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El largo camino del movimiento feminista en México: voces, violencias y luchas

Las mujeres mexicanas alzan la voz y se unen en contra de la violencia, los abusos y la inequidad de las que son objeto día a día.

México vive un periodo crucial impulsado por mujeres que buscan la igualdad en distintos ámbitos y que a su vez desemboca en una sola lucha: el combate a la violencia de género, el machismo, el sistema patriarcal y la indiferencia del gobierno.

Un movimiento que surgió en clubes y espacios académicos se refuerza y aviva gracias a su difusión en redes sociales. El reclamo abierto se apropia del espacio virtual para regresar a las calles con mucho más apoyo y diversidad.

Si bien 2019 se consideró como el año feminista en México, los feminicidios este año de Ingrid Escamilla y la niña Fátima fueron motivo para tomar las calles el 14 de febrero y continuar la lucha el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con la marcha feminista más grande en la historia de México, que vio a unas 100 mil mujeres gritar contra los abusos de los que son objeto constante. Un día después, miles más se unieron en un también inédito paro nacional.

La clave en el movimiento actual, bajo la cuarta ola del feminismo, señalan Sorora, Dignas Hijas y NiUnaMenosMX, todas colectivas feministas, es que reivindica la lucha como necesaria que busca desestructurar el patriarcado y otras configuraciones de poder que agravan las desigualdades y la discriminación.

Identificar a una o algunas líderes del movimiento es imposible, pues se trata de una lucha horizontal, atravesada por temas tan diversos como la legalización de la interrupción legal del embarazo, el alto a los feminicidios, las violaciones, el acoso, el maltrato, la falta de paridad en el gobierno y la equidad en las empresas.

Para Afroféminas, otra colectiva, no hay una sola corriente sino que hay feminismos en plural, en referencia a la diversidad de mujeres. Las actuales movilizaciones en el país abrazan a los feminismos: indígena, transgénero, afrofeminismo, lesbofeminismo y el que engloba a todas por igual. En este movimiento caben todas y ni una se queda sola.

Los cambios, sin embargo, no terminan por llegar. En México, la despenalización del aborto sigue siendo un pendiente que no acaba de incorporar visiones ajenas a los contextos urbanos. Aunque se ha puesto foco sobre los feminicidios, falta luz sobre aquellos cometidos contra afromexicanas, quienes son asesinadas tanto por género como por racismo. El acoso y la inseguridad prevalecen, la violencia sistémica no termina por desterrarse.

¿Y quién escucha los reclamos? Para las colectivas, es responsabilidad del gobierno hacerlo y las promesas tienen que traducirse ya en acciones que garanticen la seguridad para las mexicanas. Algunas ven un doble discurso de empatía y represión, y sí, un largo camino por recorrer.

Sin embargo, esta ola feminista está cobijada por la sororidad. Las mujeres han transformado sus vidas y a la sociedad. Han decidido establecer relaciones más sanas entre ellas, dejar la competencia a un lado. La sororidad se ha vuelto un acto político enfocado en el bienestar de las mujeres y se nota.

O como afirma la colectiva Dignas Hijas: "Nos dimos cuenta de que somos muchas, que vamos juntas y más fuertes que nunca".

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