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WALL-E predijo el futuro

La película de 2008 presentaba una distopía que resultó asombrosamente acertada, aunque todavía habitamos la Tierra, al menos por ahora.

La última misión de SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk, confirmó una sospecha que he tenido durante algún tiempo: la película WALL-E de Pixar Animation Studios es la cinta de ciencia ficción que mejor predijo nuestro futuro.

La película, estrenada en 2008, muestra una Tierra que se volvió inhabitable por el cambio climático, mientras los últimos humanos vivos son turistas espaciales obesos que se comunican solamente a través de videollamadas y dependen de batidos para su sustento.

Guarda similitudes inquietantes con buena parte de nuestra realidad actual, con eventos climáticos extremos más frecuentes, tasas de obesidad altísimas, vidas dictadas por las llamadas vía Zoom y el surgimiento de empresas dedicadas a los sustitutos de comidas como Soylent y Huel.

La nave en la que viajan los personajes se llama Axiom, y allí es donde entra SpaceX. El 8 de abril, en su primera misión privada, la compañía de Musk transportó a tres turistas a la Estación Espacial Internacional para un viaje de 12 días, y el nombre “Axiom Mission 1″ seguramente no fue un accidente.

WALL-E es la historia de dos robots que se enamoran, pero también es una fábula sobre los peligros del consumo y la adicción a la tecnología.

”Por lo general me gusta tener la razón, pero no en este caso”, me dijo Andrew Stanton, escritor y director de WALL-E, por videollamada desde San Francisco. “No quería tener razón en tantas cosas en esta película”.

La película comienza con el robot de limpieza WALL-E deambulando por una Tierra postapocalíptica abandonada. De forma recurrente tiene que buscar refugio cuando azotan las tormentas. Eso refleja la realidad: el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático dijo el año pasado que los eventos climáticos extremos que solían ocurrir solo una vez por década ahora ocurren cada tres años.

En la historia, el cambio climático es causado por el consumo desenfrenado. La culpa recae directamente en el conglomerado monopólico Buy’N’Large. Es evidente el parecido con Amazon.com Inc., que en ese 2008 tuvo ventas de 19 mil millones de dólares y se espera que registre ventas superiores a los 500 mil millones este año, y que controla alrededor del 40 por ciento del mercado de comercio electrónico de Estados Unidos. La empresa con sede en Seattle fue la inspiración para Stanton hace incluso 15 años. “En nuestro hogar fuimos de los primeros usuarios (de Amazon) y recibíamos cajas, ya sabes, a veces diario”, cuenta. “Esa es la norma ahora. Pero en ese tiempo pensé: ‘¿En qué desembocará todo esto?’ Y entonces, la idea del consumismo descontrolado fue algo fácil de extrapolar, solo porque yo veía tantas cosas llegar a nuestra puerta y literalmente las miraba multiplicarse”.

En la película existen más paralelismos con Amazon y su fundador y director ejecutivo Jeff Bezos. Buy’N’Large también es el que opera la nave espacial del filme, mientras que Bezos es dueño de Blue Origin, que se trata de una compañía de transporte aeroespacial que también ofrece viajes para turistas.

Fue otro multimillonario tecnológico quien ayudó a Stanton y su equipo de guionistas para desarrollar la visión del rumbo que tomaría el viaje de la humanidad: Steve Jobs. El director ejecutivo y cofundador de Apple también era CEO de Pixar y pasaba la mitad de la semana laboral en la sede de la empresa en Emeryville, California, cerca de Silicon Valley.

Eso también significó que Stanton vio el iPhone un año antes de su lanzamiento en 2007. Estaba en una fiesta en la que Jobs no pudo evitar mostrar el dispositivo en preproducción. “Creo que le pudo el ego”, dice Stanton.

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