri para reactivar la economía, y su gobierno rápidamente se puso a desmantelar los controles instituidos por la populista Fernández de Kirchner.

El número de cabezas se recuperó y, con el tiempo, también los envíos de carne de res, de modo que Argentina reconquistó la quinta posición entre los exportadores mundiales. Pero cuando los inversores comenzaron a huir de los valores argentinos en abril pasado debido a las preocupaciones sobre el déficit fiscal, el peso argentino se desplomó. La devaluación le pegó a Macri y también a los ganaderos.

Al cierre de 2018 la moneda había perdido la mitad de su valor. Las medidas de austeridad y las elevadísimas tasas de interés requeridas para apuntalar el peso afectan a la economía. El PIB se contrajo un estimado 2.4 por ciento en 2018, y se espera una contracción del 0.5 por ciento este año.

Los problemas de la industria ganadera tienen un lado bueno para los amantes de la carne. Para los argentinos, que compiten con Uruguay por el título de los mayores consumidores de carne vacuna, los precios han subido menos que la inflación en general.

Y, desde luego, no todos los ganaderos están listos para tirar la toalla. En la provincia de La Pampa, Julio Reumann está pensando, por ejemplo, ampliar su hato de dos mil cabezas de ganado comprando algunos terneros a bajo costo, apostando a que los precios subirán cuando los animales estén listos finalmente para el rastro.

"En Argentina vivimos de crisis en crisis", afirma el ganadero de cuarta generación. "La única manera de vivir aquí es buscando oportunidades".

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