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El extraño retorno de Ernesto Zedillo

Aunque el exmandatario mantiene vínculos con el sector empresarial mexicano, no había sido cuestionado de manera directa por el presidente López Obrador.

El expresidente Ernesto Zedillo, de manera inesperada, se convirtió en protagonista de una contienda ideológica en el país. Resulta que se hizo pública la invitación que recibió para participar en un foro organizado por la empresa financiera Actinver.

A propósito de ello, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lo cuestionó severamente respecto a temas que fueron polémicos durante su Administración en el periodo de 1994 al 2000, como la reforma al sistema de pensiones, el rescate bancario y la privatización de los ferrocarriles. Para poder ubicar de manera adecuada el significado de estos cuestionamientos conviene recordar algunos hechos de la historia.

Ernesto Zedillo obtuvo de manera circunstancial la candidatura del PRI a la presidencia de la República en las elecciones de 1994.

En 1993, como era costumbre en el sistema político mexicano, el presidente Carlos Salinas de Gortari eligió a Luis Donaldo Colosio, como su candidato a la presidencia de la República y, por lo tanto, como su virtual sucesor.

El 23 de marzo de 1994 se presentó un hecho inédito en la historia política del país y Colosio fue asesinado cuando ya era candidato registrado. De acuerdo con las reglas del sistema electoral mexicano no podía ser sustituido por ningún político que tuviera algún cargo en la administración pública.

Ernesto Zedillo se había convertido meses atrás en el coordinador de la campaña de Colosio, habiendo renunciado a su posición como Secretario de Educación Pública. Así que se convirtió en uno de los pocos políticos habilitados para reemplazar a Colosio. Zedillo, entonces, obtuvo la candidatura, a pesar de que era público y notorio que no era el preferido de Salinas de Gortari.

La elección fue ganada por amplio margen por el candidato del PRI y el 1 de diciembre de 1994, Zedillo asumió la presidencia de la República. En aquel año el país vivía serias tensiones financieras, pues se presentó una fuga de capitales derivada de la desconfianza que se produjo tras los hechos de violencia política y la insurrección zapatista del 1 de enero.

El 20 de noviembre de 1994, apenas unos cuantos días antes de que Zedillo asumiera la presidencia de la República, su equipo más cercano trató de negociar con Carlos Salinas para que este tomara la decisión de operar una devaluación del peso frente al dólar, que se consideraba inminente, y con ello darle márgenes de maniobra más amplios al nuevo Gobierno. Sin embargo, no hubo acuerdo.

En los primeros días de la administración de Zedillo, tras presentarse un paquete económico poco creíble para el año fiscal de 1995, se agudizó la crisis financiera y fue inevitable que en el curso del mes de diciembre se presentara una circunstancia intolerable que hizo necesaria una devaluación del peso.

El problema es que la nueva administración no estaba preparada para hacerle frente a esa circunstancia pues había hecho una serie de cambios de personal que limitaron la capacidad de respuesta y se produjo un escenario de enorme desconfianza en el país.

El sistema bancario colapsó prácticamente en su totalidad y durante el mes de enero de 1995 el Gobierno de Bill Clinton tuvo que organizar un rescate para la economía mexicana, evitando un colapso financiero de mayores proporciones debido al impago en el que habría caído nuestro país.

En ese contexto, Zedillo se dio cuenta que era necesario emprender un proceso profundo de reformas económicas, pese a los costos políticos que éstas pudieran generarle.

El Gobierno anterior ya había comenzado con ese proceso y, además, en enero de 1994 había entrado en vigor el Tratado de Libre Comercio de Norte América.

Zedillo profundizó las reformas y permitió que los efectos del nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá impulsaran a la economía exportadora en México. El resultado fue un impresionante crecimiento económico después de la crisis de 1994 y 1995.

De 1996 al año 2000, el Producto Interno Bruto de México creció a una tasa media de 5.5 por ciento, algo que no se había visto en muchos años. Zedillo, además, era un tecnócrata que no tenía raigambre en las estructuras políticas tradicionales del Gobierno, permitió el juego democrático y garantizó que el triunfo de la Oposición en las elecciones presidenciales del año 2000 no fuera cuestionado ni impedido por el aparato político tradicional. Ya retirado de la presidencia, Zedillo se convirtió en un personaje de bajo perfil que desarrolló actividad académica en Estados Unidos, específicamente en la Universidad de Yale. A lo largo de los años, Zedillo ha mantenido relaciones con el sector empresarial mexicano y ha tenido frecuente presencia en México, impartiendo conferencias o participando en reuniones de Consejos de Administración. Sin embargo, hasta esta ocasión que generó controversia, no había sido cuestionado de manera tan expresa y directa por el presidente López Obrador.

Pareciera que la actual circunstancia condujo a AMLO a encontrar en Zedillo un contrincante hacia el cual dirigir las baterías de su crítica, particularmente por medidas como el Fobaproa, la privatización del sistema ferroviario o la reforma del sistema de pensiones.

Frente a todo esto Andrés Manuel López Obrador ha emprendido un conjunto de propuestas de reformas constitucionales. Pero es inevitable comparar los desempeños de los dos Gobiernos.

Aunque ambos vivieron una profunda crisis económica, en el sexenio de Zedillo, la tasa de crecimiento de la economía fue de 3 por ciento promedio anual para todo su periodo, mientras que aún en el mejor de los escenarios (3 por ciento anual de crecimiento para 2024), en el sexenio de López Obrador esa variable habrá alcanzado apenas un ritmo de 1 por ciento anual en promedio.

La discusión presente contrasta a un Gobierno que tuvo la capacidad de instrumentar un conjunto de reformas para modernizar al país y que logró un muy buen desempeño de la economía, además de dar un paso histórico en la democratización del país, todo lo cual le cambió el rostro a México.

Tal vez por esos resultados es que se puso en el blanco del Gobierno de López Obrador, cuyo rechazo a la modernización de México ha conducido a un menor crecimiento de la economía y al cuestionamiento de una estructura institucional que le dio base a la democracia mexicana y que fue clave para la modernización del país.

Le restan ocho meses a la actual Administración. Veremos al final cuáles son sus saldos.

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