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‘Carreritas’ dañinas: bancos ‘compiten’ para ver quién sube más la tasa de interés

La Reserva Federal parece dispuesta a empujar a Estados Unidos a una recesión, si es necesario, para combatir la inflación. Otros bancos centrales también están listos para correr el mismo riesgo.

Los bancos centrales pretenden llevar la economía mundial peligrosamente cerca de una recesión.

Miopes para ver venir la peor inflación en cuatro décadas, y luego lentos para combatirla, la Reserva Federal de EU y sus pares en el mundo no ocultan su determinación de ganar la batalla contra la subida de precios, incluso a costa de que sus economías crezcan más lentamente o hasta se contraigan.

Alrededor de 90 bancos centrales han aumentado las tasas de interés este año, y la mitad de ellos lo han hecho en al menos 75 puntos básicos de un solo golpe. Muchos lo hicieron más de una vez, en lo que el economista jefe de Bank of America, Ethan Harris, denomina “una competencia para ver quién puede elevarlas más rápido”.

El resultado es el mayor endurecimiento de la política monetaria en 15 años, un cambio radical respecto de la era del dinero barato iniciada por la crisis financiera de 2008, que muchos economistas e inversores habían llegado a considerar como la nueva normalidad. El trimestre actual verá los mayores aumentos de tasas por parte de los principales bancos centrales desde 1980, según JPMorgan Chase, y no se detendrá allí.

Infligir dolor para detener la inflación

El 21 de septiembre la Reserva Federal (Fed) elevó su tasa de referencia en 75 puntos básicos por tercera vez, aunque algunos pedían un punto porcentual completo luego de que la inflación en el país volviera a superar el 8 por ciento en agosto. Un día después el Banco de Inglaterra elevó su tasa en medio punto porcentual.

Mientras pisan los frenos, los formuladores de políticas comienzan a mezclar su lenguaje con pesimismo en un reconocimiento público de que cuanto más aumenten las tasas para mitigar la inflación, mayor será el riesgo de que perjudiquen el crecimiento y el empleo.


El presidente de la Fed, Jerome Powell, aceptó el mes pasado que su campaña para controlar los precios “infligirá algo de dolor a los hogares y las empresas”.

Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), habla de una “ratio de sacrificio”, jerga para referirse a la pérdida de PIB que será necesaria para controlar la inflación. El banco central británico va tan lejos como para predecir que al cierre de este año el Reino Unido entrará en recesión y puede extenderse hasta 2024.

Hay pocas dudas de que la medicina monetaria dolerá. ¿La pregunta es cuánto? Los analistas de BlackRock estiman que bajar la inflación al objetivo del 2 por ciento de la Fed significaría una profunda recesión y 3 millones más de personas desempleadas, y alcanzar el objetivo del BCE requeriría una contracción aún mayor.

A la incertidumbre se suma el tiempo de desfase entre las subidas de tasas y su impacto en la economía, además de la composición de la inflación actual, gran parte de la cual se deriva de la energía y otros choques de oferta que los bancos centrales no pueden controlar.

Los inversores no escaparán de las consecuencias. Los datos de la inflación en Estados Unidos, más alta de lo esperado para agosto, provocó la mayor caída del mercado de valores en más de dos años, impulsada por las medidas más estrictas de la Fed. El administrador de fondos hedge Ray Dalio vaticina una caída de más del 20 por ciento en los mercados de renta variable conforme las tasas de referencia sigan subiendo.

La credibilidad lo es todo

Los bancos centrales preferirían mantener el dinamismo de sus economías. Y para tratar de conseguirlo, es posible que en algún momento moderen su política agresiva. pero hoy por hoy su enfoque principal es evitar repetir el error de los años setenta, cuando sus predecesores relajaron prematuramente el crédito en respuesta a la desaceleración de las economías sin primero controlar la inflación.

Esa preocupación es un argumento para seguir firmes con el alza de las tasas, porque permitir que la inflación empeore podría ser más perjudicial para la economía a más largo plazo.

Anna Wong, principal economista para Estados Unidos de Bloomberg Economics, estima que la Fed terminará llevando su tasa de referencia al 5 por ciento, el doble del nivel actual, un ajuste que podría costarle a la economía 3.5 millones de empleos y sacudir más a los ya maltratados mercados.

Es posible que los bancos centrales también se sientan ‘cuestionados’ a actuar porque han sido duramente criticados por subestimar las presiones sobre los precios en la pandemia, incluso si la posterior invasión de Ucrania por parte de Rusia también operó en su contra.

Powell pasó gran parte de 2021 describiendo el shock inflacionario como “transitorio”, y él y sus colegas comenzaron este año prediciendo que las tasas de interés tendrían que aumentar solo 75 puntos básicos en 2022. La Fed ha subido ese tanto.

En noviembre de 2021, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, afirmó que veía poco probable una subida de tasas en la eurozona en 2022, pero este septiembre las aumentó 75 puntos base y planteó otra alza para octubre.

Esos cambios de opinión no dejan bien parados a los banqueros en la batalla contra la inflación.

“La credibilidad es todo para los bancos centrales, y se vio afectada por haber interpretado mal la inflación transitoria”, señaló Rob Subbaraman, principal economista de Nomura Holdings. “Recuperar la credibilidad es su principal prioridad, incluso si significa entrar en recesión″.

Aumento a las tasas necesitan tiempo para hacer efecto

Como indicio de que los inversores prevén una recesión en EU, los rendimientos de los bonos del Tesoro a corto plazo han aumentado por encima de sus equivalentes a más largo plazo en la mayor subida registrada este siglo, y algunos operadores de bonos están apostando a que la Fed relajará la política a fines de 2023.

Mientras tanto, el S&P 500 se encamina hacia su mayor pérdida anual desde 2008. En septiembre, una encuesta de Bank of America a administradores de fondos reveló que las expectativas de crecimiento global estaban cerca de mínimos históricos. Una de las razones de esta preocupación es que la política monetaria funciona con retraso, es decir, hay un desfase temporal para que la medida correctora surta efectos.

Primero debilita los mercados financieros, luego la economía y finalmente la inflación. Por lo tanto, los aumentos repetidos se vuelven peligrosos porque no se ven sus resultados de inmediato.

“Se necesita tiempo para enfriar la inflación”, subrayó Harris de Bank of America. “Si comienzas a hablar de enfocarte únicamente en la inflación actual como tu principal indicador, vas a llegar tarde para detener” el ciclo de ajuste.

Harris prevé que el Reino Unido y la zona euro caigan en recesión en el cuarto trimestre cuando los crecientes costos de la energía pasen factura a las economías este invierno, y prevé una recesión en Estados Unidos en 2023.

La economía estadounidense, y en especial el mercado laboral, hasta ahora han demostrado una sorprendente resiliencia, pero los economistas advierten que esto simplemente significa que la Fed tendrá que esforzarse mucho más para enfriar la demanda.

“La inflación y el mercado laboral han demostrado ser más resistentes a tasas más altas de lo que anticipó la Fed”, comentó el exvicepresidente de la Fed Donald Kohn. “Así que necesitan subirlas más ahora”.

Hasta hace poco, el endurecimiento de la política parecía una medida obvia para los bancos centrales. La inflación estaba por las nubes, los mercados laborales eran fuertes y las tasas de interés estaban en niveles mínimos. Pero esa combinación de factores está cambiando a medida que las altas tasas comienzan a afectar las economías que ya sufren las secuelas de una pandemia persistente y la guerra de Rusia en Ucrania.

Los costos de endeudamiento en muchas economías, incluida la estadounidense, están dejando el modo estímulo para pasar al modo restrictivo. La apreciación del dólar está perjudicando a los endeudados mercados emergentes. Y la reducción del suministro de gas natural ruso está incrementando el riesgo de estanflación en Europa.

No ahora, después

Los banqueros centrales todavía expresan la esperanza de poder lograr el truco de desacelerar la inflación sin descarrilar por completo el crecimiento, y que a la larga relajarán las políticas restrictivas... pero no ahora.

“Es necesario pensar en el término medio en algún momento”, aceptó la presidenta de la Fed de Cleveland, Loretta Mester, en un webcast este mes. “Pero eso no es una consideración en este momento, es una consideración para el futuro”.

Enfocarse exclusivamente en reducir la inflación aumenta las posibilidades de que la Fed y otros bancos centrales se excedan y hundan sus economías. Así piensa David Blanchflower, profesor de Dartmouth College y exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, quien acusa a los banqueros centrales de Estados Unidos de “pensamiento de grupo” y afirma que están en camino de machacar una economía debilitada para combatir una inflación que ya se está disipando.

Para complicar los cálculos de los banqueros centrales, la inflación es atizada en parte por el aumento de los costos de la energía sobre los cuales tienen poco o ningún control. Esto es especialmente cierto en Europa, aunque no ha evitado que tanto el BCE como el Banco de Inglaterra suban las tasas.

Los bancos centrales de todo el mundo están presionando en la misma dirección, y eso aumenta el peligro, advirtió Maurice Obstfeld, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional. “Se arriesgan a intensificar los impactos de las políticas de los demás”, afirma, y en la práctica también se involucran en una apreciación competitiva de sus monedas y, en el proceso, exportan la inflación al extranjero, dice.

Desde 1980 la economía mundial ha registrado una tasa de crecimiento promedio de 3.4 por ciento. Hoy, con una restrictiva política monetaria que se suma a los efectos del COVID-19 y la guerra de Rusia, Obstfeld ve el riesgo de que se desacelere a “alrededor del uno por ciento”.

Dicho de otra manera y en palabras del exgobernador de la Fed Kevin Warsh: “Tenemos todos los ingredientes para una recesión global”.

Con la colaboración de Philip Aldrick, Zoe Schneeweiss, Maria Eloisa Capurro, Craig Stirling y Michael Mackenzie

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