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Este arquitecto mexicano quiere ‘revolucionar el golf’ con el diseño de sus campos

Agustín Pizá se ha convertido en una referencia mundial en el diseño de campos de golf y la sustentabilidad.

"¿Me gusta este ambiente o prefiero ser jefecito?", se preguntó Agustín Pizá al verse exhausto bajo el sol de Los Cabos, caminando sobre un campo de golf en el que debía tomar medidas con una estaca mientras sus jefes se pavoneaban en camionetas todoterreno.

Al verse sudado y enlodado, se preguntó para qué demonios servía su título de arquitecto del Tecnológico de Monterrey. Trabajaba para Paragon, la compañía constructora de la leyenda de golf, Jack Nicklaus.

"Yo era el arquitectito, el niño fresa", recuerda este mexicano, quien hace 22 años decidió emprender la aventura de diseñar campos de golf, algo en lo que nadie de su generación se animó a entrar por tratarse de un negocio inexplorado en nuestro país.

Agustín cree se puede ser el mejor en algo y no tener éxito. Prefiere tenerlo claro antes que dejarse llevar por el engañoso brillo del triunfo. Y vaya que tiene razones para hacerlo. Su currículum indica que ha participado en más de 60 proyectos en México, Estados Unidos y Europa y que es el tercer arquitecto a nivel mundial en pertenecer a los colegios más importantes del mundo del golf: el Instituto Europeo de Arquitectos de Golf y la Sociedad Americana de Arquitectos de Golf. Eso es algo que ningún mexicano había logrado antes.

En sus 'greens' han jugado Bill Gates, Michael Jordan y Robert de Niro, asiduos visitantes, por cierto, de los campos mexicanos de Palmilla y El Dorado, donde Agustín comenzó hace años como el chalán que le llevaba el hielo y las aguas frías a los albañiles.

Su empresa Pizá Golf Design tiene a la sustentabilidad como bandera de guerra. Sabe que no puede ser de otra manera en un mundo en el que la catástrofe ecológica es una amenaza constante. Sus campos son construidos como verdaderos pulmones de los ecosistemas en los que se desarrollan y no como simples caprichos de clientes adinerados.

En 2014, fue reconocido por Green Planet Architects como uno de los 25 arquitectos de campos de golf más sustentables del mundo.

Según Pizá, para construir un campo de golf se deben invertir entre 6 y 20 millones de dólares, dependiendo del tipo de suelo. Es más complicado —y más caro— construir en superficies rocosas que en arenosas. Hasta un millón puede gastarse tan solo en investigación de impacto ambiental. El proyecto más retador en el que ha participado es el campo que se pretendió construir sobre la Sierra Tarahumara. Ese tipo de aventuras son las que le apasionan actualmente.

Pizá ha orquestado desarrollos de clase mundial como Punta Mita, Puerta Cortés, Chablé Resort y Vidanta Resort. Su trabajo ha sido halagado por portentos del golf como Tom Fazio, Jack Nicklaus y Robert von Hagge.

No le gusta engañarse al creer que el golf siempre será un negocio. Un deporte que demanda más de cinco horas diarias no parece que vaya a ser la actividad del futuro.

De acuerdo con datos de Bloomberg, más de 800 campos de golf han cerrado en Estados Unidos en la última década. "Allá hay alrededor de 15 mil campos; puede haber entre 5 y 10 en un radar de 20 millas. En México, en cambio, solo hay 220 campos para 30 mil golfistas", dice.

Este arquitecto sostiene que los millennials no tienen el perfil para ser golfistas: "ellos están acostumbrados a la gratificación instantánea y eso es algo que jamás te dará este deporte".

Por eso ha desarrollado dos conceptos para las nuevas generaciones: Golf Lounge y Wellness Golf, ideas disruptivas que pretenden convertir al golf en una experiencia ecológica y de entretenimiento. ¿Te imaginas un campo en cuyos hoyos se pueda disfrutar de música, fogatas y cursos de putting con bahías privadas?

"El futuro del negocio está en diseñar para el no golfista. Me tardé más de 20 años en entenderlo".

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