Rodar y Rodar

Un día en la Toscana... en una Ducati

Recientemente tuve la oportunidad de viajar a Florencia por vacaciones y, aunque confieso que ya tenía en mente rentar una moto, no tenía reservación, una ruta ni un plan definido, pues no sabía si el clima, el itinerario de viaje o el humor de mi bella acompañante (llamémosla PD) me favorecerían.Finalmente, pude acomodar los planes y armar mi ruta, que, aunque realmente fue corta, me dejó con ganas de hacer un viaje específico para este propósito.El primer desafío fue elegir la moto, pues tenían tres disponibles: F800GS, 1200 GS LC y una Ducati GT 1000. Con los dos primeros modelos estoy más familiarizado, pues he tenido al menos cuatro motos de esta familia, pero la Ducati me guiñó el ojo y caí.Es cierto, también buscaba una experiencia muy italiana y que mejor que con esta moto, aunque me costó un reclamo de PD, pues no sabía si sería tan cómoda como las motos que ella ya conoce.

Recientemente tuve la oportunidad de viajar a Florencia por vacaciones y, aunque confieso que ya tenía en mente rentar una moto, no tenía reservación, una ruta ni un plan definido, pues no sabía si el clima, el itinerario de viaje o el humor de mi bella acompañante (llamémosla PD) me favorecerían.

Finalmente, pude acomodar los planes y armar mi ruta, que, aunque realmente fue corta, me dejó con ganas de hacer un viaje específico para este propósito.

El primer desafío fue elegir la moto, pues tenían tres disponibles: F800GS, 1200 GS LC y una Ducati GT 1000. Con los dos primeros modelos estoy más familiarizado, pues he tenido al menos cuatro motos de esta familia, pero la Ducati me guiñó el ojo y caí.

Es cierto, también buscaba una experiencia muy italiana y que mejor que con esta moto, aunque me costó un reclamo de PD, pues no sabía si sería tan cómoda como las motos que ella ya conoce.


En fin, comenzó mi renta de 24 horas, a las 5 de la tarde del viernes, en la que tuve un tiempo para familiarizarme con esta cafe racer por las calles adoquinadas de Florencia, primero solo, mientras PD visitaba la Galería Ufizzi, y luego con ella, para ir conociéndonos todos.

Después de una generosa cena en la Trattoria Cibrèo, muy recomendable, regresamos al departamento, pues comenzaríamos temprano para tratar de aprovechar la experiencia al máximo.

Iniciamos nuestro recorrido a las 7:30 a.m., con varias capas debajo de la chamarra, pues aunque había sol, la temperatura rondaba los 5 grados. Apenas 20 minutos después estábamos en nuestra primera parada, la Piazza Michelangelo, todavía dentro de Florencia, pues tiene una increíble vista de la ciudad y sus principales edificios, como Il Duomo, Palazzo Vecchio y Santa Croce. Tras 15 minutos de selfies, comenzamos nuestro camino a Siena, el punto más alejado de nuestro recorrido y uno de las dos ciudades que visitamos.

Apenas al salir de los suburbios de Florencia, ya estábamos en las montañas de una zona famosa por sus vinos, paisajes y por supuesto carreteras curveadas. En verdad dan ganas de parar en cada lugar a tomar fotos a los viñedos y las casas de estilo típico.

La moto, perfecta, muy dócil en las curvas y con una muy buena potencia, pues su ADN deportivo hace sentir los caballos de fuerza al salir de cada giro. Pese a lo sinuoso del camino (SR222) es posible mantener un buen ritmo gracias al sutil peralte que tiene la mayoría de sus curvas. Con estas características no sorprende encontrar a otros motociclistas, quienes siempre saludaron o contestaron el saludo.

Tras algunas paradas en miradores, a las 10:00 a.m. llegamos a nuestro destino, Siena, una ciudad medieval que atrapa a sus turistas con pequeñas calles que convergen a la gran Piazza del Campo. Por supuesto, una visita de una hora y media no fue suficiente para conocerla, pero sí para comer un helado y para comprar quesos, carnes frías y vinos típicos de la región.

Continuamos la ruta y, tras una pequeña escala en Monteriggioni, llegamos a Colle di Val d'Elsa, otro destino histórico de esta región, ubicado en la cima de una colina, lo que la hace visible desde antes de llegar. El centro histórico es pequeño, pero bien vale la visita también, si se busca comprar vinos de Chianti. Salimos de aquí alrededor de las 13:00 p.m. ya con un poco de prisa, pues teníamos un tren por tomar a las 15:30 p.m.

En el plan original de la ruta, nuestro siguiente destino sería San Gimigniano, una famosa ciudad amurallada distintiva por sus grandes torres, que sólo pudimos ver a lo lejos, pues el tiempo ya no nos permitió parar.

El regreso, por otra carretera (SR2) también con increíbles vistas, fue incluso más emocionante, pues nuestro ritmo fue más acelerado. Con un motor desmodrómico de 92 caballos de fuerza era difícil no disfrutarlo.

A las 14:45 estábamos de vuelta en Florencia y, aunque breve, tuvimos una increíble experiencia, altamente recomendable, a un precio de 130 euros, ya con cascos incluidos.

Aquí les dejo un video con una probada de este viaje.

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