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Alemania debe desempeñar un rol más importante que se ajuste a su poder

La economía más grande de Europa está en la mira: su ejército es de los más pequeños de la OTAN y su gasto en seguridad no llega al de los demás.

Cuando el vicepresidente de EU, Mike Pence, declaró que demasiados miembros de la OTAN no han aumentado su gasto militar, destacó uno por su nombre. Alemania debe hacer más, dijo, pues es inaceptable que la economía más grande de Europa descuide su propia defensa y la de sus aliados.

En lugar de enfadarse, los líderes de Alemania deberían asumir el reto y las responsabilidades globales acordes con la fortaleza económica del país. Esto sería bueno para Europa y para Alemania.

La modernización de las fuerzas armadas es el primer paso. Años de abandono han dejado a la Bundeswehr en un estado lamentable. Más de la mitad de sus tanques, helicópteros y aviones de combate no son aptos para el despliegue. El ejército permanente, que tenía unos 500 mil soldados al final de la Guerra Fría, ahora cuenta con solo 180 mil, uno de los más pequeños de la OTAN, en una base per cápita.

El gobierno de Angela Merkel, quien planea jubilarse en 2021, ha tratado de sacudir la aversión del país a las intervenciones militares. Las tropas alemanas están activas en Afganistán y Mali y lideran un batallón de la OTAN en Lituania para disuadir a Rusia. Alemania gastará 43 mil millones de euros en defensa este año, un 26 por ciento más que hace una década, aunque eso es solo el 1.3 por ciento del PIB alemán, menos del objetivo de 2 por ciento que todos los miembros de la OTAN acordaron en 2014.

Merkel y la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, deben reformar el ineficiente sistema de adquisiciones del ejército.

Una coordinación más estrecha con otros ejércitos europeos podría ayudar a eliminar los sistemas de armas redundantes y reducir los costos de entrenamiento. Y las tan necesarias inversiones en infraestructura doméstica rendirán beneficios tanto para la Bundeswehr como para los civiles.

Alemania debe reforzar su cuerpo diplomático, que tiene casi mil integrantes menos que en 1990. Entre los países de la OCDE, es el segundo mayor donante de ayuda al desarrollo, pero gasta menos como proporción de su ingreso nacional que Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Luxemburgo y Suecia.

En los 13 años de Merkel, Alemania ha sido una fuerza responsable y estabilizadora en el escenario mundial, un papel de vital importancia en la era Trump. Pero también podría hacer más. Merkel debería legar a sus sucesores una visión más adecuada y ambiciosa para el futuro.

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