Bloomberg Businessweek

Alza en precio del petróleo perjudica a empresas y consumidores

Desde transportistas hasta jugueteras, todos los negocios se apresuran a trasladar el costo adicional a sus clientes.

Isaac Larian, fundador de MGA Entertainment Inc., pensó que había resistido lo peor del tsunami de costos del año pasado causado por la crisis de las cadenas de suministro y la escasez de trabajadores. Pero ahora el creador de las muñecas Bratz y los juguetes Little Tikes Toys se prepara para una segunda erosión de ganancias: el petróleo a 100 dólares el barril. “Es simplemente un desastre, no hay mucho que se pueda hacer”, dice Larian, quien, como muchos fabricantes de juguetes, tiene costos estrechamente vinculados al precio del petróleo y el gas natural.

Los analistas habían anticipado que los precios del crudo podrían incluso subir a 150 dólares si las tensiones entre Rusia y Ucrania aumentaban ya que generarían un choque en la oferta, según un informe de JPMorgan Chase & Co. Ante la inflación, para las empresas la única salida es trasladar dichos aumentos de costos tanto y tan trápido como sea posible.

Pero desde que llegó la pandemia, eso no ha sido fácil. La escasez de mano de obra ha hecho que los salarios suban, y una avalancha de mercancías importadas ha obstruido la cadena logística, aumentando los costos de flete y creando una escasez de bienes que está incrementando los precios.

Empresas y consumidores ven hoy una mayor presión sobre los costos a medida que el petróleo y el gas natural suben a sus niveles más altos desde 2014, y todo parece sugerir que seguirán subiendo en el futuro.

El margen de beneficio de MGA se hundió 5 puntos porcentuales en 2021, y caerá aún más con el impacto de los precios más altos de la energía, señala Larian. Los costos de los envíos y de las resinas plásticas aumentarán nuevamente este año, dice, y son malas noticias para juguetes como el Cozy Coupe de MGA, el cochecito con forma de burbuja que los niños impulsan con los pies es 80 por ciento plástico. Peor aún, el poder adquisitivo de los consumidores se verá reducido a medida que paguen más por la gasolina y la calefacción. “Si una muñeca de 10 dólares de repente sube a 25, hay personas que no pueden permitirse comprarla”, apunta.

El petróleo crudo cotiza en más de 90 dólares por barril, un aumento del 60 por ciento del precio promedio en 2019, antes de que el Covid-19 arrasara el mundo y causara grandes desequilibrios en el mercado. Y el precio del petróleo puede subir un 30 por ciento más, según los bancos de Wall Street.

Los países productores de petróleo han tardado en restaurar la capacidad que se redujo durante el punto álgido de la pandemia. Los accionistas de petroleras estadounidenses, incluidas Exxon Mobil Corp. y Chevron Corp., no han apoyado grandes inversiones para aumentar la capacidad. Esas empresas también ven un cambio claro de la Administración Biden hacia la energía verde. Y la adopción de vehículos eléctricos podría erosionar una parte importante del negocio de los productores, haciéndolos aún más reacios a perforar nuevos pozos para aumentar la capacidad, advierte Philip Orlando, principal estratega de mercado de la firma de inversión Federated Global Investment Management Corp.

Hay, por supuesto, empresas a las que les va bien cuando los precios del petróleo suben: los productores de energía y las empresas industriales que abastecen a los perforadores. Para otras empresas, se trata de proteger las utilidades, dice Orlando. Fabricantes, minoristas, empresas de productos empaquetados y transportistas tienen que encontrar formas de trasladar los costos de la energía a clientes que ya sufren por los precios. “Simplemente están tratando de recuperar los costos incrementales de los salarios, el transporte y las materias primas”, expone Orlando. “Tienen derecho a obtener ganancias”.

A primera vista, las empresas de transporte terrestre y marítimo, así como las de paquetería, parecen estar entre las más afectadas por el alza del petróleo. Pero muchas de esas empresas controlaron hace tiempo la volatilidad de los precios del crudo al establecer sobretasas por combustible que trasladan los cambios de costos automáticamente a sus clientes.

La compañía de paquetería UPS registró una ganancia récord el año pasado a pesar de que el combustible y la mano de obra son sus dos costos más importantes, dice el director financiero Brian Newman. La empresa tiene trabajadores sindicalizados bajo contrato, manteniendo estables sus costos laborales. En combustible, ajusta una sobretasa cada semana para reflejar el aumento o disminución en los precios de la gasolina y el diésel.

UPS subió sus precios en los últimos dos años, incluso en los envíos de Amazon. El gigante del comercio electrónico, que pagó a UPS alrededor de 11 mil 400 millones de dólares el año pasado por entregar sus paquetes, aumentó su membresía anual Prime en 20 dólares a principios de este mes, para dejarla en 139 dólares.

Union Pacific Corp., la mayor compañía ferroviaria que cotiza en bolsa, registró una ganancia récord el año pasado y trasladó a los clientes alrededor de 336 millones de dólares en recargos por combustible solo en el cuarto trimestre. Y Maersk, el transportista marítimo con sede en Dinamarca, reportó una ganancia de 18 mil millones de dólares en 2021, frente a 509 millones en 2019, después de subir los precios y trasladar los costos de combustible a los clientes.

Para las empresas a las que les resulta más difícil hacer que los clientes absorban los aumentos en el precio del combustible, como las aerolíneas y las líneas de cruceros, la cobertura es una forma más riesgosa de administrar la volatilidad del petróleo. Los instrumentos financieros que amarran un precio futuro son caros y solo se amortizan si el petróleo supera cierto nivel. Y esa posible solución puede convertirse en un problema mayor si el petróleo cae por debajo de la tasa fijada. La cobertura es más un seguro contra desastres que una solución al aumento de los precios del petróleo, dice Nat Pieper, vicepresidente sénior de flota, finanzas y alianzas de Alaska Airlines. Alaska mantiene coberturas sobre aproximadamente la mitad de su consumo de combustible. Las coberturas del año pasado le ahorraron a la empresa alrededor de 60 millones de dólares. Este año, la aerolínea tiene el 42 por ciento de su consumo de combustible cubierto a 72 dólares por barril y probablemente superará los ahorros del año pasado. Pero incluso si las coberturas son exitosas, solo cubren una parte del combustible, aclara Pieper. Es por eso que las aerolíneas siempre prefieren precios más bajos del crudo.

Las grandes corporaciones no son las únicas en apuros. El margen de beneficio de Thomson Plastics Inc., que convierte resinas plásticas en piezas para automóviles, cortadoras de césped y vehículos todo-terreno, ha descendido al 5 por ciento o menos desde antes de la pandemia. El aumento del precio del petróleo encareció los costos de flete, y el aumento del gas natural el año pasado ya había producido un alza en los precios de las resinas plásticas, cuenta el CEO Steve Dyer. Esos costos solo aumentarán más de la mano del crudo este año, estima.

Las resinas plásticas, derivadas del gas natural, subieron hasta los 2 dólares por libra, desde alrededor de 80 centavos antes de la pandemia, dice Dyer. Cuando la inflación rondaba el 2 por ciento, Thomson podía absorber mayores costos a través de ganancias de productividad. Pero el precio del gas natural se ha más que duplicado desde 2019. “Nadie sale vivo”, dice Dyer sobre el impacto, “honestamente, el precio que estamos trasladando es para sobrevivir”.

Incluso los 250 trabajadores de Dyer han tenido que adaptarse al alza del crudo. La compañía ofrece a los empleados una semana laboral de cuatro días de 10 horas para reducir los costos de traslado a la planta en Thomson, Georgia. “En nuestra fábrica trabajan personas de un radio de seis condados”, dice, “y cuando conducen de 50 a 80 kilómetros para ir al trabajo, la gasolina a 4 dólares por galón se convierte en un problema para ellos”.

Para muchas empresas, trasladar los costos puede ser difícil. Cliff Wixson, quien fundó un servicio de reparación de equipos pesados cerca de Phoenix en 2008, perdió a un cliente hace poco porque la tarifa de un técnico de campo subió de 130 a 150 dólares. El precio más alto solo compensó los aumentos en los costos de combustible y mano de obra del año pasado y no cubrirá los precios más altos de la gasolina este año. Sin embargo, Wixson mantendrá la tarifa actual porque otro aumento podría alejar a más clientes. “Al final afecta mis ganancias, ahora tengo que ser creativo y encontrar diferentes formas de absorber ese costo”, expresa.

Cuando las empresas trasladan el incremento en los gastos, el consumidor termina soportando todo el peso, afirma Orlando de Federated Global Investment Management. La firma estima que por cada centavo de aumento en el precio de la gasolina, el gasto de los consumidores estadounidenses cae mil 180 millones de dólares al año. Dado que el galón de gasolina ha subido cerca de 1.30 dólares desde principios de 2021, un cálculo aproximado sitúa el impacto en más de 150 mil millones de dólares, o el 0.8 por ciento de la economía, apunta. “Probablemente perjudique más a los trabajadores menos cualificados y con salarios más bajos, porque están gastando desproporcionadamente más en gasolina y calefacción”, dice Orlando.

Rosa Simeon está entre los consumidores sensibles a la reciente ola de aumentos de precios. Conduce hasta 48 km desde su casa en Garland, Texas, para limpiar casas de clientes en los suburbios del norte de Dallas. Intentó subir su tarifa de 100 a 120 dólares por jornada, pero muchos clientes se negaron. Ahora, con el alza de la gasolina, está dispuesta a aceptar un cliente más cerca de su casa que pague su tarifa prepandemia en lugar de asumir el costo adicional de cruzar la ciudad.

A Larian, de MGA Entertainment, le preocupa que los esfuerzos del banco central para desacelerar la economía puedan terminar llevándola a una recesión, dando paso a una estanflación como la de fines de los años setenta, cuando fundó su compañía de juguetes. “Nos dirigimos en esa dirección”, dice. “Los precios seguirán subiendo y subiendo, no solo en los juguetes, sino en todo. Y tú tienes que seguir subiendo los precios y, lamentablemente, el consumidor va a sufrir”.

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